Alerta en la sala de máquinas de Nadia Calviño. Los técnicos de la Dirección General de Análisis Macroeconómico, que monitorizan de cerca la delicada situación en la que se encuentra la economía española por el impacto de las turbulencias que se están viviendo en el plano internacional, llevan semanas observando cómo el cuadro de mandos de los principales indicadores de coyuntura nacionales va tiñéndose de rojo, reflejo de una desconfianza generalizada y creciente de los agentes económicos que anticipa un otoño-invierno complicado. Y ahora, por primera vez, admiten negro sobre blanco que la actividad se está ralentizando en los últimos coletazos del verano.
Así lo reconoce el departamento que cuelga de la Secretaría de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa en el último boletín de coyuntura económica semanal, un documento que el Ministerio que pilota la vicepresidenta Calviño difunde en su página web todos los viernes por la tarde y que recoge sintéticamente los indicadores de coyuntura, nacionales y extranjeros más relevantes publicados desde la semana anterior, acompañados de una serie de cuadros y gráficos sobre las variables más importantes de la economía española. Es, por simplificar, la 'foto' del momento económico que se traslada desde el Gobierno de España a los mercados y a los inversores.
En el boletín más actualizado, publicado el pasado viernes, 9 de septiembre, ya se activa la alarma por el PMI, que es uno de los indicadores más fiables a la hora de medir el estado de una economía y la dirección hacia la que se encamina. En concreto, el Ministerio recoge el desplome de 2,2 puntos en agosto, hasta 50,5, mostrando apenas "un leve crecimiento de la actividad económica", ya que el 50 es el dato que separa la zona de expansión de la de contracción. Y advierte de que se palpa ya "un menor ritmo" de avance del índice. En el plano internacional, el informe también constata que "el PMI compuesto de la zona euro y de Estados Unidos continuaron descendiendo, intensificando así su señal de contracción de la actividad económica".
No es el único indicador en el que se palpa el parón que hace presagiar un duro otoño-invierno. En la sala de máquinas de Calviño también ha saltado la alarma por las ventas de las grandes empresas, que desaceleraron en julio hasta el 5,2%, 2,5 puntos menos que en el mes previo, como consecuencia del menor avance de las ventas interiores (3,1%, tras el 6,9% en junio), en contraste con las exportaciones, que se aceleraron más de 2 puntos, hasta el 12,1%. Así como por el frenazo de la producción industrial, que también refleja ya un cierto agotamiento, al registrar el índice en julio un incremento interanual del 4,7%, muy inferior al de los dos meses anteriores (7,4%). El boletín admite en ambos casos que estos indicadores se están moderando.
El cambio de sentimiento es palpable, ya que en el boletín anterior, del 2 de septiembre, el Ministerio todavía sacaba pecho de la situación económica, asegurando que la economía española aún mantenía "el tono" desde la publicación del último boletín a finales de julio, apoyándose en el repunte de la afiliación y en la estabilización de la actividad manufacturera, así como en el buen ritmo de indicadores como las pernoctaciones hoteleras, la producción industrial o la compraventa de viviendas. Aunque ya apuntaba algunas notas negativas en referencia al debilitamiento del comercio minorista o de las ventas de las grandes empresas, todavía pintaba un panorama en el que la inflación empezaba a contenerse hasta el 10,4%.
Si bien el último boletín ya incorpora que el Banco Central Europeo ha revisado sus previsiones para la zona euro "fuertemente a la baja", debido al impacto de las interrupciones del suministro energético, la elevada inflación y la caída de la confianza de consumidores y empresas, y al mismo tiempo ha revisado al alza el horizonte previsto de inflación. Y en el cuartel general de Calviño no son ni mucho menos ajenos a estos nubarrones en el horizonte, sobre todo cuando el Banco de España empieza a endurecer sus mensajes. El director general de Economía Ángel Gavilán advertía este mismo lunes de que prevén una desaceleración de la actividad económica, penalizada por los mismos "vientos en contra" que pesan sobre las perspectivas mundiales y europeas, como son la inflación, la incertidumbre, la crisis energética o el endurecimiento de las condiciones financieras.
Durante su intervención en el 'Swiss Bankers Executive Study Tour', celebrado este lunes en la Bolsa de Madrid, Gavilán advirtió de que, a pesar de la fuerte temporada turística, ya se observan algunos signos de debilitamiento de la actividad económica, como es el caso del empleo, así como en los indicadores de confianza y los de consumo y producción, aunque descartó una recesión inmediata. Sin embargo, otros organismos como la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) o BBVA Research sí contemplan la posibilidad de que la economía española sufra próximamente una recesión técnica (así se denomina teóricamente cuando una economía acumula dos trimestres en negativo), aunque sea breve y leve, entre finales de este año y principios del próximo ejercicio 2023.
El departamento de Calviño monitoriza de cerca tanto la evolución de los indicadores propios como el conjunto de previsiones de los principales organismos nacionales e internacionales. Y en Moncloa, el equipo económico del presidente también está vigilando la coyuntura muy de cerca. Es más, hace ya varias semanas que en el Gobierno empezaron a contemplar incluso un escenario de recesión y rebajaron el optimismo sobre los supuestos brotes verdes. Y desde entonces el Ejecutivo se ha venido armando para un despliegue de práctica economía de guerra durante el otoño e invierno ante un conflicto imprevisiblemente prolongado en Ucrania y un contexto de incertidumbre internacional que va a condicionar absolutamente la política económica en los próximos meses, incluidos los Presupuestos de 2023.
Comentarios