A 35 kilómetros al sur de Florencia, en la cima de una colina, en el valle del Chianti, que tan bien representa la imagen clásica de la campiña toscana. Más allá de sus preciosos paisajes naturales existen pueblos medievales como este, dominado por un castillo en torno al cual se arremolinan sus casas de piedra, siempre rebosantes de flores. Una fortificación con forma elíptica abraza Montefioralle, en cuyo punto más alto se eleva la iglesia de Santo Stefano, del siglo XVII.
Getty Images/iStockphotoAntes de visitar este pueblo de la provincia de Arezzo repasemos su historia. Aquí tuvo lugar, en 1440, la batalla de Anghiari, en la que las tropas florentinas derrotaron a las milanesas, permitiendo así que Florencia pudiera hacerse cargo de su gobierno. Una confrontación que pintó Da Vinci en un lienzo que se perdió. Así nos lo cuentan en el Palacio Marcozzo, uno de los edificios de obligada visita en este hermoso borgo medieval, en una colina con vistas al alto valle del Tíber.
Andrea Zanchi PhotographyEn la Maremma grossetana, a 195 kilómetros de Florencia, emerge este silencioso pueblo conocido como la Pequeña Jerusalén por la importante comunidad judía que aquí se asentó en el siglo XVI. Excavado en la toba, sobre rocas que forman casi un acantilado, es, con sus casas de piedra y estrechas calles, todo un imán para el que viene de fuera. Imprescindibles, el Museo de la Cultura Judía, el Palacio Orsini y las vías cave de los alrededores, excavadas por los etruscos.
Getty Images/iStockphotoEntre los Apeninos tosco-emilianos y el majestuoso anfiteatro de los Alpes Apuanos, apenas a 38 kilómetros de la romántica Lucca, sobre un espolón rocoso. Estas son las coordenadas para encontrar este pueblo amurallado, dominado por un castillo, al cual se accede a través de tres puertas: Porta Reale, Porta Macchiaia y Porta di Borgo. Entre plazas y pasadizos llegaremos hasta la Catedral de San Cristoforo, toda una joya del románico.
Getty Images/iStockphotoEn el mar Tirreno, al suroeste de la provincia de Grosseto, la isla de Giglio, con su pintoresco puerto y sus fantásticas playas, es un lugar mágico. A 400 metros de altitud sobre el nivel del mar, rodeado de imponentes murallas, con torres circulares y rectangulares, este pueblo es un laberinto de calles, pasadizos con arcos y empinadas escaleras excavadas en la roca. La iglesia de San Pietro Apostolo guarda dos secretos: un crucifijo tallado en marfil y unas sensacionales vistas.
Getty Images/iStockphotoA poco más de 25 kilómetros de Siena, Buonconvento es un pueblo medieval amurallado, una de las paradas en la ruta de peregrinación de la Vía Francígena, que comienza en la ciudad inglesa de Canterbury y finaliza en Roma. Cuenta con dos museos, uno sobre vida rural y otro de arte sacro, un Ayuntamiento construido con los típicos ladrillos de la zona y una iglesia, la de San Pietro y San Paolo, del siglo XII. Desde aquí se puede seguir la ruta por la Crete Senese, entre colinas, pueblos y bosques.
Fani KurtiLa Piazza Giuseppe Garibaldi, un gran espacio rectangular de mediados del siglo XVI, da la bienvenida a los visitantes de esta localidad al sur de Siena, que mantiene la estructura propia de numerosos pueblos toscanos, con pasadizos y callejuelas que bordean la colina sobre la que se asienta hasta llegar a las puertas de su fortaleza medieval. Entre sus principales edificios, la iglesia de la Santissima Annunziata y los palacios Terrosi y Vitelli.
Getty Images/iStockphotoRodeado de bosques de alcornoques, castaños y robles, muy cerca de la Costa Etrusca, en la provincia de Livorno, elevado entre las colinas, Suvereto es uno de los pueblos que recorren el val di Cornia. La Rocca Aldobrandesca, del siglo XV, corona el lugar, donde se reparten, entre calles empedradas, museos, iglesias como la de San Giusto, románica, y bodegas, que para eso pasa por aquí el Camino del Vino y del Aceite.
Getty Images/iStockphotoA lo largo del antiguo Camino de los Siete Puentes, entre el Arno y las laderas de Pratomagno, este pueblo, que en su día fueron dos, es uno más dentro del paisaje de Le Balzede, que, con sus promontorios en forma de pináculos, sirvió de inspiración a Leonardo da Vinci como escenario de fondo para su Gioconda. Podemos contemplar el entorno desde la Torre Arnolfo, el resto más evidente que queda del castillo. No hay que perderse los frescos de la iglesia San Filippo Neri.
Federico MagonioMuy cerca de las Termas de Saturia, cuyas aguas fluyen dentro de un cráter natural en las laderas de la Montaña Amiata, en las inmediaciones de Manciano, merece una visita Montemerano, construido por la todopoderosa familia Aldobrandeschi en la cima de una colina. Totalmente fortificado, a él se accede únicamente por tres puertas que nos conducirán a un maravilloso entramado de calles empedradas. Su edificio más antiguo es la iglesia de San Lorenzo, del siglo XII.
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