Asombro en el laudo arbitral que tiene en vilo a Merlin Properties, San José y BBVA. El pulso por Distrito Castellana Norte, conocida históricamente como Operación Chamartín, tendrá que esperar otro mes más para conocer su desenlace. El árbitro que decide la contienda, el catedrático Miguel Virgós, ha pedido a las partes otro mes de prórroga aludiendo falta de tiempo para cerrar el caso, pese a que el conflicto dura más de un año y el propio Virgós ya solicitó una prórroga. No será entonces hasta el próximo 30 de noviembre -fecha límite- cuando deba esclarecerse si los socios minoritarios del proyecto urbanístico tienen derecho de tanteo ante la venta de la participación de cualquiera de ellos a un tercero.
Virgós, catedrático de Derecho Internacional Privado, es el único árbitro de la Corte de Arbitraje de la Cámara Oficial de Comercio de Madrid que lleva sobre sus hombros el peso de esta resolución. El también ex del despacho Uría Menéndez ha decidido dar otro periodo de gracia, alegando de que carecía de tiempo suficiente para pronunciarse correctamente. Así, el pulso entre BBVA y Merlin y San José suma un nuevo episodio en un año de pulso que ya ha vivido otros capítulos, como la solicitud de medidas cautelares para que el banco que dirige Carlos Torres no pudiera vender libremente su participación.
La decisión del catedrático, adelantada por Expansión, ha generado sorpresa entre los implicados, habida cuenta de que se trata ya de la segunda prórroga desde que arrancó el proceso. Pese a que el conflicto se divide entre dos bloques diferenciados, cada una de las partes ha elegido a su representación particular durante el laudo. Destacan dos nombres como los de José María Alonso, decano del Colegio de Abogados de Madrid, y José Antonio Caínzos, abogado del Estado en excedencia y expresidente del Centro Internacional de Arbitraje de Madrid (CIAM).
La espera impide conocer si BBVA, accionista mayoritario con el 75% de la participación, es libre para transmitir su paquete de acciones en Distrito Castellana Norte sin tener que pasar por Merlin y San José. Sus socios minoritarios alegan que tienen derecho a poder ejercer un tanteo y retracto que permita poder comprar las acciones de BBVA al mismo precio que el banco las negocie con un tercero.
Esta posibilidad está en el aire desde que el banco, aprovechando que tenía el control del consejo de administración de Distrito Castellana Norte (ahora Madrid Nuevo Norte), convocase una junta general para eliminar dicho extremo. La entidad salió al paso y alegó a favor de esta maniobra porque era positiva para la libre transmisibilidad de las acciones, en un momento en el que se quería dar entrada a nuevos socios dado las necesidades de capital existentes para desarrollar los suelos de esta operación inmobiliaria. El cambio de los estatutos de DCN, sentenció, era "positivo para el proyecto y sus accionistas".
Ganas de vender
Pese a que BBVA es uno de los promotores originales del proyecto, su voluntad de salida siempre ha sido un secreto a voces desde hace años. En 2019, cuando la operación todavía estaba marcada por el laberinto administrativo que habían creado el Ayuntamiento de Madrid y el Ejecutivo regional, aparecían dos potenciales nombres como sustitutos del banco en el proyecto promotor: el fondo canadiense Brookfield y el fondo soberano QIA (Qatar Investment Authority), conocido en España por su infinidad de inversiones millonarias en todo tipo de sectores.
Finalmente, quien entró en la operación fue Merlin. Y no lo hizo por la participación de BBVA, sino por la de San José. La constructora gallega vendió el 15% de su paquete y dejó en prenda el otro 10% restante de títulos que le quedaban como garantía a un préstamo de 130 millones de euros que recibió en el marco de la operación. Desde ese momento, la socimi presidida por Ismael Clemente siempre ha dejado claro que tiene voluntad de permanecer a largo plazo en el proyecto.
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