Cerrar la brecha salarial de género es un objetivo prioritario de los agentes sociales y lo ha sido de todos los gobiernos de la Democracia, que a través incentivos y baterías normativas han tratado de recortar las diferencias entre hombres y mujeres en sueldo, en calidad de sus trabajos y opciones de empleabilidad. Acabar con estas desigualdades tendría consecuencias muy positivas en la economía y en el empleo y sería un revulsivo para las empresas, pero la realidad, las cifras y los escasos avances de los últimos hacen pensar que se alcanzará la meta a muy largo plazo.
Con las estadísticas salariales del Instituto Nacional de Estadística (INE) totalmente desactualizadas -la última es de 2020-, la mejor referencia para conocer las retribuciones de los asalariados en el Régimen General es la estadística de afiliación de la Seguridad Social, que recoge las bases de cotización y cotizantes, que en este caso ofrece datos recientes. La base de cotización es el salario bruto mensual de un trabajador, incluidas las horas extra, las pagas extra prorrateadas y las vacaciones retribuidas, y la última publicada con fecha de marzo de 2022 muestra que la brecha salarial se sitúa en 312 euros para todo tipos de contrato, solo 12 euros menos que en enero de 2018, cuando se da inicio a la serie.
La estadística muestra que la base de cotización media -sueldo bruto medio- se situaba en 1.988 euros, pero la de las mujeres era de 1.826 y la de los hombres alcanzaba los 2.138, que en un año significa obtener prácticamente dos pagas más que las mujeres -3.744 euros- o lo que es lo mismo: las mujeres trabajan dos meses gratis con respecto a sus compañeros de trabajo. La situación salarial de las mujeres es peor en los contratos a tiempo completo indefinidos y en los fijos discontinuos a tiempo completo y solo es mejor en los contratos fijos discontinuos a tiempo parcial y en los temporales a tiempo completo.
La diferencia se acorta entre los 25 y 29 años, pero a partir de esa edad, la maternidad y el cuidado de familiares trunca las carreras laborales
En cuanto las edades, la diferencia menor se da entre los 25 y 29 años, pero a partir de esa edad, la maternidad y el cuidado de familiares trunca las carreras laborales y la brecha va aumentando progresivamente. El pico tiene lugar después de los 65 años, cuando las mujeres cobran menos de un tercio que los hombres. En cuanto a los sectores, son las actividades con retribuciones bajas, como agricultura o construcción, en las que la brecha salarial apenas existe. Mientras, la minería es la única actividad en la que la retribución de las trabajadoras es ligeramente superior, pero solo hay asalariado 20.000 personas y apenas 2.000 son mujeres.
En el otro extremo, en las áreas con sueldo altos como actividades profesionales, científicas y técnicas o los servicios financieros se disparan. En el caso de las actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico, como cocineros, camareros, ayudantes de cámara, mayordomos, lavanderas, jardineros, porteros, chóferes, conserjes o niñeras, el sueldo de los hombre casi duplica el de las mujeres.
La necesidad de recortar la brecha de genero y los beneficios que supondría han sido plasmados en un reciente informe de la Fundación CEOE, el Instituto de Estudios Económicos y Closin Gap, titulado 'El coste de oportunidad de la brecha de género en las pymes y los autónomos'. Entre las conclusiones del estudio se destaca que el cierre de la brecha de género en el ámbito de pymes y los autónomos propiciaría la creación de 2,8 millones de nuevas ocupadas, que supondría para la economía más de 130.000 millones. La entrada en el mercado laboral de ese número de trabajadoras supondría eliminar el actual desempleo femenino.
Mientras, el Ministerio de Igualdad hizo público el pasado 22 de febrero, coincidiendo con el Día para la Igualdad Salarial, el compromiso e iniciativas impulsadas por el Gobierno para reducir las diferencias retributivas. Desde el departamento que dirige Irene Montero se lanzaba un mensaje optimista, aunque reconocía que todavía quedaba camino y se apoyaba en la encuesta de estructura salarial para evidenciar avances entre 2018 y 2020, con un recorte de cinco puntos situando la diferencia entre géneros en un 16,2% ligeramente inferior a la que muestran las bases de cotización.
Destacaba el impulso normativo de 2021, con la entrada en vigor de decretos clave: el que el que se regulan los planes de igualdad y su registro, el de igualdad retributiva entre mujeres y hombres, que aseguraba que colocaba a España al nivel de los países más comprometidos en esta materia, y el de medidas urgentes para la reforma laboral, la garantía de la estabilidad en el empleo y la transformación del mercado de trabajo. Todos en busca de un objetivo difícil de alcanzar.
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