De Joe Cornish, 88 min. Al colega de Edgar Wright lo atracaron unos chavales de South London y de ahí sacó la idea para contar una invasión alienígena de otra manera: con mucha garra de extrarradio en una topografía llena de guiños ci-fi.
De Richard Linklater, 80 min. Linklater pasó una noche caminando por Filadelfia con una chica a la que acababa de conocer y dirigió las dos primeras películas de esta trilogía esperando que su estreno los reconectase.
De Robin Hardy, 88 min. Los coros y danzas regionales como camino hacia el horror pagano, con guion de Anthony Shaffer ('La huella') y un Christopher Lee que se negó a cobrar y puso dinero de su bolsillo.
De Alfred Hitchcock, 80 min. En su primera película en Technicolor, Hitchcock sirvió la cena sobre un cadáver en una sola toma y dentro de un mismo escenario para reforzar la sensación de tiempo real. Una proeza técnica en plano secuencia.
De Henry Selick, 76 min. El romanticismo gótico de Tim Burton explotaba en su mayor expresión con esta joya del cine en stop motion. Sin embargo, Henry Selick sería el director del título.
De Stanley Kubrick, 88 min. Pocos retratos bélicos han reflejado mejor el horror de la guerra que este filme de Kubrick. Kirk Douglas, como coronel en plena misión durante la Primera Guerra Mundial, se hace con el control de la pantalla.
De Todd Browning, 64 min. Odiado por el púbico y mutilado por la censura, este brutal drama circense dejó una huella que su director no pudo anticipar. Compruébalo escuchando a los Ramones cantar 'Pinhead'.
De Taika Waititi, 86 min. “El mundo necesita algo ridículo”. Así comenzaba el pitch con el que Waititi y Jermaine Clement vendieron su mockumentary vampírico sobre tres compañeros de piso.
De Shane Carruth, 77 min. La película sobre viajes en el tiempo más rigurosa que hay. Carruth se ocupó de casi todo (dirección, guion, montaje, sonido) y tuvo el detalle de hacerla corta para que la veamos varias veces hasta entenderla.
De Akira Kurosawa, 88 min. La apoteosis del punto de vista narrativo: cuatro perspectivas de un mismo crimen en el Japón de los samuráis, banderazo visual a la inmersión del cine en la complejidad del relato. Nada más imitado que este Kurosawa.
De Roger Allers & Rob Minkoff, 88 min. Este Hamlet en el safari cuenta con varios récords en su haber. El más impresionante quizás sea haber pasado a la historia como el VHS más vendido: 55 millones de copias en todo el mundo. ¡Hakuna matata!
De Charles Chaplin, 87 min. Concebida por Chaplin como su primera película sonora e inspirada por una conversación del cineasta con Gandhi sobre cómo las máquinas estaban haciéndose con el poder. ¡Unos visionarios!
De Hayao Miyazaki, 86 min. Aclamada como la cumbre de Ghibli, la historia de este espíritu –tan famoso como Mickey Mouse en Japón– se estrenó junto a La tumba de las luciérnagas. Los productores temían que Totoro fuera muy para niños.
De Lynne Ramsay, 89 min. Lynne Ramsay adapta la novela de Jonathan Ames, con Joaquin Phoenix como exmarine convertido en justiciero a martillazos. Un papel que le valió el premio a mejor actor en Cannes.
De Woody Allen, 82 min. La maravillosa etapa ochentera de Woody Allen está llena de joyas por debajo de 90’, pero ninguna otra declara su amor al cine y nos hace perder la cabeza hasta atravesar la pantalla.
De Jonathan Glazer, 89 min. El Ben Kingsley que mató a Gandhi y el Ray Winstone más acongojado de su pétrea filmografía plasman un choque de gángsters bajo el sol de Marbella con el que Glazer dejó de ser el chaval de los videoclips molones.
De Mamoru Oshii, 83 min. Apisonando el manga original a golpes de Tarkovski y Ozu, Oshii logró uno de los primeros hitos internacionales del anime con una sesión de ciberpunk meditabundo sin la cual 'Matrix' nunca hubiese existido.
De Sergei M. Eisenstein, 70 min. 120 escalones tiene la escalinata de Odessa; parecen infinitamente más a lo largo de los 150 planos en apenas 7 minutos con los que Eisenstein dio al montaje su propia revolución.
De David Lean, 86 min. El 8 de mayo de 1945 se suspendió el rodaje y el equipo tuvo el día libre ya que las cámaras se requerían para grabar la celebración del día de la Victoria. Entre sus admiradores: Billy Wilder o Robert Altman. Nada…
De Majid Majidi, 89 min. El ladrón de zapatos. Las aventuras de un chavalín en busca de su calzado llevaron a la línea más De Sica del cine iraní (frente al poder rosselliniano de Kiarostami) a alcanzar un estreno en los cines de todo el mundo.
De Luis García Berlanga, 85 min. Las joyas de Berlanga (como 'Bienvenido, Mr. Marshall' y 'El verdugo') bajan de la hora y media. De las tres, esta sublimación entre risas de la amargura de la Nochebuena es la menos transitada: el pavito feo de nuestro cine.
De Noah Baumbach, 81 min. “Enseñarle la película a mi madre fue como cuando un gato le lleva a su dueño un pájaro muerto. Era un homenaje pero también una forma de rebelión”, recuerda Baumbach.
De Gabriel Cowperthwaite, 83 min.“Recuerdo la noticia: una orca había matado a la entrenadora Dawn Brancheau. Hablaba de resbalones, de que esto nunca pasa. Algo no cuadraba”, cuenta Cowperthwaite sobre el origen del documental.
De VV. AA., 64 min. El onirismo casi psicodélico, entremezclado con las melodías circenses y la triste historia del elefantito, convertían al instante la película en un clásico Disney, que aún nos hace soltar regueros de lágrimas.
De Gus Van Sant, 81 min. Los movimientos de la Steadicam de Harris Savides por los pasillos del instituto (el Columbine o cualquier escenario de tiroteos escolares) trazan la silueta de un elefante tan grande que no cabe en la habitación.
De Tom Tykwer, 81 min. 1581 transiciones en 71 minutos de acción (excluyendo los créditos), 100.000 marcos (unos 50.000 euros de la época) y la lucha entre el determinismo y el libre albedrío de Franka Potente.
De James Whale, 70 min. Escasas películas de terror soportan el paso del tiempo como esta. Desmembramientos de cadáveres y experimentos tenebrosos transportaban a la criatura de Mary Shelley a los cines con maestría.
De Kim Ki-duk, 88 min. Avanzadilla del cine coreano a principios de siglo, el cine de Kim Ki-duk ha perdido fuelle evocador pero algunas de sus composiciones hieráticas (este trío entre ellas) llegaron a dominar el mundo de la V. O.
De Josh Trank, 84 min. Josh Trank acabó tan quemado tras 'Cuatro Fantásticos' que ya no quiere saber nada del cine de superhéroes. Un género al que, curiosamente, había insuflado vida con la taquillera 'Chronicle', su debut.
De Pawel Pawlikowski, 82 min. Pawlikowski regresó a su Polonia natal para hacer el tipo de (gran) cine que realmente le llamaba. La herencia de Dreyer, Bresson o Hanoun para contar cómo una chica consigue adueñarse de su propia imagen.
De Don Siegel, 80 min. Una invasión alien para los EE UU de McCarthy. A partir de la novela de Jack Finney, Siegel, Walter Wanger y Daniel Mainwaring (en la ‘lista negra’) hicieron historia de la ci-fi.
De Stanley Kubrick, 84 min. ¿Qué podía salir mal? Una cuadrilla de fracasados, un día en las carreras y la (triste) historia de una maleta llena de billetes contada por ella misma. El primer plan fetén de Kubrick llegó en su tercera película.
De Wes Anderson, 87 min. Este libro de Roald Dahl, regalo de su madre, fue el primero que Wes Anderson poseyó. ¿Te gusta cómo va vestido el señor Fox? Puedes hacerte un traje a medida en el sastre del director.
De Krzysztof Kieslowski, 87 min. Capítulo de su magistral 'Decálogo', serie para la TV polaca sobre la impronta de los 10 mandamientos, Kieslowski lo convirtió en largo (junto a 'No matarás'), limó el final y mantuvo el misterio del hombre de blanco.
De John Carney, 86 min. Antecedente de exitosos títulos como 'Begin Again' o 'Sing Street', John Carney comenzaba su andadura en el cine musical a través del dúo melódico de Dublín, interpretado por los enternecedores Hansard e Irglová.
De Darren Aronofsky, 84 min. Una ópera prima con presupuesto nada euclidiano donde la numerología, la cábala, la visión alucinada de Nueva York en 16mm, el score de Clint Mansell y un montaje paranoico sumaron más que π.
De Robert Bresson, 76 min. “Oh, Jeanne. Para llegar hasta ti qué camino tan extraño he tenido que seguir”. El de una película perfecta que encapsula la sintaxis cinematográfica más rigurosa con el gesto habilidoso e imperceptible de un carterista.
De David Cronenberg, 87 min. ¿En qué estaba pensando Warhol cuando habló de “una 'La naranja mecánica' para los 80”? Ni idea, pero da igual: esta sátira purulenta, televisiva y sadomaso trasciende su época gracias a lo bien que la vivisecciona.
De Fred Zinnemann, 85 min. Un western improbable, con aire de thriller psicológico, con Grace Kelly pasada de encanto y, tic-tac, tic-tac, con un trasfondo antimacartista que devolvió la estrella a Gary Cooper.
De François Truffaut, 81 min. Sin dinero, ni guion y casi sin luz (que se lo digan a Raoul Coutard), el noir de Truffaut fue un intento de demostrar su influencia americana tras “lo francesa” que era 'Los 400 golpes'.
De Hong Sang-soo, 86 min. La única película de Hong sin Kim Min-hee en el último lustro voltea algunos de sus motivos (la mujer niega el déjà vu de los hombres) para acabar con una nota de concordia: la sandía es más refrescante que el melón.
De John Lasseter, 81 min. Y los juguetes cobraron vida. El estudio Pixar alcanzaba la gloria hace 25 años de la mano de Lasseter. El título se convertía en la primera película de animación en ser nominada al Oscar a mejor guion original.
De Ruben Fleischer, 88 min. Ladrones de La casa de papel: ciertos cazazombies ya usaron alias de ciudades en esta fiesta que ni Bill Murray quiso perderse. Haz cardio, ponte el cinturón y come Twinkies.
De Roberto Rossellini, 78 min. El durísimo viaje a la Alemania en ruinas recién acabada la II Guerra Mundial del director de 'Roma, ciudad abierta' y 'Paisà', nos vuelve a enfrentar al espectro de los perdedores, un combate nulo entre esperanza y realidad.
De Daviz Zucker, Jim Abrahams & Jerry Zucker, 88 min. A Leslie Nielsen, un galán de segunda fila con fama de bromista behind the scenes, se le aparecieron tres letras milagrosas. Esas letras eran “ZAZ”, y gracias a ellas y al mejor spoof de todos los tiempos empezó a ganarse la inmortalidad haciendo el payaso frente a la cámara.
De Larry Charles, 84 min. Cómo olvidar ese icónico bañador verde. Sacha Baron Cohen nos escandalizaba una vez más con el papel del reportero kazajo, en la búsqueda ardua de las virtudes norteamericanas. Una crítica demente a EE UU.
De Orson Welles, 87 min. La fascinación por una mujer (Rita Hayworth), contada por el cineasta que mejor se dejaba seducir por sus pasiones. Welles se pone la gorra de capitán del noir, lo sienta ante el espejo y ofrece lecciones de cine eternas.
De F. W. Murnau, 77 min. Lenguaje cinematográfico en su máxima expresión, libre de préstamos del teatro, la pintura o la literatura (casi sin intertítulos), pero con un Emil Jannings tan hiperbólico como la cámara omnipotente de Murnau.
De Jim Jarmusch, 89 min. El reencuentro de dos primos (en el corto original) provocó esta revolución tranquila, neoyorquina, en blanco y negro, al ritmo del 'I Put a Spell on You' de Screamin’ Jay Hawkins. Cumbre indie.
De Mervyn LeRoy, 79 min. Rodado en plena Depresión, con la Ley Seca vigente, el pequeño César del hampa inmortalizado por Edward G. Robinson cinceló para siempre el perfil mítico del género gangsteril.
De Otto Preminger, 88 min. La exquisita presencia de Gene Tierney, viva o muerta, tanto da, es capaz de enamorar a toda una nómina de hombres patéticos, completamente trastornados por el misterio (y el crimen) que la envuelve. Magistral.
De Fritz Lang, 89 min. Arde la ciudad, arde el café hirviendo que Lee Marvin (un sicario inolvidable) arroja al rostro de Gloria Grahame y arde el cine negro en una de sus cumbres, con un Glenn Ford que pone la mejilla que Gilda le dejó libre.
De Wolfgang Reitherman, 78 min. “¡No vamos a cantar para el puto Ratón Mickey!”, clamó Lennon cuando Disney cortejó a los Beatles para este filme: las necesidades del de Liverpool eran distintas de las de Baloo.
De Zaza Urushadze, 87 min. Mandarinas ante el espanto de la guerra. La rebeldía del estonio Ivo, ante el estallido de la independencia georgiana en los 90, no impedía que las entrañas de la guerra acabaran habitando su propio hogar.
De Lukas Moodysson, 89 min. 'Love Is Love', 'F- Åmål' y 'Show Me Love'. Así se “suavizó” el título original de esta ópera prima en República Checa, Israel o EE UU. Retrato teen de iniciación lésbica, casi superó a 'Titanic' en la taquilla sueca.
De Clyde Bruckman & Buster Keaton, 67 min. El mayor fracaso de Keaton, actor, productor y codirector junto a Bruckman. Sin embargo, la película muda se convertiría en una de las mejor valoradas por instituciones como el AFI.
De Tobe Hooper, 83 min. La dialéctica entre los EE UU rurales y los urbanitas, expresada a motosierrazos en un filme sin apenas sangre: su poder terrorífico viene de su puesta en escena y su innovadora BSO.
De Todd Solondz, 88 min. Dawn Wiener (aquí, Heather Matarazzo) podría ser el personaje más desgraciado de la filmografía de Solondz, que ya es decir. Su sufrimiento infantil hizo famoso al director.
De Pedro Almodóvar, 88 min. “Tomate, pepino, pimiento, cebolla, una puntita de ajo, aceite, sal, vinagre, pan duro y agua. El secreto está en mezclarlo bien”. Nadie borda el gazpacho como Carmen Maura.
De John Carpenter, 89 min. ¿Qué prefieres: psicópata enmascarado o piratas fantasmas? Tras 'La noche de Halloween', Jamie Lee Curtis se asocia de nuevo al cowboy apocalíptico de la serie B, con su madre Janet Leigh ('Psicosis') como carabina.
De Henry Cornelius, 84 min. Los restos arqueológicos más entrañables de la historia del cine provocan la independencia de un barrio del centro de Londres Una delicia de la Ealing llena de equívocos y de bobbies.
De Leo McCarey, 69 min. La gran obra marxista. Por McCarey, por esa Freedonia parodiada mirando a Europa (en 1933), por las andanadas de Rufus contra Mrs. Dumont, por la secuencia del (no) espejo entre Groucho y Harpo. Por todo.
De Rob Reiner, 82 min. ¿Cuántos de sus gags han pasado al acervo del mundillo musical? Mejor contamos los que no, y así tardamos menos. Cuidado, bateristas: su visionado puede haceros temer por vuestras vidas.
De Ingmar Bergman, 85 min. No es raro que Bergman escribiese el guion de 'Persona', el llamado “Monte Everest del análisis cinematográfico”, durante una convalecencia por envenenamiento. Si llegas a la cima te convalidan Psicoanálisis I y II.
De Richard Lester, 87 min. El primer filme de los Beatles engarzó sus canciones con los modos del Free Cinema y la Nouvelle Vague. Por si eso fuera poco, generó uno de los mejores álbumes del cuarteto.
De Jaume Balagueró & Paco Plaza, 78 min. La última versión de guion ya incorporaba un dibujo del edificio con cada una de las viviendas e inquilinos, desde la familia china hasta el peluquero gay (a quien, para entenderse, los directores llamaban Jesús Vázquez).
De William Dieterle, 86 min. El cine clásico se vuelve sobriamente fantástico a través del encuentro a retazos impresionistas de un aspirante a pintor (Cotten) que halla la inspiración en una joven (Jennifer Jones) que abre una brecha al misterio.
De Trey Parker, 81 min. La irreverente pandilla saltaba de la pequeña a la gran pantalla en una alabanza a la libertad de expresión. Stan, Kyle, Cartman y Kenny causaban una guerra entre países por el vocabulario de un título canadiense.
De Tom McCarthy, 89 min. Apellidada 'Vías cruzadas' por su deje altmaniano, esta cálida reunión de corazones rotos (Dinklage, Williams, Cannavale, Clarkson) confirma la insólita e interesante filmografía de su director.
De Joel Schumacher, 81 min. En los 60, Larry Cohen estuvo a punto de que Hitchcock filmase su guion. Sería Schumacher (post-Batman) quien dirigiese al fin este thriller que tardó más de 30 años en producirse y menos de 12 días en rodarse.
De Michael Winterbottom, 88 min. Buscador infatigable de retos, Winterbottom recurre al realismo cámara en mano para retorcer almas con el drama de la inmigración. Han pasado casi dos décadas, pero los camiones de carne humana son los mismos.
De Ben Stiller, 89 min. Ben Stiller y los morritos más cotizados de la pasarela. La torpeza del celoso supermodelo nos situaba ante una comedia efectista, cuyo éxito radica en el humor más simplón, que engancha y nos hace reír constantemente.
De Max Ophüls, 87 min. Ophüls adaptó la novela de Zweig convirtiéndola en la carta más romántica –en todos los sentidos– de la historia del cine. Recordemos: “El honor es un lujo que solo los caballeros se pueden permitir”.
De Roger Corman, 86 min. Corman siempre se tomó libertades adaptando a Poe, pero aquí rizó el rizo convirtiendo el lóbrego poema del pajarraco en una fantasía jocosa con Peter Lorre, Boris Karloff, Vincent Price y un Jack Nicholson pipiolo.
De Edgar Neville, 85 min. Fernán Gómez y su caballo Bucéfalo, el último en una caballería recién motorizada, nos llevan a pensar en esta cima de Neville. Qué a gusto galoparían por la Gran Vía estos días.
De Abbas Kiarostami, 83 min. A Ahmed, el niño de 8 años protagonista de la obra maestra sobre cuyos caminos en zigzag discurrirán el resto de maravillas de la filmografía de Kiarostami, se le plantea la mayor de las aventuras: devolver a tiempo a su compañero de clase el cuadernillo de ejercicios que le ha quitado por error. Ríete tú de los Goonies.
De David Lynch, 89 min. Lynch vivía ilegalmente en los establos del American Film Institute donde rodaba su primer filme, una pesadilla febril sobre la paternidad y la decapitación. Pensar que se hizo a la vez que 'Star Wars' te vuela la cabeza.
De Steven Soderbergh, 89 min. Cineasta multitarea, pero siempre bien perfilado, Soderbergh se pone el mono de director de thriller violento, y envía a Terence Stamp a LA para vengar la extraña muerte de su hija en un habitat que no entiende.,
De Matt Reeves, , 85 min., Comandada por Reeves, J.J. Abrams (productor) y Drew Goddard (guionista), esta monster movie por videocámara o Godzilla digital, rodada en apenas 34 días, trascendió convencionalismos del género.
De Vittorio De Sica, 89 min. Del trabajo entre De Sica y el guionista Zavattini salían emociones eternas (pese a durar menos de 90’, como 'El limpiabotas' y 'Ladrón de bicicletas'). Un anciano, su perrito y su pensión, milagro de la superviencia de posguerra.
De Ken Loach, 89 min. Lo que un padre obrero en paro en la Inglaterra post Thatcher es capaz de hacer para que su hija tenga su traje de comunión solo lo sabe Ken Loach, enorme al retratar las contradicciones sociales entre la risa y el dolor.
De Patrice Leconte, 82 min. La peluquería como paraíso fetichista. Leconte hace honor a su apellido para sazonar el cuento y llenar de sensualidad la explosión de Anna Galiena y el carisma de Jean Rochefort.
De Steven Knight, 85 min. La inspiración le llegó en Redención. Knight estaba editando una escena nocturna cuando pensó: ‘Tanto artilugio no es necesario’. Le bastó con Tom Hardy al volante de un BMW para probar esta teoría.
De Sam Raimi, 85 min. Como ayudante de la montadora Edna Paul, a Ethan Coen le tocó poner orden en esta espartana y diabólica ordalía. Cuatro años después, Raimi se lo agradeció produciéndoles 'Sangre fácil' a él y su hermano Joel.
De Ben Wheatley, 88 min. Alice Lowe y Steve Oram llevaban años moviendo sin éxito a sus turistas rurales psicópatas hasta que Edgar Wright les encaminó hacia el director de 'Kill List', que de pasarlo mal en el campo sabe lo suyo.
De Samuel Fuller, 80 min. El Production Code la reprobó por ser “excesivamente bruta y sádica contra hombres y mujeres”. Después de la censura, se mantiene violenta y sexy; así eran los noir de Fuller. Con este aprendió Bresson a birlar carteras.
De Sean Baker, 88 min. La mejor fábula de Navidad reciente está protagonizada por dos prostitutas transgénero y bañada por el sol angelino; tanta luz se refleja en la pantalla del iPhone empleado para grabarla en sus escenarios reales.
De Mel Brooks, 88 min. Tras haber luchado contra el III Reich, a Brooks le sobraban ganas de reírse de Hitler: cómo si no iba a concebir un musical nazi estrenado en Broadway por dos truhanes judíos (Gene Wilder y Zero Mostel).
De John Ford, 73 min. El hombre que hacía westerns se lleva la vaquerada a la Mesopotamia de la I Guerra Mundial, donde una patrulla inglesa es asediada en el desierto por un enemigo invisible que convierte la aventura en psicoterapia.