La salvación de los agricultores zimbabuenses pasa por la ciencia

Durante mucho tiempo, Sekai Filomena Makonese esperó un milagro del cielo para salvar las cosechas. En vano. A falta de lluvia depositó su esperanza en la ciencia y en un nuevo maíz híbrido resistente a la sequía que azota Zimbabue.

Como sus vecinos de África austral, Zimbabue lleva dos años abrasado por el sol. El agua escasea, los cultivos se secan y el ganado muere.

Este año la situación ha empeorado por el fenómeno climático El Niño que afecta a toda la subregión.

Un cuarto de la población rural de Zimbabue, alrededor de dos millones de personas, necesita ayuda alimentaria. Actualmente sobrevive a base de frutos silvestres.

"Con el cambio climático, nuestras plantaciones se destruyen incluso antes de que las podamos cosechar", se desespera Sekai Filomina Makonese, de 58 años, señalando los bosques que rodean sus tierras de Zaka, a 300 km al sur de Harara.

"Estos árboles estaban llenos de hojas verdes en este periodo del año. Significaba que la lluvia había llegado", suspira la agricultora, "miren ahora, se han quedado sin hojas".

La solución podría llegar de mano de una iniciativa del Centro internacional de mejora del maíz y del trigo (Cimmyt), una oenegé que trabaja con cultivos capaces de resistir a la sequía y a las temperaturas altas.

La oenegé produce un maíz enriquecido en vitamina A en América Latina y en otros países africanos.

El equipo de Cosmos Magorokosho trabaja con una variedad de maíz que precisa menos agua y puede crecer bajo temperaturas de 35 grados Celsius.

"Lo que hacemos es producir variedades de maíz limitando alrededor del 60% la cantidad de agua necesaria para hacerlo crecer", explica su responsable, Cosmos Magorokosho. "Luego nos quedamos con las que son productivas pese a los volúmenes de agua escasos".

"Nos va a ayudar mucho", afirma otro agricultor de Zaka, Ceaser Chavizha, mientras mira cómo sus animales buscan sombra. "No podemos seguir contando con la ayuda financiera cuando tenemos nuestros propios campos para producir comida".

Los primeros resultados son alentadores.

"Si se compara con otras semillas, estas experimentales han soportado el calor y la sequía que sufrimos y han producido una cosecha mejor", asegura, entusiasta, Apollonia Marustvaka. "Debería tener suficiente para aguantar hasta febrero".

Otrora considerado el granero de África, Zimbabue perdió en unos años su independencia alimentaria por la sequía y por la polémica reforma agraria de los años 2000.

Gracias a las semillas híbridas, Cosmos Magorokosho espera poder ayudar a los granjeros de Zaka a resolver sus problemas.

Su oenegé recibió 500.000 dólares de ayuda estadounidense para financiar la producción de su nueva variedad de maíz en todo el continente africano.

Según el investigador, es una solución para muchos países vulnerables al cambio climático, el tema central de la conferencia internacional COP22 que se inauguró esta semana en Marrakech (Marruecos).

"Aconsejo realmente a los agricultores que adopten estas nuevas variedades. Porque, con el cambio climático, sus semillas ya no son tan buenas como en el pasado", explica Cosmos Magorokosho.

Queda por convencer a los gobiernos, empezando por el de Zimbabue que tarda en autorizar la distribución a gran escala de la nueva variedad de maíz, lamenta el investigador.

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