Música

¿Qué hace el director de una orquesta con las manos y por qué es importante?

Es la pieza indispensable de la orquesta, el alma, la cabeza y el corazón. Mucho más allá que unas manos que no dejan de trabajar.

El director Daniel Barenboim - Foto: Getty
El director Daniel Barenboim - Foto: Getty
El director Daniel Barenboim - Foto: Getty

Claudio Abbado, Daniel Barenboim, Zubin Mehta, Lorin Maazel, Riccardo Muti... todos son grandes directores de orquesta. Tratados mundialmente como eminencias de la cultura, el público alejado de la música clásica y más elitista poco sabe de su labor, de su trabajo y preparación. Eso sí, la gran mayoría se pregunta: ¿qué hacen exactamente con las manos? Son los mismos que a veces cuando escuchan la considerada música culta se dejan llevar y les imitan cómo si dirigieran. Si ellos supieran...

Para José Luis Turina, director artístico de la JONDE (la Joven Orquesta Nacional de España) "una orquesta está integrada por un gran número de personas, que puede oscilar entre 40 y 120 músicos o incluso más en algunas ocasiones. Todos ellos tienen que tocar su parte, pero con idénticos criterios de velocidad, ritmo, volumen sonoro, carácter... El director es quien se encarga de "imponer" esos criterios a los músicos, que tienen que seguirle fielmente si se quiere que todas esas personas respondan como una sola".

Los movimientos de sus brazos

Lo primero que cualquiera debe saber es que el director de orquesta siempre se sitúa en una peana que le eleva para que absolutamente todos los miembros de la orquesta le visualicen sin problemas. "Su posición por encima del resto de músicos es una cuestión no de superioridad, sino de facilidad a la hora de que todos los instrumentistas puedan verle a la vez que tocan. La amplitud de sus gestos puede parecer teatral, pero hay que tener en cuenta que los músicos le ven de reojo, digamos en un segundo plano", afirma Juan Luis García, director de la Orquesta Juventudes Musicales de León.

En su mano derecha suele llevar una batuta con la que marca el 'tempo', el ritmo del compás, y su velocidad. Dependiendo de la obra sube y baja la batuta (un compás binario o dividido en dos partes), parte de abajo, va hacia la derecha y sube (compás ternario) o parte de abajo, va hacia la izquierda, hacia la derecha y arriba (compás cuaternario). Muchas veces estos movimientos para los que no son músicos son casi inapreciables debido a la velocidad con que los realiza.

La mano izquierda es la encargada de señalar las entradas de cada grupo de instrumentos o de solistas. Con todo el cuerpo y principalmente con ambas manos indica la intensidad y el carácter de la obra. Por ejemplo, si abre mucho los brazos quiere decir que les está pidiendo a los intérpretes que toquen más 'forte' o fuerte (esta abertura de sus brazos, sin dejar de mover las manos, puede ser también progresiva) o que toquen más 'piano', más suave. Con la mirada, con los ojos, con la boca... hará también mil gesticulaciones que serán importantes (según sus manías personales) para aunar la interpretación de todos los integrantes y que suene como una única obra.

Como curiosidad también decir que debe tener los pies bien asentados en el suelo de forma paralela a los hombros y situar los brazos a su altura. Parece una tontería pero es esencial, ya que es posible que pierda el equilibrio en un momento de énfasis o que termine con fuertes dolores de espalda.

"El mundo se abre al otro lado del papel"

Sin embargo, el director de orquesta es mucho más que un hombre que mueve las manos y no es casual que se le llame normalmente "maestro". A sus espaldas lleva una larga carrera musical y su labor es realmente muy valorada en el ámbito musical culto. ¿Los motivos?

Es la persona que se estudia en profundidad toda la obra. Es decir, cada músico se estudia su parte y ya está. Pero él no, él controla en cada momento exactamente lo que están haciendo todos (y les marca lo que deben hacer). Cuando un director de orquesta se enfrenta a una obra por primera vez debe pasarse horas y horas frente a la partitura para analizar todos los detalles y examinar las directrices que quiere marcar. Además debe escuchar esa unidad dentro de su cabeza.

Para director de la Orquesta Juventudes Musicales de León "exige conocer la estructura de la obra, los secretos ocultos tras las indicaciones, el universo mundo que se abre al otro lado del papel, más allá de los pentagramas. Cuanto más profunda sea esa comprensión, ese conocimiento, y en suma, esa identificación con lo escrito por el compositor, más fácil le será al director hacer que el grupo humano de la orquesta sea seducido por su propuesta. Todas las orquestas pueden tocar rápido, lento, fuerte, suave, fraseando de una manera o de otra en manos del director (y nunca mejor dicho) y ahí está la magia para hacer que músicos que han tocado esa obra cientos de veces, la vuelvan a hacer sonar como si fuera una primera vez".

De hecho, un buen ejemplo sería escuchar tres versiones de directores y orquestas distintas de una obra conocida como la 9ª Sinfonía de Beethoven. Las diferencias de velocidad y dinámicas serían muy interesantes de analizar.

"Es el auténtico intérprete"

Es además la persona encargada de llevar todos los ensayos, de proponer obras o programar muchas veces y de lograr un equlibrio y unidad, una calidad sonora e incluso un buen clima en la orquesta. "El  director debe establecer los criterios desde el punto de vista musical; y desde el punto de vista humano debe saber imponerlos a los músicos, pero no a base de miedo, sino de persuasión. Un director tiene que ser también un psicólogo, aparte de un músico, para detectar rápidamente los problemas "sociales" que frecuentemente surgen en una institución tan compleja como es la orquesta y poder resolverlos rápidamente, a veces sin que ni siquiera los músicos se hayan dado cuenta de que existían", afirma Turina.

Para María Garía Barrio, musicóloga y violinista: "El director de orquesta es el alma mater de la música grupal, es el auténtico intérprete, cuyo instrumento es una serie de músicos que puede manejar para conseguir una interpretación personal de un documento escrito".

"Quiero decir, por mucho que un director intente interpretar una pieza al estilo de la época a la que pertenece, no se puede eliminar su propia visión de la música. Ahí reside para mí la magia de la música orquestal: todos los músicos se rinden a una persona, que es el director. No existe la interpretación individual de los instrumentistas como tal", añade.

"Con su magnetismo todos nos enamoramos de la música"

Yolanda Sarmiento, profesora de armonía, análisis musical y composición en el Conservatorio Profesional de León piensa que "el director de orquesta se sirve de la colorida y brillante instrumentación para resaltar así, las diferentes secciones y timbres del orgánico orquestal, y aportar una fuerza impresionante a la obra. Con el magnetismo que desprende procura que todos nos enamoremos de la música".

¿Es entonces el músico más preparado o el más complejo? "Teniendo en cuenta que en la formación de un director, además de la propia técnica de la dirección, tienen un peso muy importante la práctica de un intrumento musical y la de la composición, sin duda, el director es o debe ser el más completo de los músicos. Pero, eso no quiere decir que no se pueda ser un gran director sin ser un gran intérprete o un gran compositor, porque su papel es muy distinto", explica José Luis Turina.

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