Pendientes del mercado eléctrico

La guerra desata una avalancha de ERTE en la industria: "Temo por mi empleo"

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La guerra desata una avalancha de ERTE en la industria: "Temo por mi empleo". 
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La factoría de ArcelorMittal en Olaberría (Gipúzcoa), antigua siderurgia Aristrain, pasa por ser una de las más productivas del gigante mundial del acero y, por extensión, de todo el sistema industrial europeo. Sus crifras así lo atestiguan: los 415 trabajadores producen al año más de un millón de toneladas de acero en forma de perfiles. Es una planta que nunca ha pasado por problemas graves desde su creación a finales de los años 50. Ni la crisis del petróleo de 1973, ni la reconversión industrial que vivió España en la década de los 80, ni la financiera de 2008. Incuso, ni durante los meses más duros por la pandemia paró la factoría acerera guipuzcoana.

Sin embargo, esta semana, con los precios del kilovatio en una escalada sin fin, incementada desde el comienzo de la invasión rusa de Ucrania, sí lo hizo. Quince horas de parada de su horno eléctrico por el precio de la energía, que ha alcanzado máximos históricos. “No vamos a producir a pérdidas y a estos precios ya no se puede repercutir el encarecimiento de la energía en los clientes. Estaremos pendientes del mercado eléctrico para tomar nuevas decisiones y, en su caso, nuevas paradas”, aseguran desde la dirección de la planta. 

“En todas las crisis anteriores, y llevo trabajando en esta factoría desde el año 1998, no he visto peligrar esta planta. Pero ahora sí estoy preocupado. Esta situación no la había vivido nunca y veo en riesgo mi empleo. Esto no es una broma. Nuestro nivel de vida va a sufrir un retraso de años”, confiesa un trabajador de la factoría que la conoce bien por dentro pues estuvo sentado en el Comité de Empresa varios años. Además de la planta de Olaberria, ArcelorMittal anuncia que no arrancará su factoría de Bizkaia en Sestao, prevista para estos días, y que en Asturias, donde la compañía tiene más de 5.000 trabajadores, toda la división de largos parará entre el 24 y 28 de marzo.

También ha acordado paradas de producción o directamente un ERTE, Acerinox en Cádiz, que ha cortado todas sus compras de níquel a nivel mundial y ha aplicado una suspensión temporal del empleo para sus 1.800 trabajadores, aunque también sostenga alrededor de 7.000 empleos en sus auxiliares; Valeo Iluminación en Martos (Jaén), igualmente; Stellantis para su producción en Vigo (7.000 trabajadores) durante dos semanas por falta de suministros; Michelín Lasarte (Gipúzcoa) y Vitoria paran durante días alternativos; la siderúrgica cántabra Reinosa Forgings & Castingsplanea un ERTE, como Alumalsa en Zaragoza o Cementos Portland, que parará una semana todos sus hornos en las seis fábricas que tiene en España, localizadas en Cataluña, Navarra, Cantabria, Madrid, Castilla y León y Andalucía. 

A la lista se suman Aceros Roldán en León echa el freno a su producción; Ferroglobe ha parado sus tres hornos en Galicia, Cantabria y Asturias; el sector cerámico, particularmente importante en el levante, también multiplica sus ERTE por el precio del gas y por la falta de suministro de arcilla, ya que el 70% de toda la que importa este sector viene de Ucrania. Destaca también Mercedes, que ha suspendido todas sus exportaciones a Rusia y ha bloqueado el envío de 400 furgonetas a este país desde la planta de Vitoria, algo que, lógicamente, tendrá su repercusión en los trabajadores. 

La mayoría de estas decenas de empresas con miles de trabajadores son elecrointensivas y no han podido soportar más la escalada de los precios de la electricidad. La crisis energética ha hecho mella en el recibo de la luz en los últimos meses, escalada que se ha incrementado desde el comienzo de la guerra en Ucrania el pasado 24 de febrero. A esta situación se añade el problema de los suministros ante la escasez de materias primas. El aluminio, el níquel o el paladio, vitales para la industria del automóvil y de los que Rusia es uno de sus principales productores mundiales, también han visto disparados su precios y otros insumos vitales como los cereales, de los que Rusia y Ucrania son el granero de Europa, también sufren problemas de abastecimiento y un repunte de su coste. 

En este sentido, el sector agroalimentario es uno de los que más sufren. General Mills, fabricante de productos Old El Paso (comida mexicana, como tortillas de trigo, maíz y salsas) y Nature Valley (barritas de cereales), importa la mayor parte del aceite de girasol de Ucrania, alrededor de 80 toneladas semanales. El conflicto bélico ha cortado el suministro de este tipo de aceite por lo que la empresa, ubicada en San Adrián (Navarra), ha informado a los sindicatos de su intención proponer un ERTE por causas productivas para aplicarlo lo antes posible y durante dos meses para el total de los 800 trabajadores de la plantilla. Paralelamente, el Comité de Empresa ha planteado una huelga para los próximos días 15, 16 y 17 de marzo por cuestiones de la revisión salarial de los trabajadores. “Temo por mi empleo. ¿Y si me quedo en el paro por culpa de Putin?”, cuenta a La Información una de las empleadas de la fábrica.

Pero hay otras ramas del sector agroalimentario a las que también les afecta la guerra y ven peligrar su supervivencia. El sector conservero de pescado, que factura 3.100 millones de euros al año, y con gran arraigo e importancia para el empleo en todo el norte de España, desde Galicia al País Vasco, ha activado todas las alertas y no oculta su "gran preocupación" por el conflicto, principal proveedor de aceite de girasol de España. Las empresas han activado planes de contingencia y urgen "alternativas" por el riesgo de que se produzca un "desajuste entre la oferta y la demanda" en "tres semanas o un mes" y haya un gran desabastecimiento en el sector, según el secretario general de Anfaco (Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados y Mariscos), Juan Manuel Vieites, ya que el 44% de las conservas utilizan aceite de oliva, mientras que el 56% se fabrica con aceite de girasol. “Nos podemos quedar sin suministros de aceite en dos o tres semanas y si eso sucede habrá que parar la producción y ello repercutirá en el empleo”, asegura.

El sector pesquero europeo, incluido el español, también ha solicitado ayudas urgentes a la Comisión Europea para evitar el colapso de la actividad y el riesgo de desabastecimiento ante el encarecimiento de los precios de la energía y logísticos como consecuencia del conflicto bélico. También, las depuradoras, criaderos de bivalvos y cocederos de mariscos necesitan estar enchufados a red eléctrica las 24 horas del día, los 365 días del año. No pueden apagar las bombas, los equipos de frío y congeladores. Desde la Asociación de Empresarios Depuradores de Moluscos (Agade) dicen incluso que están usando generadores y que la única solución pasa por parar la produción.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha advertido de que las empresas españolas se van a ver forzadas a pagar un precio, como consecuencia del conflicto, y que se pondrán a su disposición 'erte de guerra' para dar cobertura a las empresas que necesiten suspender contratos de trabajo o reducir jornada. Este miércoles, en la sesión de control al Gobierno del Congreso de los Diputados, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, reconocía que el impacto de la guerra sobre la economía y sobre el empleo será “seguramente significativo”, tanto en España como en Europa. Ante esta situación, empresarios y sindicatos han exigido al Ejecutivo, por ejemplo, desde la patronal vasca, Confebask, hasta el sindicato UGT, poner en marcha medidas que faciliten esta herramienta. 

El 2 de marzo este periódico informaba de que el Gobierno estaba “ultimando un paquete de medidas para mitigar el impacto económico de la guerra desatada en Ucrania por la invasión de Rusia”. Entre ellas, estaba la posibilidad de activar el mecanismo RED de flexibilidad y estabilización. Una herramienta, incluida en la nueva reforma laboral, que permite al Gobierno, en situaciones complicadas para la economía en general o para un sector en particular, habilitar ayudas a empresas con el objetivo de proteger los empleos, mediante suspensiones o reducciones de jornada con el paraguas de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo. La empresa española puede pasar, en apenas dos años, de los ERTE pandémicos a los ERTE de guerra.

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