Las últimas dos crisis económicas que han afectado al mundo -la financiera y la de la Covid- han sacudido al sistema financiero español y han acelerado las dos rondas de consolidación que se han producido desde 2009 y que han reducido el sector desde los 55 bancos y cajas con los que contaba entonces a un total de 10 entidades tras las fusiones de CaixaBank y Bankia y la de Unicaja y Liberbank. Un proceso en el que España ha tomado la delantera en relación a otros socios comunitarios como Alemania o Italia, que aún tienen que lidiar con patatas calientes como el alemán Commerzbank o el italiano Monte dei Paschi.
Hasta ahora las fusiones bancarias en la zona euro han sido fundamentalmente domésticas y el propio Banco Central Europeo ha venido alentando a las entidades a explorar operaciones transfronterizas. Una de las figuras que más ha insistido en esta vía ha sido su vicepresidente Luis de Guindos. El proceso de consolidación no está terminado, aunque los próximos movimientos probablemente no serán inmediatos ni se verán a de momento a corto plazo.
Si ahora mismo es complicado que se produzcan las citadas fusiones transfronterizas, éstas no serían descartables a medio plazo. Para Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada y director de Estudios Financieros de Funcas, una opción clara para que puedan llevarse a cabo es que se produzcan entre entidades tradicionales y los conocidos como neobancos.
En el más corto plazo, Carbó no ve demasiada urgencia para nuevas fusiones en España al margen de la de BBVA y el Sabadell, que ambos descartaron en principio a finales del año pasado, si bien reconoce que el proceso no ha concluido aún. Los cuatro grandes bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank y Sabadell) han reducido en un 12,9% su red de oficinas y en un 6,2% su volumen de empleados en los nueve primeros meses de 2021, de acuerdo con la información que han dado a conocer en sus últimos informes financieros trimestrales.
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