Declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, uno de los parajes más espectaculares y ensoñadores de Aragón, nada tiene que envidiar a los grandes parques naturales del mundo. “El Gran Cañón de Aragón” ofrece la postal perfecta para los amantes de la naturaleza, con sus bosques, montañas y cascadas. La confluencia de los colores y tonalidades del atardecer con la piedra y el agua conforman, seas o no romántico, una imagen memorable.
Getty Images/iStockphotoEl mirador de San Nicolás, en el barrio del Albaicín, ofrece una de las puestas de sol más fotografiadas. Allí llevaron a Bill Clinton cuando estuvo de visita y la declaró “la más bella puesta de sol del planeta”. De hecho, haciendo gala de la gracia andaluza, algunos han rebautizado el mirador de San Nicolás del popular barrio granadino como “el mirador de Clinton”.
TONO BALAGUERDurante muchos siglos se pensó que era aquí donde terminaba el mundo conocido, en el Finis Terrae de los romanos. La puesta de sol en este lugar tenía y tiene ese hálito de lugar donde no solo termina el día sino el mundo. El horizonte que se dibuja con la caída del astro rey no deja indiferente a nadie.
Claudia PrommeggerMuchos califican de sublimes los atardeceres que se recuestan sobre las aguas tranquilas de esta albufera murciana. Todo un espectáculo de combinación de colores y matices para despedirse de un día especialmente romántico. El mejor punto para disfrutar de este momento, según los murcianos, se sitúa desde las marismas al final de La Manga, junto al humedal de las Encañizadas.
Getty Images/iStockphotoLa costa gaditana se puso de moda ya hace años por los amantes del ocaso. Si se combina la puesta de sol con la vista del faro del cabo de Trafalgar, la postal resulta perfecta. Este lugar meridional invita a la calma y al sosiego, a dejar la mente en blanco mientras se contempla cómo el día va decayendo, con un sol rojizo que se desvanece casi con pereza de no poder iluminar un poco más el encuentro entre dos mundos.
Getty Images/iStockphotoLos habitantes de Madrid no necesitan salir a buscar espacios abiertos fuera de la urbe para disfrutar de una de las puestas de sol más espectaculares de España. Regalo de Egipto a España en 1968, el Templo de Debod, cuya antigüedad se cifra en 2.200 años, ofrece el marco perfecto para regalar un ocaso de postal combinado además con vistas del "skyline" y del Palacio Real y sus jardines.
Getty ImagesLa singular belleza de este paisaje de la provincia de León esconde además la particularidad de haber sido la mayor mina de oro al aire libre de la época romana en Hispania, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1997. El tono anaranjado de la tierra perforada y revuelta, abierta en sus carnes, combina ahora de manera explosiva con la caída del sol y proporciona un escenario de belleza natural difícil de igualar.
Leonid ANDRONOVAl lado de la ciudad de Valencia, el Parque Natural de la Albufera ofrece una panorámica idílica a la par que romántica. Se puede incluso disfrutar del momento mágico del atardecer a bordo de una barca, en medio de un lago de agua dulce al lado del mar y rodeado de arrozales. Hay numerosas empresas, como paseoalbufera.com, que ofrecen este servicio en la zona. La mejor manera de enamorarse, también, de la Albufera valenciana.
Getty Images/iStockphotoDecir que la localidad andaluza de Ronda ofrece un entorno de cine para disfrutar del atardecer y de sus vistas es quedarse corto. Aquí la máxima de que una imagen vale más que mil palabras se cumple al cien por cien. Tras pasar una jornada por su casco viejo, sus tabernas y contemplar su arquitectura, el final de la tarde invita a asomarse al impresionante tajo sobre el río Guadalevín, levantar la vista y quedarse, literalmente, sin habla.
Anton-Marlot