Una empresa familiar es la que es creada y administrada por personas que son parte de una o varias familias, un tipo de negocio en el que existe un componente emocional, que hace que la gestión sea más compleja que en otro tipo de empresas. En la actualidad, las empresas familiares en España son una gran parte del tejido empresarial y uno de los principales motores económicos del país.
Una de las grandes diferencias entre empresas familiares y no familiares es que en las primeras hay que tener en cuenta el sistema familiar, el empresarial y la propiedad, y las decisiones en muchas ocasiones se toman más con el corazón que con la lógica y la razón.
Principales errores en una empresa familiar
Entre los problemas más graves que pueden derivar incluso en un cierre de la empresa familiar, es que no haya normas. Cuando una primera generación funda una entidad, no hace falta tener muchas normas, pero a medida que va pasando el tiempo y crece en complejidad, es necesario que se establezca un protocolo familiar que establezca cómo serán las relaciones de la familia y de la empresa.
Esto requiere hablar de relevos, jubilaciones, profesionalización, si se está dispuesto a vender ante una oferta de compra o si los familiares políticos pueden ser parte de la misma, entre otros. De esta forma, todo quedará claro y aportará una gran tranquilidad a la empresa familiar.
Otro de los errores más habituales tiene que ver con desatender el relevo generacional, lo que puede derivar en malentendidos y conflictos. Este problema se ha ido agravando con el paso del tiempo por la longevidad, lo que hace que mientras que antes solo compartían espacio en una empresa padres e hijos, ahora incluso hay abuelos, que tienen que lidiar con nuevas generaciones que tienen ganas de llegar al mando, y si no está bien planeado el relevo, puede llegar a ocasionar grandes desencuentros.
Más allá de los mencionados, hay otro error que se debe evitar para alcanzar el éxito, y que además es grave y recurrente. Este es el de creer que la familia sabe todo lo que necesita para continuar con el desarrollo de la empresa y no profesionalizarla a tiempo.
A medida que la empresa va creciendo y deja de ser un lugar en el que solo trabaja familia, sino que lo hacen otras muchas personas, es necesario recurrir a buenos profesionales externos. Además de la profesionalización de la empresa, es necesario disponer de un órgano de gobierno que ayude a mantener la tranquilidad dentro del negocio y saber cómo gestionar los diferentes conflictos que puedan surgir, de forma que no acaben provocando problemas en la familia y la empresa.
Asimismo, también es fundamental que todos los integrantes de la empresa familiar trabajen en el mismo sentido y por el bien del negocio. En caso contrario, puede acabar hundiéndose, y es un caso que se da con mayor frecuencia de lo que se pueda pensar, sobre todo cuando hay personas que reciben acciones por herencia y no tienen interés alguno en la empresa, siendo un lastre para ella. Para evitarlo, es importante tener claro que las personas deben aportar al buen funcionamiento de la empresa y buscar soluciones a los problemas.
Por último, también hay que evitar el fallo de no actuar como accionistas responsables, debiendo siempre tratar de pensar en el bien común y dejar de lado el interés particular. Siempre es importante ser transparente entre los accionistas y saber escuchar para conseguir una empresa familiar de éxito.
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