El Banco de España (BdE) prevé que la economía española siga avanzando los dos próximos años, aunque de forma cada vez más pausada y que de cara a 2026 converja con su crecimiento potencial, en el entorno del 1,7%. En su último Informe Trimestral, que presentó el martes e incluye una mejora de sus previsiones, identifica una serie de factores que van a remar a favor y en contra de la actividad. Así, ya no se percibirá el efecto positivo de la demanda embalsada de determinados bienes y servicios durante la pandemia... pero tampoco el efecto de la contundente subida de tipos de los dos últimos años.
Factores como la reactivación paulatina de la economía europea (donde se encuentran nuestros principales socios comerciales) y global, el crecimiento poblacional previsto gracias a la inmigración o el avance de las rentas reales permitirán que a finales de 2026 el PIB nacional se sitúe casi un 9% por encima del registrado antes del comienzo de la pandemia y, sin embargo, el PIB per cápita será menor, del 4,8%.
En el caso del conjunto de la Eurozona, a cierre de 2026 el PIB será un 7,8% superior al observado a finales de 2019, mientras que, en términos per cápita, esta brecha ascenderá al 6%, de acuerdo con las perspectivas que hizo públicas en su reunión del pasado jueves el Banco Central Europeo (BCE).
En sus nuevas proyecciones, el BdE sitúa la demanda interna -el consumo y la inversión tanto públicos como privados- como el principal soporte del crecimiento económico de aquí a los dos próximos años. En concreto, la entidad apunta al consumo de los hogares como el componente que más aportará al avance del PIB.
Su dinamismo irá a más los próximos trimestres gracias al aumento de las rentas reales (por la creación de empleo y la evolución prevista de los salarios y de la inflación), gracias al aumento de la población y debido a la mejora de la confianza de las familias. También estará detrás "cierta corrección a la baja de la tasa de ahorro", que se encuentra en niveles elevados desde una perspectiva histórica. Los hogares españoles la elevaron hasta el 11,7% de su renta disponible, según el INE, cuatro puntos por encima de la registrada en 2022, el ejercicio en el que la inflación se situó de media en el 8,4%.
El lastre de una inversión muy debilitada
Pese a todo lo anterior, la entidad advierte de que el consumo per cápita no recuperará los niveles previos a la pandemia hasta el año que viene. La formación bruta de capital fijo o inversión productiva, que se mantiene 2,2 puntos por debajo de sus registros previos al estallido de la Covid, también aumentará a lo largo del horizonte de proyección.
Dado que los hogares y las empresas presentan una situación financiera relativamente saneada -después de años en los que fueron reduciendo su deuda tras la crisis financiera- la recuperación de la inversión se verá favorecida por una financiación más barata y por el impulso procedente de los proyectos vinculados a los fondos europeos, cuyo despliegue pisará el acelerador entre 2024 y 2025.
Con todo, el organismo advierte de que la inversión será el componente de la demanda "que presente un menor crecimiento acumulado desde 2019". Si se aplica una perspectiva temporal más amplia, esto podría lastrar el dinamismo de la productividad y, por tanto, la capacidad de crecimiento potencial de la economía española de cara al futuro.
Comentarios