La inflación supera el 5%

Los talibanes toman el poder de un país cuya población subsiste con 42€ al mes

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Los talibanes toman el poder de un país cuya población subsiste con 42€ al mes
EFE
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Este año concluye el Plan Estratégico Nacional para la Paz y el Desarrollo (ANPDF, por sus siglas en inglés) que presentó el Gobierno afgano en 2017 para "hacer que nuestro país supere su historia de guerra y pobreza e inicie el largo camino hacia la prosperidad". Cuatro años después, el plan finaliza con el presidente huido del país, con cientos de miles de ciudadanos tratando de escapar a los territorios vecinos -apostando por un futuro incierto-, con la moneda (el afgani) en caída, tras la fuga del presidente del banco central, y con decenas de diplomáticos esperando en un asediado aeropuerto el rescate de sus naciones. Los insurgentes afganos, todavía distraídos por las 'alhajas' del palacio presidencial, no son conscientes de la herencia que han asaltado: una territorio con un PIB per cápita de 42 euros al mes, que contrasta con un porcentaje de desempleo (11%) inferior al de muchos países de la Eurozona, resaltando el bajo nivel de salarios que sufre el país.

El último informe del Banco de Desarrollo Asiático (ADB, por sus siglas en inglés) sobre Afganistán, asegura que "el 47,3% de la población vivía por debajo del umbral de pobreza nacional". De ese casi 50% de población pobre, casi el 75% de ellos son analfabetos, según el Banco Mundial. Éstos, ante esta situación de precariedad, tienen hasta un 85% "de posibilidades de dedicarse al sector informal" (aquel que no está regulado por las autoridades). El hecho de tener a un considerable porcentaje de la población adheridos a una economía sumergida, tiene un efecto perverso en el crecimiento del país.

Sin embargo, entre las personas que tienen trabajo, el escenario no es mucho más optimista. Así, "la proporción de personas ocupadas que tiene un poder adquisitivo por debajo de los 1,90 dólares al día es del 34,3%". Esto último se debe, entre otros factores, a la elevada inflación que sufre el país. Según el Fondo Monetario Internacional, ésta alcanzó en 2020 el 5,1%, lo que justifica este deterioro en el salario real de los afganos. El horizonte no se avista mucho mejor, sobre todo, tras la huida de todo el gabinete económico del presidente. Entre ellos, el 'guru' económico más próximo a Ashraf Ghani: Ajmal Ahmady, un asesor que aprendió Economía en las prestigiosas universidades americanas de Harvard y UCLA y que estaba llamado a cambiar la realidad económica de su país. 

A esta precaria situación se le añade un componente social que mina aún más a la sociedad afgana, "en el año 2019 el porcentaje de población desnutrida rozaba el 30%". En este complejo ambiente económico y social que sufre Afganistán, la mujer lleva años luchando por su encaje en la sociedad. Algo que no es fácil debido al importante porcentaje de la población que sigue los postulados más radicales del islam y que rechaza que ellas puedan tener los mismos derechos que los hombres. En los últimos años se habían conseguido importantes avances, como tener un 27% de representación en el parlamento nacional. Sin embargo, con la llegada de los insurgentes afganos, todas sus luchas no habrán servido para nada.

Aunque con Ghani la mujer mejoró su condición en la sociedad, una larga lista de retos sin cumplir empañaron tal progreso. Entre estos destaca la desigualdad y los derechos humanos. Uno de los instrumentos para conocer la desigualdad de un país es por medio del coeficiente de Gini (éste expresa un tramo del 0 al 100: el cero significa que nadie de la población tiene ingresos y el cien, que todos tienen ingresos). Así, según los últimos datos que maneja el Ministerio de Exteriores español, Afganistán tenía en 2013 un índice muy preocupante: 27,8. Además, en ese mismo estudio que hace el ministerio se aprecia otro dato negativo: el Índice de Derechos Humanos (IDH) sitúa país de Oriente Medio en el puesto número 170, de los 188 que son en total. 

Si por algo se recordará el gobierno de Ghani fue por su incapacidad, durante sus siete años al frente (2014-2021), de darle al país ese impulso económico y social que necesitaba. Un territorio en el que nunca se mantuvo la paz y, por ende, la estabilidad. Pese a ello, el país ha ido dando pequeños pasos hacia la democracia. Así, en el portal Freedom House (que mide el grado de democratización de los países de 0 a 100), Afganistán pasó de tener 24 puntos -en 2017- a 27 en 2021. Un aumento de tres puntos -en apenas un lustro- que permitió dar un atisbo de luz para aquellos que buscaban la paz y el crecimiento que este tipo de sistema proporciona. Pero fue solo eso, un atisbo. El asentamiento en el poder de los talibanes impedirá el desarrollo del país, que se sumirá en la pobreza en detrimento de los más castigados: los ciudadanos.

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