BBVA presenta por primera vez en más de una década sus objetivos estratégicos. La entidad que capitanea Carlos Torres se ha comprometido con el mercado a alcanzar una rentabilidad (ROTE) del 14% en 2024. El grupo cerró los nueve primeros de 2021 en el 11,7%, si bien el año 2020 lo terminó en el 7,8%, por lo que implicaría duplicar esta ratio. Además, ha decidido dar un giro a su política de retribuciones. Desde 2017 repartía anualmente entre el 35% y el 40% de sus ganancias. Ahora pretende remunerar de forma más atractiva a sus accionistas y por ello lo ha establecido entre un 40% y el 50% del beneficio ordinario consolidado de cada ejercicio.
El banco con sede en La Vela acaba de hacer pública su nueva estrategia para el periodo comprendido entre 2022 y 2024. No se disponía a realizar una labor de transparencia de este tipo desde hace 14 años. Sus planes pasan por potenciar la digitalización, la sostenibilidad y el valor a sus accionistas. Quiere convertirse en un grupo más grande y rentable, mejorar sus ratios de eficiencia y contar con una propuesta de valor diferencial. Para el exceso de capital buscará una asignación disciplinada. Además de la oferta pública de adquisición de acciones (OPA) lanzada sobre el 50% que no controla de su filial turca Garanti, busca utilizar parte del dinero procedente de la venta de su negocio estadounidense para seguir remunerando a los que confían en su proyecto.
La nueva política de retribución al accionista se implementará mediante la distribución de una cantidad a cuenta del dividendo del ejercicio, que previsiblemente llegará a las cuentas de sus dueños cada mes de octubre, y un dividendo complementario. Esta última paga 'extra' se abonaría una vez finalizado el año y aprobada la aplicación del resultado, con lo que llegaría alrededor de los meses de abril. Podrá, en todo caso, combinarse los repartos en efectivo con las recompras de acciones.
Iniciará la próxima semana su recompra de acciones sin límite de precios y pulverizará 1.500 millones en un máximo de cuatro meses
BBVA iniciará la próxima semana su megarecompra de 3.500 millones de euros, una de las más grandes jamás vistas en el Viejo Continente realizadas por una entidad. En los próximos tres a cuatro meses calcula que podrá haber liquidado casi la mitad, unos 1.500 millones de euros. Y además no se suspenderá pese a que la acción suba, pues las operaciones no están sujetas a ningún umbral máximo como sí estableció Banco Santander en su programa.
BBVA también pretende transformar el modelo de relación con sus clientes con la intención de crear una palanca que le permita crecer a la vez que reduce de manera robusta el coste de su servicio. Tendrá que buscar la forma de atender a los más de 10 millones de clientes que quiere tener en todo el mundo para el próximo trienio. En España, el grupo acaba de dar salida a 2.935 empleados, el 10% de la plantilla total, frente a los casi 4.000 que había planteado la entidad en un principio. También ha bajado la persiana de 480 sucursales. Quiere seguir reduciendo la estructura de servicios centrales, aunque descarta por el momento un nuevo Expediente de Regulación de Empleo (ERE).
Durante la presentación a analistas, Torres ha asegurado que sus nuevos planes se lograrán gracias sobre todo a haber desinvertido en mercados en los que tenía un menor peso. Ahora su intención pasa por centrarse en los geografías clave, como España y ahora también Turquía, donde ha puesto toda su confianza en Garanti, sin importarle los problemas de su economía ni la crisis de la lira. No le supondrá apenas consumo de capital y está convencido de los retornos que le podrá proporcionar. El consejero delegado, Onur Genç, ha sido claro. "Puede que estos objetivos parezcan agresivos o ambiciosos, pero este banco es capaz de llegar a ellos", ha aseverado el banquero.
Comentarios