Una ministra bajo la lupa

Ribera, la cruzada 'verde' de Europa que se lo juega todo contra el gas de Putin

Su gestión está marcada por la apuesta de las renovables a cualquier precio frente a las reglas básicas del negocio energético y la escasa flexibilidad a la hora de negociar o poner en duda sus planteamientos.

Teresa Ribera
Ribera, la cruzada 'verde' de Europa que se lo juega todo contra el gas de Putin.
Europa Press
Teresa Ribera

Cuando Teresa Ribera tiene una idea clara de lo que quiere hacer, intenta llevarlo adelante por todos los medios posibles sea quien sea el contrincante que tenga enfrente o el riesgo profesional y personal que corra con ello. Esta es una afirmación que sostienen sin dudas la gran mayoría de quienes conocen a la ministra de Transición Ecológica porque han trabajado con ella desde que se inventaron las energías renovables en España hasta nuestros días, una cruzada de la que la actual vicepresidenta tercera es la máxima exponente, no solo en España, sino allende nuestras fronteras. El desafío de desacoplar el precio del gas de la factura de la luz en España y Portugal que ha planteado en la UE, no es solo una etapa más en su camino -siempre hacia adelante y sin mirar atrás ni a los lados-, es una batalla crucial en la que no solo quiere que nos dejen hacer lo que queramos en España con nuestros recursos 'limpios', en lo más profundo de su ideario está servir de ejemplo al resto de socios europeos capaces de tomar esta medida y dar una lección a todo el mundo de que ella siempre lleva razón.

Teresa Ribera (Madrid, 1969) se formó como jurista y fue incluso profesora de Derecho Público y Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid, hasta pasar a formar parte de la élite funcionarial en el Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Pero ya desde sus etapas universitarias era una luchadora incansable por el medio ambiente -señalan algunos de sus conocidos de aquella época- a la que todo el mundo escuchaba, “porque rebatirla y dialogar con ella en algo que tenía tan claro, ya era complicado”. Desde entonces, Ribera ha pasado por casi todos los departamentos que se han creado en la Administración para defender la sostenibilidad y el desarrollo de las formas de generación energética renovable frente al control del mercado de los combustibles fósiles de las grandes eléctricas y petroleras.

Antes de ser ministra con Sánchez en 2018, fue secretaria de Estado de Cambio Climático con Zapatero, y en el ínterin entre uno y otro líder, dio dos pasos muy importantes para su consolidación como una de las líderes europeas de la sostenibiliad y las energías limpias, entre París y Madrid: primero en la capital francesa, para dirigir el prestigioso Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), desde el que asesoraba al gobierno francés; y después en la capital española, para estrechar sus relaciones con el PSOE de Ferraz como presidenta del Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía, en 2016, con Sánchez en pleno periplo de reconstrucción, a quien el mensaje y la consistencia de Teresa Ribera en el nuevo mundo ‘verde’le cuadraban a la perfección. Ese saber estar en el momento justo y en el sitio exacto le ha valido para ser la primera ministra española en culminar la unión de las responsabilidades del sector energético con las de la lucha contra el cambio climático, que hasta que ella llegó al cargo estaban divididas entre Industria y el Ministerio de Medio Ambiente.

Ya como ministra, desde 2018, es cuando ha profundizado en su inmersión en el proceloso mundo de las grandes empresas energéticas en España, que ya gestaba de la mano de Sánchez en el PSOE, pero que marca ahora su cruzada contra un modelo de negocio y un ‘establishment’ que le llevan por el camino de la amargura, a tenor de la mala salud crónica de sus relaciones con las grandes compañías, antes, durante y, seguramente, después de la guerra con Ucrania. Su apuesta ha sido siempre por el mundo de las energías renovables y, quienes la han seguido de cerca en todo este tiempo, tanto amigos como enemigos, saben que es la persona que más y mejor conoce toda la burocracia y el ‘pasteleo’ político que se ha generado en torno a la lucha contra el cambio climático casi a nivel mundial, pero eso no quiere decir que conozca de verdad como funciona el sector energético, el carbonizado, el que todavía rige la vida de las personas en forma de recibo de la luz y precios de los carburantes.

Esa huida hacia adelante con las energías renovables a cualquier precio frente a las reglas básicas que aún perduran en el negocio mundial de la energía, junto con la escasa flexibilidad a la hora de negociar, son los dos grandes hándicaps que le achacan a una ministra acostumbrada al trabajo duro, que presiona a sus equipos hasta el límite y que está acostumbrada desde hace mucho tiempo a luchar para salirse siempre con la suya o estar lo más cerca posible de ello. Ahora mismo, se conformaría con dejar el precio de la luz en el entorno de los 100 o 110 euros el megavatio hora, la mitad de lo que marca el mercado, pero el doble de lo que había hace apenas un año, cuando las cosas estaban más normalizadas y el camino de las renovables muy bien marcado en Europa.

El problema que ven desde el sector energético es que a Ribera le ha estallado en la cara toda su estrategia con el conflicto ucraniano y el nuevo escenario de la energía en Europa le obliga a mirar hacia atrás y dejarse aconsejar en temas clásicos de energías carbonizadas -lo que nunca había querido hacer-, para salir adelante de nuevo aunque no vaya tan rápido como imaginaba. Nadie va a cambiar ahora el talante de Teresa Ribera ni sus ganas de ganar, pero es en ese nuevo escenario donde se plantea ahora el desacople del gas en el precio de la luz para España y Portugal, con los alemanes a la vuelta de la esquina esperando para reprocharle con sus propios argumentos de siempre: si topamos los ingresos, perdemos el paso en las inversiones que deben sacarnos de la dependencia rusa (la suya) y eso afecta al sistema en su conjunto. 

Como dice su biografía oficial, “la contribución de Ribera a la consecución del Acuerdo de París y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ha sido reconocida internacionalmente”. Hasta ahí estamos todos de acuerdo, pero desde el propio sector renovable, al que le acaba de retirar la “rentabilidad razonable” de los 57 euros con la que se cubría su desarrollo sin ni siquiera consultarles, recuerdan que “un mínimo de diálogo hay que tener” ante medidas así y momentos cruciales como este, aunque solo sea para que las grandes eléctricas, azotadas por el recorte de beneficios que les quiere aplicar, no lleguen a Europa con todo su poder y el mismo mensaje que los transportistas y los gasolineros, “para trabajar a pérdidas, mejor no me pongo”.

En la batalla que se va a librar este mes, la ministra española cuenta con la baza de la ‘excepción ibérica’ de la última cumbre y el apoyo oficial de Sánchez y Costa, pero en Europa van a mirar con lupa tanto la gama de precios que presente, como las ‘malas pulgas’ que aún existen con las grandes empresas del sector y el cartel “mejorable” que Ribera tiene con las autoridades de Argelia, que debiera ser el gran caballero blanco que saque a Europa a medio plazo del yugo del gas de Putin. La UE, Estados Unidos, Marruecos, Argelia, el propio Sánchez, el recién llegado Feijóo… Todo el mundo vigila a Ribera, “la luchadora del cambio climático”. Si gana, será la nueva heroína europea de un mundo más verde; si pierde, tal vez sean demasiados los que pidan su cabeza.

Fernando Pastor
Director de La Información

Periodista especializado en temas económicos y jurídicos con más de tres décadas de experiencia. Actualmente es director del diario económico digital Lainformación.com (Grupo Henneo). Trabajó más de trece años en los medios del grupo Vocento (El Diario Vasco, Colpisa, Inversión) y fue fundador de El Economista. Ha sido tertuliano habitual en radio y televisión, en programas como Protagonistas, con Luis del Olmo durante tres años. Además de su experiencia en los medios, también ha trabajado como asesor de comunicación corporativa en el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) y la agencia Shackleton. Antes de volver a los medios para lanzar Lainformación.com ocupó el puesto de director de Comunicación del despacho de abogados Garrigues. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y licenciado en Derecho por la UNED, y tiene experiencia docente en escuelas de negocios como Next IBS, EAE Busines School o CECO.

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