Hay automóviles que se adelantan a su tiempo, modelos que aportan desde diseños que en un principio parecen de fuera de este planeta pero que terminan siendo el pan de cada, hasta soluciones tecnológicas que no son comprendidas en su época pero que anticipan avances y conceptos que acabarán llegando al mundo del automóvil. Este ha sido el caso de muchos coches a lo largo de la historia, desde el Citroën DS21, el primer coche de producción en llevar frenos de disco, tan comunes hoy en día; al Buick Riviera de 1986, pionero en montar una pantalla táctil en su interior; pasando por el Toyota Prius o por el protagonista de nuestra historia: el Opel Ampera-e.
OpelEste modelo alemán revolucionario fue recibido con bastante expectación en su estreno europeo, estreno que llegó en el Salón del Automóvil de Ginebra en 2009, para dos años más tarde, en 2011, comenzar a ser comercializado. En apariencia se trataba de una berlina más prepara para competir en el segmento C; con 4 plazas, 4,5 metros de largo, 310 litros de maletero y un diseño moderno y de corte deportivo. Pero la gran sorpresa no estaba a simple vista, la escondía bajo su carrocería.
OpelA principios de la década pasada, un coche eléctrico era un producto de nicho, con los puntos de recarga públicos y privados siendo aún más escasos que en la actualidad y el público temiendo quedarse sin batería en medio del trayecto sin ninguna electrolinera cerca. Sin embargo, Opel había trabajado para que esta no fuera la tónica habitual y, de hecho, también se investigó en la velocidad de la propia carga, con una batería de iones de litio de 60 kWh que podía llenarse hasta el 100% de su capacidad en 4 horas.
OpelEl funcionamiento de este Opel Ampera-e no era como el de la gran mayoría de vehículos eléctricos o híbridos enchufables, éste unía una autonomía eléctrica de entre 55 y 60 kilómetros, suficiente para cubrir la gran mayoría de trayectos diarios, con un motor gasolina que actuaba como generador si el marcador de autonomía llegaba a cero. Así, el Ampera-e recurría a las mismas tecnologías que los actuales modelos híbridos enchufables de la firma como el Opel Astra PHEV, pero dando todo el protagonismo a la propulsión eléctrica, como hace Nissan con sus modelos e-Power ahora.
El peso principal de mover el Ampera-e hasta los 110 km/h recaía sobre un motor eléctrico de 151 CV asociado a una batería y a un motor eléctrico auxiliar de 73 CV que, además podía generar energía. Si la autonomía se agotaba, el motor de gasolina 1.4 y 86 CV entraba en acción. Sin embargo, este propulsor no tomaba las riendas del Ampera-e, sólo funcionaba como un generador más, alimentando la batería y proporcionando energía a la cadena de tracción eléctrica principal. Por su parte, el reparto de tareas estaba gestionado por una caja de cambios automática con tres embragues.
OpelLa originalidad de esta solución convenció a los expertos y el Opel Ampera-e logró hacerse con el título de vencedor en el prestiogioso certamen de ‘Coche del Año e Europa’ en 2012. Por desgracia, el público aún no estaba preparado, como tampoco lo estaban para pagar el alto precio que se pedía por él. Sin embargo, doce años después de su lanzamiento y cuatro tras su retirada del mercado, el Ampera-e de Opel sigue demostrando un su carácter visionario como vehículo de ocasión,, mercado en el que está ganando una creciente popularidad por su fiabilidad, su confort, sus prestaciones, ser uno de los pocos etiqueta 0 del mercado de ocasión cuyo precio no es prohibitivo, y por la ventaja de contar con dicha etiqueta en el prabrisas.
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