Elecciones al Parlamento Europeo

Europa acude a las urnas en plena batalla contra la inflación y centrada en reactivar la economía

La región debe lidiar los próximos años con los costes de una población cada vez más envejecida, la escasa productividad en relación a otras grandes economías del planeta y con la lenta recuperación económica
Elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio
Elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio
Pixabay / kdg2020
Elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio

Las economías de la Unión Europea y la Eurozona crecieron un leve 0,3% entre enero y marzo en relación al trimestre previo. Pese a lo escaso de este avance, para la primera supone empezar a salir del estancamiento y para la del conjunto de países del euro dejar atrás la contracción. Los europeos acuden a las urnas desde el pasado jueves y hasta este domingo en un contexto en el que la débil actividad y la incertidumbre geopolítica sobrevuelan un horizonte donde la inflación se mantiene como uno de los principales retos a los que hacer frente en el corto plazo. 

En el caso de la zona euro las últimas proyecciones publicadas el jueves por el Banco Central Europeo (BCE) dan idea de hasta qué punto los precios siguen sin estar controlados (la tasa general de IPC se situará de media en el 2,5% este ejercicio, dos décimas por encima de lo que el emisor había calculado en marzo). 

Sin embargo, este no es ni de lejos el principal desafío económico de una región que se encuentra en pleno proceso de ajuste para rebajar una deuda disparada tras las últimas crisis (se situó en el 88,6% del PIB en la zona euro el año pasado, según Eurostat) y que tiene que hacer frente al mismo tiempo al gasto creciente que genera una población cada vez más envejecida. 

La escasa productividad y la brecha de inversión con respecto a la primera economía del mundo, Estados Unidos, serán otro dos de los caballos de batalla en lo económico para la nueva Comisión Europea, sobre todo ante la fase final del despliegue de los fondos europeos Next Generation, que deberán estar ejecutados antes de agosto de 2026. Algunos cambios recientes en el panorama mundial han llevado, también, a los responsables políticos de la región a reorientar sus prioridades de gasto desde la transición energética a la defensa. 

En este último cambio tiene mucho que ver el hecho de que la crisis energética se haya suavizado tras la respuesta a la invasión rusa de Ucrania, lo que podría generar en algunos gobiernos la falsa sensación de que la transición verde es menos urgente. Un giro a la derecha del Europarlamento que rompiese la coalición tradicional entre populares, socialistas y liberales complicaría aún más el camino hacia una economía más sostenible y menos dependiente.

"Sin duda, habrá consecuencias microeconómicas para sectores muy afectados por la política climática, por ejemplo, en caso de que se reviertan algunas políticas", sostiene Felipe Villarroel. El gestor de TwentyFour AM incide, din embargo, en que la mayoría de las variables macroeconómicas y los datos agregados de las empresas, como el apalancamiento o las tasas de impago, no cambiarán demasiado como resultado de las elecciones.

Por otra parte, si el conflicto con Rusia se prolongase mucho más en el tiempo, Europa necesitaría todavía más el respaldo de Washington para poder seguir apoyando económicamente a Kiev. La presión sobre el gasto militar -que sigue siendo una cuestión nacional- sería aún mayor en caso de que Donald Trump fuese elegido para un segundo mandato en las presidenciales de finales de año. 

Aunque durante mucho tiempo el objetivo de gasto del 2% de la OTAN se consideró un techo, "muchos países de la UE lo consideran ahora un suelo, y Alemania y los países de Europa del Este en particular están aumentando sus presupuestos de defensa", explica Nicolas Wylenzek, estratega macroeconómico en Wellington Management.

Una industria muy tocada

La recuperación tras la pandemia se basó en el empuje de los servicios -lo que ha favorecido un crecimiento diferencial de países como España o Italia, muy dependientes del turismo- en detrimento de la industria. Su actividad se ha visto muy tocada por el aumento de los costes financieros a raíz de la subida de los tipos de interés, así como por la crisis energética y de precios, por la competencia china en sectores como el del automóvil, por la mayor regulación, así como por décadas de deslocalizaciones. 

Esto último mantiene gripado al principal motor de la región, Alemania, e impide a Europa alcanzar un crecimiento robusto. Tratar de evitar que la industria europea siga perdiendo competitividad mientras se refuerzan la autonomía estratégica y la seguridad económica de la Unión se ha convertido en otro objetivo clave en lo económico y es, de hecho, una de las prioridades de la presidencia rotatoria, que este semestre está en manos de Bélgica.

Según datos recabados por Crédito y Caución, el uso de gas en la industria europea se redujo casi un 25% en 2022. Más de la mitad de ese recorte se concentró en las industrias intensivas en el uso de energía. Dado que importar gas natural licuado es más caro que transportar gas ruso, y requiere su propia infraestructura de transporte y almacenamiento, las industrias de alto consumo energético de la eurozona sufrieron pérdidas de producción superiores al 10% después de que los costes se disparasen cerca del 350%.

La población más envejecida del mundo

Europa es actualmente la región más envejecida del mundo y las proyecciones apuntan a que esta situación se agravará las próximas décadas. En un informe publicado a finales del pasado ejercicio la Comisión Europea advertía de que la población del bloque alcanzará su récord alrededor de 2026 para descender después de forma paulatina, de modo que en 2100 habrá perdido alrededor de 57,4 millones de personas en edad de trabajar

La tasa de dependencia de la región -la proporción entre el número de personas mayores y el de personas en edad de trabajar- pasará del 33% actual al 60% a finales de siglo. El desafío que esto supondrá para los presupuestos nacionales es enorme. A la vez, el problema de escasez de mano de obra, que ya supone un quebradero de cabeza para las empresas y que genera más presiones inflacionistas (estas elevan sus sueldos para retener o captar talento) podría ralentizar aún más el crecimiento y lastrar la competitividad frente a otras áreas del planeta. 

Esto último resulta paradójico en un momento en el que la zona euro en particular registra mínimos históricos de desempleo, con una tasa que se redujo hasta el 6,4% en abril, y cuando el conjunto de países que comparte moneda ha reducido su cifra de parados por debajo de los 11 millones por primera vez, según Eurostat. 

Redactora de Macro

Periodista económica desde 2006, me incorporé a 'La Información' en 2017 como redactora de Macro, una labor que desarrollé antes en elEconomista (2013-2017). Durante más de una década disfruté de mi pasión por la radio como redactora de Informativos (Punto Radio y Cope). Fui colaboradora en Informativos Telecinco y actualmente participo en 'La Brújula de la Economía' de Onda Cero.

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