Punto final de la ‘trilogía del proletariado’ tras 'Sombras en el paraíso' y 'Ariel', y probablemente, la película más desencantada de la carrera de Kaurismäki, por no decir de la historia.
>> Escena clave: De Chaplin y sus 'Tiempos modernos' a Aki y sus imágenes iniciales de la fábrica, dos montajes sobre cadenas de montaje para mostrar la alienación del currito.
R. R. S.
Marco Pagot es un piloto de guerra convertido en cerdo por una maldición. Este puerco volador es una de las pocas licencias fantásticas dentro de la historia más pacifista de Hayao Miyazaki: una trepidante aventura llena de compromiso, pasión y estilo que desarrolló su historia en un manga posterior y que incluso estuvo a punto de tener una secuela ambientada en la Guerra Civil española.
>> La frase: “Prefiero ser un cerdo a ser un fascista”.
S. A.
Una serie de televisión fracasada, un sueño del pintor Antonio López y el reto de atrapar el tiempo fueron los responsables de sacar al director de 'El espíritu de la colmena' de su salingeriano letargo, un esfuerzo que el jurado del Festival de Cannes premió aquel año con su galardón especial y que la crítica agradeció convirtiendo el filme en uno de los mejores de los 90.
>> Personaje rompedor: El membrillero, villano natural.
A. G. B.
Algo se rompió en los 90. Pasamos de un clima de tensión bélica e ideológica a una década de bienestar. De preocupaciones globales a dramas personales. Vale, siempre hemos sido infelices, pero Todd Solondz supo adelantarse al reflejar el perverso patetismo del hombre moderno. Pedofilia y violencia para curar nuestra ansiedad. Ah, y te ríes.
>> La frase: “Oh Billy, no te preocupes, eres normal. Te correrás, ya lo verás”.
S. A.
Fernando Trueba escogió una villa portuguesa para rodar su particular fábula de las mil y una noches, un oasis de libertad y Rafael Azcona donde Fernán Gómez y sus cuatro hijas reciben felizmente a Jorge Sanz, suertudo desertor en las antípodas de 'El seductor' de Eastwood. En este limbo de comedia de enredo y equívocos, una luz metafórica anunciaba la II República y una alegría contagiosa trajo el Oscar.
>> La frase: “Quisiera creer en Dios para agradecer este premio, pero solo creo en Billy Wilder”, Trueba, en Hollywood.
C. M.
Olvídense de Disney: el mejor musical de los 90 lo firma John Waters y tiene el Baltimore de los 50 como escenario de un amor prohibido a ritmo de rock n’roll. Cry-Baby, o lo que es lo mismo, ‘El lágrima’, fue el primer gran papel de Johnny Depp tras la serie Nuevos policías, un émulo de Elvis Presley enamorado de una adolescente algo remilgada, y Waters consiguió que muchas chicas suspiraran con los primeros planos del actor derramando una única lágrima. A pesar de que es el filme más accesible de Waters –no hay números que implican deposiciones caninas–, el director de 'Pink Flamingos' despliega su artillería camp para darle la vuelta a las convenciones de los filmes teen de la época.
>> Escena clave: El beso con lengua entre Allison y ‘El lágrima’.
P. A. R.
Una de las películas realmente importantes de la década. Angelopoulos le regala a Harvey Keitel un personaje de los que hay pocos: el cineasta que viaja por los Balcanes en busca de los orígenes de su arte mientras reflexiona sobre su propia vida y contempla el presente y el pasado reciente de la tierra que pisa. Una obra poética y profunda, una obra de arte.
>> Escena clave: La cabeza de Lenin bajando por el Danubio.
T. V.
Sexo, drogas y rock and roll. Una road movie en la que tres amigos deben recuperar el anillo de compromiso que Karra Elejalde perdió en el ano de una prostituta. La hermana mayor de 'Resacón en Las Vegas' es una de las comedias españolas más aclamadas, y la competencia directa del Torrente de Segura.
>> Escena clave: Los guardias civiles disparan, el airbag estalla y una nevada de cocaína cubre el asfalto. Menudo acelerón.
M. A. R.
El guionista Scott Rosenberg ('Alta fidelidad') escribió esta historia sobre lo que veía a su alrededor, la frustración de la llegada a los 30 en Massachusetts. El director Ted Demme (sobrino de Jonathan) se llevó la historia a un escenario más congelado, más aislado, Minneapolis. Estereotipos cálidos al son de una canción cantada a coro, 'Sweet Caroline', una escena que surgió por casualidad.
>> Personaje rompedor: Marty, “un alma vieja”, una vuelta al estereotipo de la Lolita, aunque a la Natalie Portman de 13 años que la interpretaba le marcó para siempre.
I. C.
¿Qué le quedaba por contar sobre crimen organizado tras Uno de los nuestros? Eso pensaba Scorsese, a la caza de un nuevo proyecto que retratase los EE UU más violentos. Por suerte o por desgracia, encontró lo que buscaba en la mafia oculta bajo las mesas de dados de Las Vegas y, ahí sí, se alió con sus capos fetiche: Robert De Niro, Joe Pesci y el guionista Nicholas Pileggi.
>> Personaje rompedor: Ginger (Sharon Stone), la femme fatale que los gánsteres de ‘Marty’ necesitaban.
J. Z.
Estación central de la Trilogía de Koker, entre '¿Dónde está la casa de mi amigo?' y 'A través de los olivos': un cineasta y su hijo regresan al lugar donde se rodó la primera tras el seísmo que asoló Irán, argumento para la tercera. Puzzle humanista resuelto en vivo con un diálogo radical entre realidad y ficción, prueba doble del compromiso intelectual de Kiarostami.
>> Escena clave: ¿Podrá el crío ver la final del Mundial de Italia?
C. M.
Bergman quedó para el horario infantil al lado del ‘escándalo Soon-Yi Previn’ que estalló en pleno rodaje de la que sería, obviamente, la última película de Woody Allen con Mia Farrow. Cuando aún no se censuraba, TriStar capitalizó el alboroto con un gran lanzamiento en cines con el que Allen consiguió su mejor taquilla.
>> La frase: “Dios no juega a los dados con el universo. Solo juega al escondite”.
A. G. B.
El caso de las hermanas Papin, que inspiró a Genet su obra 'Las criadas', también dio pie a Ruth Rendell para escribir Un juicio de piedra, la novela que adapta aquí Chabrol poniendo a Isabelle Huppert (ganadora del César) en uno de los papeles más acongojantes de su carrera. Y eso, como sabemos, es decir muchísimo.
>> Escena clave: Huppert y su secuaz Sandrine Bonnaire cazan burgueses a escopetazo limpio, con Mozart de fondo.
Y. G.
Zoë Lund firmó el guion de su última película con Ferrara y el resultado fue como si uno de los relatos de culpa y redención judeocristiana de Paul Schrader lo hubiera escrito Satanás.
>> Personaje rompedor: Hay muchos polis malos en la historia del cine. A cualquiera de ellos, Harvey Keitel les daría una paliza en corrupción, drogas, depravación sexual, blasfemias y hasta en llorar desnudos.
D. D. P.
Podría ser 'Tesis' la definición canónica del concepto “ópera prima”: al mencionarlo, todos pensamos en ella. Explosión de talento, de ganas de contar una historia, de habilidad narrativa, de amor al cine y amor al maestro como figura fundamental de la vida. La mejor película de su director con muchísima diferencia.
>> La frase: “Me llamo Ángela, me van a matar”.
T. V.
Carpenter, que sabe tanto por viejo como por diablo, se plagia a sí mismo con esta distopía, secuela de '1999: Rescate en Nueva York' (1981), que anuncia el furor neopuritano de la actualidad.
>> Personaje rompedor: Confirmación de que en el parche de ‘Serpiente’ Plissken (Kurt Russell) se condensan todas las virtudes del gran antihéroe de la serie B.
R. R. S.
Para Jean-Luc Godard, el cine nació con los colores del duelo y murió en los 80 con el deceso de Hitchcock y Truffaut. En ese contexto, y tras un tanteo glorioso de volver a una idea de cine narrativo ('Pasión', 'Nombre: Carmen', 'Yo te saludo, María'), realizó en su sala de montaje el más abrumador epitafio del séptimo arte: una serie fílmica de 8 capítulos de lecturas infinitas.
>> Personaje rompedor: Godard, claro.
P. A. R.
Confundir el segundo y último largo de Jean-Claude Lauzon con una oda sentimental al escapismo es demasiado fácil. En realidad se trata de una mirada teñida de alquitrán (y de independentismo quebequés) a la enfermedad mental, la pobreza y las familias disfuncionales, ambientada en un Montreal de pesadilla.
>> Personaje rompedor: Fernand (Yves Montmarquette), prueba viviente de que los músculos y el coraje son cosas muy distintas.
Y. G.
El neonoir, la reinvención del género policiaco, tuvo en esta modesta producción uno de sus puntos culminantes.
>> Personaje rompedor: Una inmortal Linda Fiorentino es Bridget Gregory, la mejor mujer fatal de la década, porque nadie miente mejor que ella por teléfono ni fuma con más estilo. Capaz de engatusar a un trío de panolis que no te los firma ni Billy Wilder.
R. R. S.
La película más autobiográfica del director francés. Le propusieron escribir y dirigir una historia sobre la adolescencia y eligió situarla en los años 60, lo más cercana a su juventud en la Francia rural: el despertar sexual, pero con el conflicto de la independencia de Argelia de fondo. “Era la única forma de que me interesara por el tema”, dijo.
>> La frase: “Te quiero porque nunca serás mi enemigo”.
I. C.
Si el 'Drácula' de Coppola resucitó al vampiro en el cine de los 90, la adaptación de Jordan de la obra de Anne Rice nos presentó a esta figura en un contexto de nuevas tramas melodramáticas. El relato de la fascinación homoerótica entre Lestat (Cruise) y Louis (Pitt), y la complicada relación ‘familiar’ con la vampira interpretada por una Kirsten Dunst de apenas 12 años, marcaría un punto de inflexión en la representación del monstruo, modelado como un ser atravesado por anhelos demasiado humanos.
>> Escena clave: Cuando Lestat transforma en vampiro a Louis y cuando transforma a Claudia.
P. A. R.
¿Quién podía imaginar que Keyser Sozé causaría tal furor? Tal vez sea el personaje clave del thriller moderno, el paradigma de lo misterioso y de lo monstruoso. Memorable creación de Kevin Spacey (que se llevó el Oscar) para una película imprevista, un sleeper perpetuo y perpetuamente influyente. El giro final es la madre de todos los giros finales.
>> Personaje rompedor: ¿Hace falta decirlo?
T. V.
Es difícil conseguir la tristeza que logra Mike Leigh, la devastación emocional de sus personajes, lo que transmite Brenda Blethyn con un silencio y un gesto compungido. Historia de una búsqueda de raíces y de respuestas y de mucho dolor escondido, furtivo y gangrenado. Las capas de la cebolla son arrancadas sin piedad y los lloros son a raudales.
>> Personaje rompedor: Cynthia (Blethyn), llorando desconsolada mientras agarra el teléfono.
T. V.
Pedro Almodóvar, productor de 'Acción mutante' (1993), reculó cuando De la Iglesia le presentó su segundo proyecto: al manchego, dicen, el tema satánico le daba apuro. Para obtener el respaldo del magnate Andrés Vicente Gómez, el bilbaíno tuvo que suavizar su libreto sobre “un hombre normal [el cura Álex Angulo] haciendo cosas horribles”.
>> Escena clave: José María (Santiago Segura) descolgándose por el anuncio de Schweppes de la Plaza de Callao (Madrid).
Y. G.
“¿Crees que algún actor habría aceptado este proyecto hace 10 años?”, preguntaba River Phoenix en una entrevista a Interview Magazine. “Una estrella del porno, tal vez. Alguno de los de Warhol”, respondía Keanu Reeves. Los ídolos juveniles interpretaban a dos chaperos en esta adaptación de la shakespeariana Enrique IV, una joya queer sobre el autodescubrimiento entre ciudades marginales y carreteras desoladas a través de la cámara contemplativa de Van Sant.
>> Escena clave: Mike fue concebido como un personaje asexual, pero Phoenix reescribió la secuencia en la que, acurrucado frente a una hoguera, este se declaraba a Scott: “Quiero besarte. Bueno, buenas noches... Pero te quiero... lo sabes...”.
J. Z.
Oriente como nunca lo habíamos visto antes. La versión animada de la historia de Aladino, presente en la antología 'Las mil y una noches', obtuvo una gran recepción entre el público y la crítica y se convirtió en el título más taquillero de Disney, que entonces renacía de sus cenizas.
>> Personaje rompedor: El genial genio de un Robin Williams cuyo gusto por la improvisación puso en aprietos a los animadores.
M. A. R.
Tres millones de dólares cobró el guionista Joe Eszterhas por el libreto de 'Instinto básico', pero de su texto solo una única escena ha quedado grabada a fuego en las retinas de los espectadores. El escandaloso cruce de piernas de Catherine Tramell (una Sharon Stone desafiando el statu quo) tiene su lugar en los anales del cine, aunque la cinta de Paul Verhoeven es uno de los mejores thrillers eróticos del género por muchos otros motivos. Heredera trash del suspense hitchcockiano, en la que el deseo y la muerte toman la forma de un punzón de hielo, el filme es un antes y un después y lanzaría a Stone al estrellato, redefiniendo, de paso, la imagen de la femme fatale y la sexualidad femenina.
>> La frase: “¿Has follado alguna vez con cocaína, Nick?”.
P. A.R.
La novela de Edith Wharton ya había sido adaptada dos veces al cine (1924 y 1934) cuando Scorsese sorprendió a quienes le tildaban de callejero y sórdido filmándola con escrupulosa fidelidad, formas exquisitas y un reparto (Daniel Day-Lewis, Winona Ryder, Michelle Pfeiffer) de ensueño.
>> Escena clave: El baile en la mansión Beaufort, un ejercicio de sensibilidad y técnica a la altura del Visconti de 'El gatopardo'.
Y. G.
Seis meses en Inglaterra bastaron al versátil Ang Lee para atreverse, no solo con su primer rodaje fuera de Taiwan, sino con un clásico georgiano de Jane Austen, adaptado por Emma Thompson, récord Guinness como única persona con Oscar de interpretación y de guion. ¿Resultado? Un prodigio de puesta al día sin estridencias del espíritu de una obra universal.
>> La frase: “Conozco mejor el siglo XIX que los ingleses de hoy: nací con un pie en una sociedad feudal” (Lee).
C. M.
En una década en la que la comedia adolescente logró trascender los clichés del género inspirándose en los clásicos –'Fuera de onda' con 'Emma', 'Alguien como tú' y 'Pigmalión'–, la guionista Karen McCullah hizo de la obra más sexista de Shakespeare, 'La fierecilla domada', una reivindicación feminista que sonaba a Letters to Cleo y Joan Jett.
>> Personaje rompedor: Kat (Julia Stiles), no te odiamos, ni siquiera un poco. Nada en absoluto.
J. Z.
Si la Maga de Cortázar tenía el Pont des Arts, Juliette Binoche y Denis Lavant siempre tendrán el Pont-Neuf. Un escenario de fantasía (recreado al sur de Francia) para un cuento de hadas tan electrizante como el nacimiento del amor y el auténtico pavor a su desaparición.
>> Escena clave: El baile de la pareja recorriendo el puente de lado a lado: suenan todas las canciones posibles y caen sobre ellos fuegos artificiales que llueven como cometas.
D. D. P.
Quizá la película moderna que mejor ha envejecido jamás. Una revisión del mito de la caverna de Platón cuya estética es todavía relevante. Una oda a los peligros de la inteligencia artificial contada en una época en la que los móviles llevaban antena y que, sin embargo, sigue redefiniendo la manera en la que nos enfrentamos a la realidad. Si no sabes kung fu, es porque no quieres.
>> Escena clave: ¿Qué pastilla hubieras elegido tú, la roja o la azul?
S. A.
El reinado de Ivory sobre el cine de época llegó a su cúlmen con esta adaptación del futuro Nobel Kazuo Ishiguro, nominada a ocho Oscar. Que su fino retrato de un amor frustrado no te engañe: el argumento remueve un lodazal (las simpatías pronazis de la aristocracia británica) con el que filmes como 'El discurso del rey' no se han atrevido.
>> Personaje rompedor: Stevens (Anthony Hopkins). El mayordomo perfecto, muy a su pesar.
Y. G.
La revelación de Kevin Smith: una manera de contar distinta. Tal vez la película fundacional del nuevo cine indie. La cámara en los mismísimos morros de los personajes, los diálogos a toda pastilla, el blanco y negro, las situaciones que no llevan a ningún sitio excepto al propio diálogo que empieza y termina en sí mismo. La apología de lo barato que sale a cuenta, que cunde como un jamón al que solo le queda el hueso pero sigues royendo. Una revolución, una epifanía que hoy resulta casi naíf pero que resiste los envites de tanta parafernalia vacía.
>> La frase: “Creo en la importancia de las clases dirigentes, sobre todo si mando yo”.
T. V.
Ante la negativa de David Bowie a permitirle filmar su biografía, Haynes toma prestada la ficción de Ziggy Stardust, creada por el Duque Blanco, y la rodea con detalles y retazos de las grandes divas del glam rock: el propio Bowie, Iggy Pop, Marc Bolan, Lou Reed… El arte como simulacro, y el mito agonizante del cantante pop en un mundo que los estaba sustituyendo por las estrellas de rap forman el tuétano de un (falso) musical imprescindible para entender el siglo XX, similar pero mucho más divertido que 'I’m Not There', su posterior trabajo sobre Bob Dylan.
>> Personaje rompedor: Brian Slade (Jonathan Rhys Meyers), el protagonista más andrógino y con más purpurina y lentejuelas desde la Cleopatra de Elizabeth Taylor. Normal que tanto Ewan McGregor como Christian Bale acabaran chupando la suela de sus plataformas.
R. R. S.
El corto que Moretti rodó paseándose por Roma en Vespa tenía una ligereza que el italiano enseguida quiso convertir en largo. Por eso, añadió dos islas más a los barrios romanos que había comenzado retratando en su diario personal: una dominada por tiránicos hijos únicos y otra por médicos.
>> Escena clave: Nanni tortura al crítico que ha escrito positivamente de Henry, retrato de un asesino. La pesadilla definitiva de cualquier periodista de cine.
A. G. B.
El (casi) ridículo título en español le restaba seriedad a este thriller de acción surfera, pero con los años le ha dado más caché de culto. Kathryn Bigelow demostrando maestría en la acción con la steadycam, y Keanu Reeves y Patrick Swayze, las grandes estrellas del momento, cara a cara. Más noventas, imposible.
>> Escena clave: El salto sin paracaídas: Johnny Utah (Reeves) sobre Bodhi (Swayze).
I. C.
Dos expertos en el género (Roberts y Grant), el guion de Richard Curtis (escrito mientras escuchaba 'Downtown Train', de Everything but the Girl) y un director casi desconocido fueron los ingredientes para cocinar la mejor ‘rom-com’ de fin de siglo, el clásico ‘chica inalcanzable conoce a chico’ por Portobello Road.
>> Escena clave: Ese plano secuencia falseado en el que William pasea por las estaciones del año. Nunca 'Ain’t No Sunshine' dolió tanto.
J. Z.
La película más épica (y sangrienta) de Studio Ghibli estuvo a punto de llegar a Occidente en una versión mutilada por cortesía de Harvey Weinstein. Después de que Miyazaki se reuniera con el magnate para pedirle (sin éxito) que no lo hiciera, el productor Toshio Suzuki tomó la iniciativa enviando a las oficinas de Miramax una katana en cuya hoja se leían las palabras “nada de cortes”. Weinstein pilló la indirecta, pero se vengó limitando al mínimo la distribución del filme en EE UU.
>> La frase: “Mirad, voy a enseñaros cómo se mata a un dios: basta con no temerle”.
P. A. R.
Los 90 trajeron consigo una nueva generación de cineastas vascos que se consagraron a finales de la década. Entre ellos, Juanma Bajo Ulloa ('Airbag'), Álex de la Iglesia ('Perdita Durango'), Daniel Calparsoro ('A ciegas') o Julio Medem, que, fiel al espíritu onírico de su cine ('Vacas', 'La ardilla roja'), plasmó una historia de amor circular y alegórica entre Ana (Najwa Nimri) y Otto, el piloto (Fele Martínez). Un romance nevado y palíndromo desde la Guernica bombardeada hasta Laponia.
>> La frase: “Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases. Sí. Podría unir mi vida uniendo casualidades”. Lección de cine. Y de vida.
J. Z.
“Espero que las mujeres ahora no tengan que saltar por un precipicio”, dijo Susan Sarandon durante el 25 aniversario de esta película que no ha dejado de ser relevante desde su estreno. Dos mujeres recuperando el control de sus vidas. Goldie Hawn, Meryl Streep, Cher o Michelle Pfeiffer fueron opciones de la guionista Callie Khouri y del director Ridley Scott. George Clooney pasó cinco pruebas para interpretar el papel que le dio la fama a Brad Pitt.
>> Escena clave: “Let’s keep going!”. Thelma y Louise, el Ford Thunderbird y el Gran Cañón. Una imagen de libertad congelada para la historia del cine. Susan Sarandon y Geena Davis insistieron en ese final que Scott quería cambiar para que viésemos a Thelma escapando.
I. C.
Londres: pocas veces una ciudad ha tenido tanto que decir en una película. Sus calles, sus bares, pisos donde pasa la vida. Tres hermanas, tres vidas contadas sin que aparentemente ocurra nada. Quizás la mejor película del prolífico Winterbottom en el cénit de su creatividad. Y la música de Nyman, claro.
>> Escena clave: Gina McKee recorriendo Londres con cámara acelerada y ralentizada.
T. V.
Pacino llevaba dos décadas intentando ser Carlito Brigante, el criminal puertorriqueño incapaz de vivir en el lado tranquilo de la ley. De Palma no quería hacer otra 'Scarface', así que subió el noir y bajó las revoluciones a todo menos a la filigrana visual.
>> Escena clave: Pacino huye por Grand Central Station mientras la cámara le persigue 360º. Dale una estación de tren y De Palma te hará arte.
D. D. P.
Basada en el mediometraje 'La jetée' (1962) de Chris Marker, el ex-Monty Python dirigía una de las mejores películas de ciencia ficción de los 90. Una carrera de fondo para la que Bruce Willis se ofreció a afeitarse la cabeza y trabajó con un equipo de psiquiatras, pese a lo cual Brad Pitt se llevó todos los reconocimientos por su papel de enfermo mental. Tal era el carácter obsesivo de Gilliam que la escena en la que Willis drena su sangre fue repetida hasta la saciedad, porque a un hámster que figuraba en ella no le apetecía dar vueltas en su rueda. Un título con un discurso proanimalista y crítico con la contaminación medioambiental, con viajes en el tiempo de por medio.
>> Escena clave: El perturbador encuentro entre Willis y Pitt en el manicomio.
M. A. R.
Como en una película de Sam Fuller
o, mejor, de William A. Wellman, los soldados de Spielberg sufren, luchan, matan y mueren como personas. Su vida, azarosa y triste, bajo las bombas. El sonido de un fusil, la deshumanización total. La devastación, el silencio, el sonido del mar como preludio de la muerte.
>> Escena clave: Por fin hay noticias sobre el soldado Ryan. No son buenas.
T. V.
Tras explotar en los 80 ('Ladrón', 'Hunter') y consagrarse en los 90 ('El último mohicano', 'Heat'), Mann despide la década poniendo el dedo en la llaga del periodismo televisivo (descanse en paz) y la cámara en el cogote de Russell Crowe para conseguir una intriga asfixiante, magistral, basada en las denuncias reales contra la industria tabaquera.
>> Personaje rompedor: Pacino como Lowell Bergman, heroico productor de 60 Minutes, quizá en su penúltimo gran papel (antes de Un domingo cualquiera).
C. M.
Wong Kar-wai hizo del neón la luz que iluminó el amor y el desamor en los últimos años del siglo XX, y con este thriller romántico a dos bandas sobre las historias del agente 223 (Takeshi Kaneshiro) y del agente 663 (Tony Leung) sublimó su particular idea de los romances cruzados como pocas veces antes. Eléctrica, sensual, cómica y trepidante: el deseo como una ensoñación sin fin.
>> Personaje rompedor: La femme fatale rubia interpretada por Brigitte Lien.
P. A. R.
Descomunal, Peter Mullan (mejor actor en Cannes) y su acento escocés más minado coronan un desgarrador guion de Paul Laverty que Loach traslada a la pantalla con su sonora sequedad y su mano de hierro para que personajes en caída libre no encuentren fondo, pero sí dignidad de clase. Les salva un humor negro que ha pateado mucha calle, mucha cola del paro, mucha pachanga entre colegas que necesitan ganar alguna vez en la vida.
>> La frase: “¿Camisetas de Brasil? Nacieron para llevarlas”.
C. M.
Hasta el triunfo de 'Titane' en la 74ª edición del festival, esta era la única película dirigida por una mujer con Palma de Oro. Y la directora neozelandesa, que tras el enorme éxito paró tres años, la compartió con 'Adiós a mi concubina'.
>> La frase: Con una protagonista muda (Holly Hunter) que hablaba a través de su piano, las melodías de Michael Nyman en su pieza 'The Heart Asks Pleasure First' son las mejores líneas del filme.
I. C.
La versión amigable de 'Matrix'. En aquella nos preguntábamos si el mundo era real y al salir de ver esta comedia miramos hacia el cielo buscando los focos de nuestro plató. La popularidad de Jim Carrey era casi tan masiva como la de Truman Burbank, y no es casualidad que él se haya convertido hoy en un guía espiritual frente a los peligros de la fama.
>> Escena clave: Truman siendo espontáneo y volviendo locos a los actores de su serie.
S. A.
Hubo un tiempo en el que Hollywood hacía gestas sociales con héroes cuyo superpoder era mantener la decencia en la jungla capitalista. A ese mundo de fantasía (y a la anarquía de los Looney Tunes) volvieron los Coen con su revisión de Sturges, Capra o McCarey, con Jennifer Jason Leigh como una perfecta screwball lady.
>> Escena clave: La secuencia de los hula hoops, según los rumores cortesía del dire de segunda unidad: Sam Raimi.
D. D. P.
A través de su magnífico trabajo de guion, Altman consigue un imposible: adaptar la misantropía de los relatos breves de Raymond Carver y que, sin embargo, le quede un filme de lo más humanista y un bello canto a la ciudad de Los Ángeles, 20 años después de Un largo adiós.
>> Escena clave: Julianne Moore nos dedicó el mejor desnudo de la década y, de paso, demostró que era pelirroja natural.
R. R. S.
El rey del cool Michael Mann fue el primero en unir en pantalla a De Niro y Pacino, aunque el choque de egos no es lo más excepcional de este filme cuyo origen fue televisivo. Basada en la enemistad real y admiración mutua entre el detective Charlie Adamson y el ladrón Neil McCauley, la cinta es una elegante y meticulosa puesta a punto del thriller a las puertas del siglo XXI.
>> Personaje rompedor: Los Ángeles.
P. A. R.
La película favorita de Mr. Bean –hay truco: Rowan Atkinson es el mejor amigo del guionista Richard Curtis–, fue un exitazo de taquilla a pesar de que su presupuesto era tan escueto que los extras que hacían de invitados en las bodas vestían con su propia ropa. Por su lado, Hugh Grant estaba tan pelado de dinero que poco antes del casting para el papel protagonista había aceptado un trabajo ayudando a Juliette Binoche a perfeccionar su acento británico.
>> Personaje rompedor: Grant aprendió lenguaje de signos para hablar con su hermano, interpretado por el actor sordo David Bower. Los subtítulos de sus conversaciones son oro puro.
A. G. B
Recién salido de prisión, Billy Brown (Gallo) secuestra a Layla (Christina Ricci) solo para impresionar a sus padres en su vuelta a casa, y lo que comienza como la peor de las decisiones se transforma en uno de los ‘chico conoce chica’ más tiernos de la década, a pesar de los numerosos rumores de desacuerdos entre su director, el self made man y outsider Vincent Gallo, y su equipo al completo. Con todo y más allá de las habladurías, 'Buffalo´66', el regreso del actor y cineasta al gélido escenario de sus tempranos años de vida, es una inesperada e inspiradísima road movie romántica heredera del mejor Wim Wenders y del espíritu Jim Jarmusch convertida, ya hoy, en cinta icónica del indie noventero.
>> Escena clave: El claqué de Layla en la bolera.
P. A. R.
Una madrugada, David Lynch oyó sonar el telefonillo de su casa y, tras descolgarlo, escuchó las palabras “Dick Laurent ha muerto”. Le bastó con esa anécdota para trazar junto a Barry Gifford –escritor al que ya había adaptado en 'Corazón salvaje'– un audaz viaje a lo inexplicable.
>> Personaje rompedor: El ‘hombre misterioso’ de Robert Blake, una figura siniestra dentro y fuera de la pantalla.
Y. G.
Da igual que el movimiento Dogma quedase en una pantomima y que su defensa de la austeridad técnica se olvidase con los años. El manifiesto firmado por Von Trier y su colega Thomas Vinterberg nos dejó una desgarradora cinta dirigida por este último, en la que un padre es acusado, en plena fiesta de cumpleaños, de haber violado a sus hijos.
>> La frase: “Hoy celebramos el sexagésimo cumpleaños del rey de la bañera”.
S. A.
'Annie Hall' fue película de misterio antes que obra maestra. Allen recuperó aquella trama caída en montaje 16 años después en su mejor comedia sobre el nido vacío. El destino (y los tabloides) hicieron el resto sustituyendo a una iracunda Mia Farrow por Diane Keaton, permitiéndole a la actriz volver a lucir sus chalecos y sus pantalones de tiro alto y a nosotros gozar de sus travesuras detectivescas en plena crisis de la edad madura. Las referencias a 'Perdición', 'Vértigo' o 'La dama de Shanghai' estaban bien –aunque la verdadera inspiración fuese 'La cena de los acusados'–, pero preferimos esa habilidad de Allen para rodar en planos secuencia en interiores neoyorquinos.
>> La frase: La más famosa es “Cuando escucho a Wagner durante más de media hora me entran ganas de invadir Polonia”, pero “Por favor, deja algo de locura para la menopausia” resume mejor la esencia del filme.
A. G. B.
De la fecunda y brillante creatividad del novelista James Ellroy y el visceral aplomo de Curtis Hanson brotó una película antigua en el mejor sentido de la palabra, en el más genuino y auténtico sentido. Una serie negra de los años 40 rodada 50 años después. Personajes que no ríen, que siempre sufren, que esconden quiénes son y qué sienten.
>> Personaje rompedor: Kim Basinger, la onda de su pelo, Veronica Lake en el recuerdo.
T. V.
“Va sobre un tipo con un polla gigante”. “Va sobre encontrar una familia […], la búsqueda de la dignidad y el afecto y el amor de todas las formas posibles”. Paul Thomas Anderson ha definido de muchas formas la película que le convirtió en el autor de culto que es hoy, que sí, también iba sobre la industria pornográfica, y transformó a Marky Mark en Mark Wahlberg.
>> La frase: Dirk Diggler: “Soy una estrella”.
I. C.
Solo dura un día (el 28 de mayo de 1976, el fin de las clases), pero este fresco impresionista con forma de ovillo de retratos teen contiene miles de mundos. Los de cada personaje, cada futura estrella (de Matthew ‘Alright, alright, alright’ McConaughey a Parker Posey o Ben Affleck) y su intoxicación con sueños de porvenir.
>> La frase: “Lo que me gusta de las chicas de instituto es que yo me hago mayor pero ellas siguen con la misma edad”.
D. D. P.
“No hay poder en el mundo que pueda cambiar el destino”, de las mejores frases publicitarias que se han escrito. El destino de Michael Corleone, sí, alumbrado al fin por Coppola en la culminación de una
trilogía fundamental para entender no solo la historia del cine sino el arte de nuestro tiempo.
>> Escena clave: Al Pacino chillando en las escaleras de la ópera con su hija muerta entre los brazos.
T. V.
El autor de 'Mi noche con Maud' y 'El rayo verde' logró captar la textura fílmica de las cuatro estaciones, culminadas en esta vendimia de conversaciones, una delicatessen íntima, donde la sencillez de una puesta en escena hecha de atardeceres, paseos y meriendas ahonda lo liviano y deja un poso de serenidad apabullante.
>> Personaje rompedor: La dulce y terca Magali (Béatrice Romand), viuda a la que su mejor amiga quiere buscar marido.
C. M.
Quizás Ed Wood fuese el peor director de la historia del cine, pero Tim Burton supo dibujar su retrato desde la empatía, reconociendo en él sus propias rarezas. Así, Johnny Depp mediante, construye un sentido homenaje a un hombre con más pasión que talento cuya relación con Béla Lugosi es un reflejo de lo que supuso para Burton conocer en su juventud a Vincent Price.
>> Personaje rompedor: Béla Lugosi, papel con el que Martin Landau obtendría su único Oscar.
S. A.
Una peculiar traducción para la historia de Alvin Straight (sincera, directa o recta, mejor). Tanto como la carretera que recorrió de Iowa a Wisconsin en un cortacésped para hacer las paces con su hermano y que Lynch filmó cronológicamente.
>> Personaje rompedor: Alvin en la piel de Richard Farnsworth, exdoble de acción que compartía con su personaje una enfermedad letal. Fue nominado al Oscar y se suicidó un año después para librarse del dolor.
A. G. B.
La cineasta de los cuerpos y el deseo (casi) nunca se ha mostrado tan sensual como filmando a los soldados de la Legión Francesa con la piel al sol de Yibuti, en entrenamientos, arrastrándose por salares, bailando en la disco local o engarzados en un juego de seducción y miradas que quema por dentro más que mil soles.
>> Escena clave: Denis Lavant se lanza a un baile extático y desaforado de 'Rhythm of the Night' en un espacio mental fronterizo entre la memoria y el anhelo.
D. D. P.
Coches, sexo y muerte se entrelazan en la adaptación de J. G. Ballard por parte de Cronenberg, transformando su hondura filosófica en formas metálicas y rituales rigurosos con el fetichismo de la propuesta. Bertolucci definió la cinta como una “obra maestra religiosa”, una transgresión del auto sacramental.
>> Escena clave: El coito de James Spader con la cicatriz en forma de vagina de la pierna de Rosanna Arquette.
P. A. R.
Con su primer filme rodado en Barcelona, una saga maternofilial en cuyo transcurso es inevitable no soltar alguna lágrima, el director manchego se alzó en 1999 con el Oscar, el Globo de Oro y el BAFTA. Protagonizada por Cecilia Roth, y con una monumental Marisa Paredes, 'Todo sobre mi madre' es el screwball drama sobre la familia por antonomasia y un filme del que hasta Quentin Tarantino se declara fan.
>> Personaje rompedor: Agrado (Antonia San Juan), la gran prostituta cinematográfica.
M. A. R.
Cuatro obras maestras en tres años, el cine de los 90 le debe al genio polaco un poso de identidad que es también un vínculo trascendente entre Este y Oeste de Europa. Esa conexión Varsovia-París, un pasadizo de música y amor, une a los dos personajes de Irène Jacob, perfecta para sublimar la tristeza que Kieslowski retrató como nadie.
>> Personaje rompedor: Weronika y Veronique (que iba a encarnar Andie McDowell), cosidas por la BSO de Zbigniew Preisner.
C. M.
La justicia y la injusticia, su aparentemente gruesa línea de separación, lo justo que puede encerrar lo injusto. De esto trata una película, basada en un cuento de Stephen King, que no hace sino ganar con el tiempo. La amistad de dos hombres (Tim Robbins y Morgan Freeman) que no se conocerían de no ser por una injusticia. Una paradoja sangrante, una más de las que hacen la vida mejor, y peor, claro.
>> La frase: “Las cosas buenas no hace falta entenderlas”.
T. V.
Tim Burton convirtió un poema homónimo que escribió en 1982 (cuando aún trabajaba en Disney) en un musical animado por stop motion, que no pudo dirigir porque estaba entre 'Batman vuelve' y 'Ed Wood'.
>> Personaje rompedor: Jack Skellington, un héroe huesuedo y sin ojos para el aún entonces inocente Disney. Hoy sacan pecho por él, pero en su momento intentaron que Burton y Selick, al menos, le pusieran ojos.
I. C.
En su primera colaboración con Johnny Depp, Tim Burton llegó a la gloria contándonos en clave su infancia en los suburbios de California. 'Eduardo Manostijeras' supuso el culmen del romanticismo gótico a través de la vida del extraño personaje con cuchillas en vez de manos, y el mayor shippeo cinéfilo entre Depp y Winona Ryder, por entonces la pareja de moda en Hollywood.
>> Escena clave: Ridley bajo la ‘nieve’.
M. A.R.
La revisión de la 'Emma' de Jane Austen en formato teen noventero ha perdurado en la memoria de todos, según demuestran homenajes como el que le rindieron Iggy Azalea y Charli XCX en el videoclip de su tema 'Fancy' (2014). Y hoy en día sigue siendo tanto una joya de la comedia screwball, repleta de diálogos memorables, como un manual de petardeo autoparódico y una tabla de salvación para adolescentes raritos (sin distinción de género, raza u orientación sexoafectiva) que necesitan desesperadamente un cambio de look a manos de Cher y sus amigas. Así pues, podemos afirmar que Jane Austen no solo habría estado orgullosa de ella: también se hubiera echado unas risas.
Y. G.
El 'King Kong' moderno, una proeza técnica bañada por una BSO que tararearás sin fin. Steven Spielberg consiguió que millones de niños creciésemos sabiendo distinguir un estegosaurio y un triceratops. Pero una vez pasada la ensoñación, nos quedamos para ver cómo la naturaleza se abría camino comiéndose a la gente.
>> Personaje rompedor: Ian Malcolm, pecho descubierto, meme instantáneo gracias al carisma de Jeff Goldblum.
S. A.
¡Maldito parné! Reflexión sobre la eterna lucha entre el intelectual y la industria del entretenimiento hollywoodiense, esta ganadora de la Palma de Oro es la mejor interpretación de la carrera de John Turturro.
>> Escena clave: El Hotel Earle, con ese papel pintado que se cae a cachos, es la pesadilla de cualquier interiorista… y lo será también de dos agentes de la ley cuando tengan un encuentro en un pasillo con un psicópata.
R. R. S.
En pleno auge (precaída y posterior auge) de sus carreras, Winona Ryder y Keanu Reeves fueron los amantes atormentados del vampiro filmado por Coppola. La sangre, los pelucones y el maquillaje gótico corrían a cargo de Gary Oldman. Toda uña postiza era poca para enfrentarse a Van Helsing (Anthony Hopkins).
>> La frase: “Jamás bebo... vino”, homenaje a Béla Lugosi ('Drácula', 1931).
J. Z.
Payne hizo de unas elecciones de instituto la crítica más feroz al sistema político (y social) estadounidense en esta pseudocomedia teen. Le bastó con el tour de force entre la mirada hastiada de Matthew Broderick y los labios fruncidos de Reese Witherspoon.
>> Personaje rompedor: Tracy Flick, definición de ambición rubia, es tu presidenta: lo mismo rompe matrimonios que pancartas sin despeinarse las ondas, y capta votantes con chicles.
J. Z.
Imagina que ideas con los colegas un decálogo de reglas para potenciar el realismo en el cine y en tu siguiente película te saltas todas las que te da la gana. Ese es el estilo Von Trier. El crudo naturalismo de esta hagiografía demuestra que el Dogma 95 era puro sermoneo.
>> Personaje rompedor: Bess, la primera mujer doliente del danés y el desarmante debut de una bendita Emily Watson.
D. D. P.
Antes de 'American Crime Story' o 'The Loudest Voice', Oliver Stone nos convenció de que todas esas revisiones de la historia reciente se podían condensar en una entretenidísima película de tres horas y media. Quizás no sea tan exacta como hubiera debido, pero resulta una de las obras más estimulantes de nuestro tiempo.
>> Escena clave: Los que no sabían lo que era la bala mágica y ya no lo olvidarán.
S. A.
Probablemente la mejor secuela de los 90. Es cierto que Terminator 2 sube la apuesta en lo que se refiere a las escenas de acción y los efectos especiales, pero quizá su secreto resida en lo entrañable de la relación entre el joven Connor (Edward Furlong) y Schwarzenegger, sublimando el icónico ( y traducido de aquella manera) “Sayonara, baby”.
>> Personaje rompedor: El T-1000 de Robert Patrick, un imparable villano.
S. A.
La santa indignación de Michael Haneke al ver 'Pulp Fiction' le llevó a denunciar la perversidad intrínseca de la violencia audiovisual con este filme tan puritano como sanguinario. Ironía gorda: los aficionados al terror (y al torture porn) acogieron 'Funny Games' como una obra maestra.
>> Escena clave: El mando a distancia. Con un sencillo rebobinado, el serial killer Paul (Arno Frisch) nos recuerda nuestra indefensión ante lo inevitable.
Y. G.
Pilar del cine independiente estadounidense, ese que el propio Tarantino llama “un movimiento legítimo” que tenía recursos y hacía taquilla. El chico de videoclub se marcó un homenaje múltiple al cine y debutó por todo lo alto en Sundance con la ayuda (económica) de Harvey Keitel, enamorado de su Señor Blanco. Le consiguió un millón y medio de dólares de presupuesto y un reparto estelar (cuando la idea inicial de Quentin era rodar con 30.000 dólares y colegas).
>> Escena clave: Buena música, baile y violencia, la santísima trilogía tarantiniana empezó con el Señor Rubio (Michael Madsen) y 'Stuck in the Middle With You'.
I. C.
Wes Anderson pensó en Academia Rushmore antes incluso que en 'Bottle Rocket', su ópera prima. Escribió el guion con su amigo Owen Wilson y los dos volcaron en él sus vidas y su imaginación con ecos de Roald Dahl. Para el protagonista, el soberbio Max Fischer, buscaban “un Mick Jagger de 15 años”: apareció Jason Schwartzmann. Fue su primera película.
>> Escena clave: La obra de Max, Serpico: todo su resentimiento en un teatro de instituto.
I. C.
Charlie Kaufman le envió a Francis Ford Coppola su guion sobre un titiritero que descubre en la planta 7’5 del edificio Mertin-Flemmer de Manhattan un portal al interior de John Malkovich. Quién sabe qué llevó al director de El padrino a confiar en esta premisa loca. ¿Destruir la reputación de su entonces yerno? No le salió nada bien.
>> Escena clave: Un restaurante lleno de Malkovichs: “¡Malkovich! ¡Malkovich! ¡Malkovich!”.
A. G. B.
Disney había vuelto a recuperar el tino desde el estreno salvador de La sirenita, pero Pixar fue un terremoto en Burbank. La lamparita saltarina reordenó el panorama creativo y empresarial de la animación a partir de este largometraje del hoy caído en desgracia Lasseter, que elevó a la categoría de aventura épica el instante en que los niños salían de su cuarto y se instauraba el libre albedrío de los juguetes.
>> Escena clave: La llegada de Buzz al planeta Andy, vista con cara de Mr. Potato.
C. M.
Tronco, esta película es una pasada. Tienes a los Coen haciendo su mandanga, a Jeff Bridges en modo Jesucristo, la movida de John Turturro con los Gypsy Kings… Una obra maestra, tío. La peña incluso empezó una religión. Te lo juro, hermano. El dudeismo. ¿No es flipante? Se basan en las enseñanzas de El Nota para promover la tranquilidad, el buen rollo y… mierda, ¿qué estaba diciendo? En fin, paz colega.
>> Escena clave: El número musical, tío. Con Kenny Rogers. Wow.
S. A.
Un drama erótico protagonizado por la pareja del momento (Tom Cruise y Nicole Kidman), que suponía el regreso de Kubrick 12 años después de La chaqueta metálica. Al último filme del genio, que tardó 400 días en rodarse, solo le hacía falta la muerte de este poco antes del estreno para crear aún más expectación. El resultado fue un baile alegórico de máscaras y capas, desconcertante, turbador, donde fantasía y realidad, celos e infidelidad, se daban la mano camino “al final del arco iris”.
>> Escena clave: Una sala repleta de gente enmascarada. Una figura con una túnica roja invita a Bill (Cruise) a entrar mientras los presentes lo acorralan. “Fidelio”. Una contraseña olvidada y una careta que cae como castigo. Notas musicales y otra orden: “Quítate la ropa, ¿o quieres que lo hagamos por ti?”.
J. Z.
No hay imagen cinematográfica que resuma mejor la idea del fin de la historia –tan efecto 2000– que el corolario de 'El club de la lucha', ese poético atentado con el que el protagonista (Edward Norton) a través de su némesis Tyler Durden (Brad Pitt) pretendía liquidar la economía de mercado. Es curioso cómo hay imágenes que nos anticipan el porvenir, pero la adaptación del libro de Chuck Palahniuk a manos de Fincher más bien se entronca con una narrativa en cierta boga en su día, la del hombre aburrido abierto a todo con el fin de sentirse vivo fuera del redil capitalista. 'El club de la lucha' es una obra cumbre, tanto en su forma como en su fondo, y de las que definen con más precisión la esquizofrenia y el vértigo de aquellos años.
>> La frase: “Me has conocido en un momento muy extraño de mi vida”.
P. A. R.
Libertad, igualdad y fraternidad. La última gran obra del polaco fue una trilogía consagrada a los colores de la bandera francesa que reunió a lo mejor del cine galo (Binoche, Riva, Delpy, Jacob, Trintignant) en torno a una anciana reciclando vídrio.
>> Escena clave: Justo cinco segundos. El plano del azucarillo empapándose de café mientras Binoche lo sujeta entre los dedos no podía durar ni una décima más, ni una menos.
D. D. P.
Elige una novela de culto de Irvine Welsh. Elige a un director comprometido como Ken Loach pero con ambiciones comerciales, como Danny Boyle. Elige una camada de actores británicos dispuestos a comerse el mundo. Elige una banda sonora buena que te cagas, capaz de convertirse en éxito por su propia cuenta. ¿Pero, para qué ibas a querer elegir eso? Pues porque los 90 fueron la década de la música indie y este fue su gran retrato generacional.
>> La frase: “El mundo está cambiando, la música está cambiando, las drogas están cambiando. Incluso los hombres y las mujeres están cambiando. Dentro de mil años ya no habrá tíos ni tías, solo gilipollas”, Mark Renton (Ewan McGregor), optimista antes de las redes sociales.
R. R.S.
“No sabía que quería ser directora hasta que leí 'Las vírgenes suicidas”, confesó la hoy cineasta de culto Sofia Coppola en el estreno de su ópera prima, adaptación de la novela debut del hoy también consolidado Jeffrey Eugenides. “Vi inmediatamente que la historia central hablaba sobre lo que la distancia, el tiempo y la memoria te hacen”, continuaba la hijísima de Francis Ford. “Los de mi generación tienden a quedarse en la adolescencia hasta bien entrada la edad adulta, eso es lo que le pasa al narrador”, explicó Eugenides. Por eso, aunque se hable de la terrible historia de las hermanas Lisbon (con Lux –Kirsten Dunst– como protagonista), el punto de vista es el de Trip Fontaine (Josh Hartnett) y sus amigos, obsesionados con aquellas chicas, ensoñaciones, que Coppola rodó puras, en colores pastel, “como fotografías” de un recuerdo.
>> La frase: “Obviamente, doctor, nunca ha sido una niña de 13 años”.
I. C.
Un violento cuento de hadas sobre encontrar el amor en el infierno. Lynch, que venía de montar el piloto de 'Twin Peaks', se enamoró de la historia de Sailor y Lula tal y como la contaba Barry Gifford, con toda su perversidad pulp. Le añadió una incombustible energía romántica, a Elvis, brujas buenas y un camino de baldosas amarillas que Nicolas Cage y Laura Dern recorren on fire hasta un final apoteósico: una de las Palmas de Oro más abucheadas de Cannes. “Love me tender, love me sweet”.
La frase: “Esta chaqueta de piel de serpiente representa mi individualidad y mi fe en la libertad personal”.
D. D. P.
Lo que comenzó como la sublimación del romance en Interrail se convirtió con los años en una de las exploraciones más fascinantes (y queridas) alrededor de las edades del amor, pero nada hacía presagiar que esta pequeña cinta de Richard Linklater sobre dos jóvenes que se enamoran durante una noche en Viena iba a ser la cúspide del romanticismo de la Generación X y venideras. Sea como fuere, el arranque de la historia de amor entre Jesse y Celine, repleta de escenas y diálogos memorables, puso en escena a la palabra como vehículo del deseo y nos recordó que cada conversación es determinante a la hora de trenzar la pasión. Incluso las más banales. Y el tiempo, claro. El tiempo por delante.
La frase: “A partir de mañana no nos volveremos a ver”.
P. A.R.
Sus tres horas y ocho minutos de duración han sido calificadas a posteriori por el propio Paul Thomas Anderson de despiadadas. No estamos de acuerdo. Su intento de hacer “una película pequeña” tras el éxito de 'Boogie Nights' es uno de los fracasos más afortunados de la historia.
>> Personaje rompedor: El gurú Frank T.J. Mackey, escrito para Tom Cruise después de que el actor le pidiese un papel. “Como recibir la llamada del presidente de los EE UU de Movielandia”, según PTA.
A. G. B.
Como ocurre con los espirituosos que se trasiegan los habitantes de Big Whiskey, tuvieron que pasar décadas de depuración hasta que Clint Eastwood fue capaz de conseguir destilar una narrativa tan sobria como la del Hollywood clásico y filmar el western crepuscular definitivo.
>> La frase: “He matado hombres. He matado mujeres y niños. He matado cualquier cosa que tuviera vida y se moviera. Y hoy he venido a matarte a ti, Little Bill”. William Munny, autodefiniéndose.
R. R.S.
Tras darse de bruces con la gran pantalla al frente de Alien 3, un Fincher reconocido por aquel entonces por los videoclips de Madonna y George Michael aseguró que prefería tener cáncer de colon a dirigir otra película. Suerte que aquel guion de Andrew Kevin Walker, ambientado en una ciudad sin nombre de serial killers y pecados capitales, era, más que cine, un sobrecogedor retrato de la depravación humana.
>> Escena clave: Aquella caja final en medio del desierto solo fue superada por los créditos iniciales de Kyle Cooper, páginas emborronadas de psicología asesina.
J. Z.
Es un tópico, sí, pero es verdad: el segundo largo de Quentin Tarantino no se entiende sin su contexto. Tras los blockbusterizados 80, resultaba pasmoso ver cómo un filme presuntamente indie (aún no sabíamos qué clase de bestia era Harvey ‘Manostijeras’ Weinstein) ponía en pie tanto al jurado de Cannes (Palma de Oro, recibida de manos de Clint Eastwood entre gritos de “¡fascista!”) como a los adolescentes que repetían de memoria sus diálogos mientras trataban de bailar 'You Never Can Tell' con la gracia de Uma Thurman y John Travolta, sin entender que en el fondo de todo aquello latía un cuento moral (¿evangélico?) sobre la futilidad de la violencia. Terroríficamente rentable en taquilla, 'Pulp Fiction' no es la mejor película de los 90, pero sí es la película que mejor explica lo que fue descubrir el cine en aquella década.
>> La frase: “La verdad es que tú eres el débil y yo soy la tiranía de los hombres malos. Pero me esfuerzo, Ringo, me esfuerzo con toda intensidad por ser el pastor”.
Y. G.
El miedo a los dentistas de Anthony Hopkins convenció a Jonathan Demme y a la figurinista Colleen Atwood de vestir de color blanco a su personaje, el psicópata Hannibal Lecter, una idea tan rocambolesca y efectiva como componer la voz del doctor como una mezcla de Truman Capote y Katharine Hepburn. Jodie Foster, por su parte, recibió ayuda del FBI, que en esa época buscaba reclutar agentes femeninas. La actriz, que sigue considerando este filme como una de sus películas favoritas, había intentado comprar los derechos de la novela de Thomas Harris sin éxito. Gene Hackman pretendía dirigirla él mismo e interpretar al refinado caníbal hecho a base de remedos (nunca mejor dicho) de los asesinos Ed Gein, Gary Heidnik y Ted Bundy, sin embargo, abandonó la idea ante el progresivo oscurecimiento del guion.
>> Personaje rompedor: Aunque su personaje, el impecable doctor Lecter, salía solo 24 minutos y 52 segundos en pantalla, Anthony Hopkins se llevó el Oscar a mejor actor protagonista, el único de sus cuatro nominaciones.
A. G. B.
No hay muchas películas capaces de hacerse un hueco en el calendario (2 de febrero, fiesta cinéfila), de introducirse en nuestro lenguaje sin recurrir a las cacicadas de la Academia (“El día de la marmota”) y de robarnos el corazón hasta identificarnos con un tipo insoportable que acaba enredado en la trampa capriana de comedia clásica de Harold Ramis. Obra maestra.
>> Personaje rompedor: Esos dos paisanos del café que exclaman “Es la historia de mi vida” al escuchar el drama de Bill Murray. Todos somos Phil.
C. M.
La entrada en el Copacabana steadycam mediante, el "gracioso por qué" ('funny how') de Joe Pesci, la cena italiana con la madre de Tommy (la propia madre de Martin Scorsese) y un sinfín de tiros, maquiavélicas muertes y demás momentos gangsteriles cortesía del hombre que revitalizó por completo el género en los 90 gracias a 'Casino' pero sobre todo a esta inmortal 'Uno de los nuestros'.
R.R.S.