La Gran Barrera de Coral es nada más y nada menos que el organismo vivo más grande de la Tierra. Se extiende a lo largo de 2.300 kilómetros frente a la costa australiana de Queensland, comprende miles de arrecifes y cientos de islas y es el hogar de una enorme cantidad de especies marinas.
El Parque Nacional Fiordland acoge el impresionante fiordo Milford Sound, una de las atracciones naturales más espectaculares de Nueva Zelanda. Aquí se combinan los escarpados picos montañosos con los lagos de aguas limpias y los verdes bosques.
En mitad de la inmensidad del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta se alza el imponente monte Uluru. Este enorme monolito de arenisca y 348 metros de altura es un lugar sagrado para los pueblos aborígenes australianos.
Las Islas Chelbacheb (o Islas Rocosas) comprenden 445 islotes de origen volcánico, despoblados y con una curiosa forma de hongos. Además, están rodeados por lagunas de aguas turquesas y arrecifes con 385 especies diferentes de corales.
A 600 kilómetros al este de Australia se abre paso la paradisiaca isla de Lord Howe, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En este aislado territorio nos esperan playas de arena blanca, paisajes volcánicos y numerosas especies endémicas.
La Isla de Stewart (o Rakiura, el nombre original maorí) es un auténtico paraíso virgen libre de la explotación turística. La diversidad de ecosistemas es asombrosa, y es que encontraremos desde playas totalmente vacías hasta humedales y bosques de helechos, y si tenemos suerte podremos ver algún que otro kiwi, ave endémica de Nueva Zelanda.
Mark Watson / Highlux Photography