Considerando qué aparatosa fue su caída, la suya quizá sea la rehabilitación más notoria de la historia de Hollywood. Tras obtener un éxito temprano a bordo de ‘El cazachicas’ (1987) ,’Golpe al sueño americano’ (1987) y ‘Air America’ (1990), con 20 años fue nominado al Oscar por su trabajo en el centro del biopic ‘Chaplin’ (1992). Después de ser arrestado por posesión de heroína, cocaína y una pistola en 1996, durante los siguientes cinco años vivió estancias en la cárcel e intentos de rehabilitación seguidos de recaídas en la adicción.
Su buen amigo Mel Gibson lo rescató para que coprotagonizara ‘El detective cantante’ (2003) junto a él, y más tarde participó en películas aclamadas como ‘Kiss Kiss Bang Bang’ (2005), ‘Buenas noches, y buena suerte’ (2005) y ‘Zodiac’ (2007). Y, entonces, Iron Man llegó a su vida para cambiarlo todo.
El valor de Brendan Fraser en la industria se disparó a finales de los 90 gracias a su participación en comedias como ‘George de la jungla’ (1997), dramas de prestigio en la línea de ‘Dioses y monstruos’ (1998) y taquillazos como la trilogía ‘La momia’. Sin embargo, después de eso sufrió varios reveses que lo empujaron a la depresión y la reclusión; por un lado, sucesivos problemas de salud; por otro, heridas emocionales derivadas de un divorcio y de la muerte de su madre.
En medio, los presuntos abusos sexuales de los que fue víctima a manos de Philip Berk, en su día presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA). Como resultado, hace una década ya nadie parecía acordarse de él. Pero ahora, sorpresa, Fraser es favorito a ganar el Oscar gracias a su trabajo en la nueva película de Darren Aronofsky, ‘La ballena’.
Darren Aronofsky ya facilitó una resurrección actoral anteriormente, al escoger a Mickey Rourke como protagonista de su cuarto largometraje, ‘El luchador’ (2008). En sus inicios Rourke había participado en clásicos como ‘Diner’ (1982) y ‘La ley de la calle’ (1983), y logrado la popularidad masiva gracias a ‘9 semanas y media’ (1986). Mientras su reputación de actor problemático se extendía por Hollywood, decidió desatender el cine para hacer carrera en el boxeo profesional.
Es cierto que ‘Sin City’ (2005) ya supuso un primer paso en su recuperación artística, pero ‘El luchador’ completó el proceso -en buena medida, gracias a los paralelismos entre personaje e intérprete que invitaba a trazar- y de paso le proporcionó una nominación al Oscar. Desde entonces, eso sí, la historia se ha repetido y Rourke ha desperdiciado su segunda oportunidad a base de interpretaciones mediocres, cirugías faciales cubistas y actitudes erráticas.
Miembro de una dinastía perteneciente a la realeza actoral, el éxito monumental que experimentó con solo 7 años gracias a ‘E.T. El extraterrestre’ (1982) fue demasiado para ella. Como tantos otros actores infantiles, cayó en la adicción al alcohol y las drogas; intentó rehabilitarse, y también intentó suicidarse. Nunca dejó de trabajar, pero permaneció en el purgatorio de la serie B hasta mediados de los 90.
'Nunca me han besado’ (1994) y ‘Los ángeles de Charlie’ (2000) son las películas que certificaron su resurgir, porque le permitieron demostrar su potencial taquillero y a la vez iniciar una exitosa trayectoria como productora. Actualmente triunfa también como presentadora de un ‘talk show’ y empresaria de cosméticos, vinos y ropa.
Estaba solicitadísimo en el ámbito de las comedias románticas, pero una serie de fracasos sonados de crítica y público -¿alguien ha visto ‘Surfer, dude’ (2008)?- lo llevaron a abandonar la profesión durante dos años. En ese tiempo debió de llegar a varias conclusiones valiosas, porque a su regreso protagonizó dramas aclamados como ‘El inocente’ (2011), ‘Killer Joe’ (2011), ‘Magic Mike’ (2012) y ‘El lobo de Wall Street’ (2013), y ganó al Oscar por su interpretación de un enfermo de sida en ‘Dallas Buyers Club’ (2013).
Dada la cantidad de tropiezos en la taquilla que ha tenido desde entonces -’El bosque de los sueños’ (2015), ‘La torre oscura’ (2017), ‘The Beach Bum’ (2019)-, necesita con urgencia un nuevo periodo de reflexión.
‘Cold Mountain’ (2003) le proporcionó el Oscar solo un año después de haber sido nominada al premio por primera vez gracias a ‘Chicago’ (2002) pero, sorprendentemente, a partir de entonces su carrera fue cuesta abajo. En 2010 decidió ponerla en suspenso, y cuando años después se reincorporó al mercado lo hizo luciendo un rostro muy, muy cambiado. La guasa colectiva no la distrajo, y consiguió el papel protagonista en ‘Judy’ (2019), el ‘biopic’ de Judy Garland que le acabó dando su segunda estatuilla. De momento, nada más.
CinemaníaTriunfó como actor cómico a bordo de películas como ‘Las locas peripecias de un señor mamá’ (1983) y ‘Bitelchús’ (1988) antes de ponerse el disfraz de hombre murciélago en ‘Batman‘ (1989) y ‘Batman vuelve’ (1992). Tras quitárselo, encadenó personajes cada vez menos relevantes y perdió visibilidad.
Reapareció en el centro de ‘Birdman’ (2014), con un papel que tenía mucho de autorreferencial -un actor que trata de recuperar la gloria pasada- y que le proporcionó un Globo de Oro y una nominación al Oscar. Desde entonces ha brillado en ‘Spotlight’ (2015), ‘El fundador’ (2016), ‘Spider-Man: Homecoming’ (2017) y ‘El juicio de los 7 de Chicago’ (2020).
Logró un gran éxito tanto con ‘Fiebre del sábado noche’ (1977) -que además lo convirtió en candidato al Oscar- como con ‘Grease’ (1978), pero su carrera entró rápidamente en declive cuando encadenó varios fracasos comerciales al tiempo que rechazaba los papeles protagonistas de ‘American Gigolo’ (1980) y ‘Oficial y caballero’ (1982) -Richard Gere le debe un par de rondas-.
Tarantino le dio nueva vida artística al regarlarle el papel de Vincent Vega en ‘Pulp Fiction’ (1994), que le proporcionó su segunda nominación a la estatuilla, pero en 2000 se empeñó en protagonizar ‘Campo de batalla: La Tierra’, que muchos interpretaron como un intento de suicidio profesional, y no ha llegado a reponerse.
En los años 50, gracias a ‘Un tranvía llamado deseo’ (1951) y ‘La ley del silencio’ (1954), redefinió la profesión actoral y el concepto de estrella, pero no pasó mucho tiempo antes de que las malas elecciones profesionales y su comportamiento excéntrico lo convirtieran en una patata caliente para Hollywood.
Resurgió a lo grande para encarnar a Vito Corleone en ‘El padrino’ (1972), y fue similarmente aclamado tras protagonizar ‘El último tango en París’ (1972) y ‘Apocalypse Now’ (1979), pero entonces desapareció de la pantalla durante casi una década. La mayoría de los personajes que encarnó hasta su muerte en 2004 son un despropósito.
En la década de los 30, durante un tiempo, se la consideró veneno para la taquilla por sus maneras andróginas, su bisexualidad y su talante arrogante. Se alejó de Hollywood para protagonizar la obra teatral ‘Historias de Filadelfia’, y su triunfo sobre los escenarios convenció al que por entonces era su compañero sentimental, Howard Hughes, de que aquel texto sería el vehículo ideal para el regreso al cine de la actriz.
Tras hacerse con los derechos de adaptación, el magnate vendió el proyecto a los estudios Metro Goldwin-Mayer con la condición de que ella protagonizara la película. Fue el reinicio de una trayectoria cinematográfica gloriosa.
En 1997, ya con un Oscar en su vitrina -gracias a ‘Mi pie izquierdo’ (1990)- y justo después de estrenar ‘The Boxer’, decidió que era hora de tomarse un descanso. Se fue a vivir a Florencia y se hizo aprendiz de zapatero, y con el tiempo llegó a dominar el oficio.
En 2002 cayó en la tentación de regresar al cine para coprotagonizar ‘Gangs of New York’, de Martin Scorsese, y luego ganó sendas estatuillas más gracias a ‘Pozos de ambición’ (2008) y ‘Lincoln’ (2013). Pero la llama se apagó de nuevo: tras protagonizar ‘El hilo invisible’ (2017), volvió a retirarse.
Dejó el cine temporalmente para ejercer de gobernador de California. Ocho años después, la ley que limita el número de mandatos le obligó a dejar el cargo, y ser austriaco de nacimiento le impidió presentarse como candidato a la presidencia de Estados Unidos. Durante su periplo como líder político fue objeto de numerosas acusaciones de conducta sexual inapropiada, y se reveló que había tenido un hijo con una de sus empleadas.
El público, en todo caso, no se lo tuvo muy en cuenta. Participó tanto en las tres películas de ‘Los mercenarios’ estrenadas hasta la fecha como en la quinta y la sexta entregas de la saga ‘Terminator’; ninguna de las otras películas que ha protagonizado entre tanto puede considerarse un éxito, pero ha trabajado de forma ininterrumpida.
El romance que inició con el director Roberto Rossellini en 1950, durante el rodaje de ‘Stromboli’, propició el fracaso comercial de la película y la convirtió a ella en una apestada a ojos del público estadounidense. Afortunadamente siguió encontrando trabajo en Europa, y durante varios años protagonizó películas en Italia, Alemania y Francia.
Ya casada con Rossellini, finalmente regresó a Estados Unidos, y resultó que los espectadores no le guardaban rencor. ‘Anastasia’ (1956), su siguiente película, triunfó en taquilla y le proporcionó su segundo Oscar.
Títulos como ‘Escuela de jóvenes asesinos’ (1988), ‘Bitelchús’ (1988) e ‘Inocencia interrumpida’ (1999) cimentaron su popularidad, y sendas nominaciones al Oscar por ‘La edad de la inocencia’ (1993) y ‘Mujercitas’ (1994) la convirtieron en actriz de prestigio. En 2001, sin embargo, fue arrestada por hurto y posesión de drogas, y su carrera se detuvo de forma abrupta.
Pasó 15 años entre papeles secundarios y películas de serie B hasta que la serie ‘Stranger Things’ le ofreció un renacer profesional. Forma parte del reparto de ‘Haunted Mansion’, uno de los potenciales ‘blockbusters’ de Disney de cara a 2023.
Una vez en la cima, se empeñó en escoger proyectos condenados de antemano al fracaso, como ’Una relación peligrosa (Gigli)’ (2003) y ’Sobreviviendo a la navidad’ (2004); sus sucesivos pasos en falso lo convirtieron rápidamente en asunto de chistes, y su imagen se vio aún más perjudicada a causa de la adicción al alcohol.
Nadie esperaba lo que pasó después: su debut tras la cámara, ‘Adiós pequeña, adiós’ (2007), le dio una sólida reputación como cineasta y, de rebote, volvió a hacer de él un actor respetable. Seis años más tarde ganó un Oscar a la Mejor Película gracias a ‘Argo’, que dirigió y protagonizó. Lleva casi 10 años sin tener un éxito semejante pero, al menos, en ese tiempo no ha aparecido ni realizado una sola película abiertamente risible. Ni siquiera 'Aguas profundas'.
Encarnar al agente del FBI Johnny Utah en la película de culto ‘Le llaman Bodhi’ (1991) lo convirtió en una estrella, y su brillo siguió aumentando tras protagonizar ‘Speed’ (1994). La saga ‘Matrix’ le aseguró un lugar privilegiado en la cultura popular, pero luego participó en una sucesión de películas que el público decidió ignorar.
Parecía condenado al submundo del cine estrenado directamente en bluray cuando, una década después, reventó inesperadamente la taquilla con el ‘actioner’ ‘John Wick’. ¿Qué más decir? La cuarta entrega de la saga se estrenará en marzo.