¿Llegó demasiado tarde?

La razón de que Apple enterrase el iPod: "Fallamos durante toda una década"

Un iPod de Apple
La razón de que Apple enterrase el iPod: "Fallamos durante toda una década".
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Un iPod de Apple

En los años 80, el Walkman supuso una de las mayores revoluciones en la industria musical: por primera vez, la gente escuchaba las canciones que deseaba por la calle, en el metro, en el trabajo... Durante los 90, el Discman cogió el testigo y se convirtió en el principal medio portátil de consumo de música en el mundo. Sin embargo, con la llegada del nuevo siglo, se produjo quizás el mayor hito de todos: el reproductor MP3. Y, por encima de todos, el iPod, el primer gran producto de Apple en la segunda etapa de Steve Jobs al frente, que permitió a la compañía aunar un diseño atractivo con lo último en tecnología y un servicio pionero de compra legal de canciones, iTunes, en plena batalla por los derechos de autor. ¿El resultado? El iPod fue un auténtico éxito de ventas... que terminó enterrado en el olvido pocos años después.

Pero, ¿por qué el iPod pasó tan rápido del éxito al fracaso? Sencillamente, porque llegó demasiado tarde al mercado. En concreto, una década tarde, tal y como explicaba Tony Fadell, considerado el 'padre' del iPod, en una reciente conferencia tecnológica recogida en este artículo de 'CNBC', en la que apunta que durante los 90 había concebido la idea de un dispositivo 100% digital para reproducir música sin depender del formato (un casette, un CD, etc.). Sin embargo, la empresa que fundó no consiguió atraer el capital necesario para desarrollarla: "Teníamos una empresa pequeña tuvimos que hacer la misma presentación a 80 grupos inversores... y los 80 dijeron que no. Literalmente, fallamos durante una década".

Oficialmente, Jobs presentó el iPod a finales de 2001, en plena revolución musical iniciada por el fenómeno Napster: los usuarios ya no compraban canciones, sino que se las descargaban gratuitamente a través de plataformas de intercambio de archivos. Apple no deseaba perder ese tren y vio en la idea de Fadell un potencial que ninguno de aquellos 80 inversores había sido capaz de intuir. Y eso que el formato MP3 se había creado en 1993: desarrollado por el Moving Picture Experts Group (MPEG), formaba parte de los sistemas de reproducción de vídeo digital que la compañía popularizaría años después y suponía una auténtica revolución gracias a su compresión a 128 kbit/s, un tamaño de aproximadamente unas 11 veces menor que su cualquier CD en el mercado.

Pero volvamos de nuevo atrás en el tiempo: la industria musical se rigió hasta el nuevo siglo por los golpes de efecto que daban las grandes compañías del sector. Por ejemplo, el CD fue desarrollado por Philips y Sony, primero de manera independiente y posteriormente de manera conjunta, en 1980. Su idea era sustituir progresivamente al vinilo... y hacer caja por el camino. El nuevo formato implicaba que aquellos que se hubiesen gastado un dineral en grandes colecciones para su tocadiscos, ahora tendrían que volver a gastarse una cantidad similar -o mayor- para tenerla en formato CD. De ahí la importancia del MP3: nació como la pista de audio dentro de un formato de vídeo 100% digital, pero terminó siendo una amenaza potencial al sistema tradicional de formatos físicos, como el CD o el vinilo.

Obsoleto en cinco años por culpa de Spotify... y de Apple

El problema es que en 1993 nadie sabía muy bien qué hacer con un MP3. O, más bien, a nadie se le había ocurrido cómo convertirlo en una fórmula para acabar con la poderosa influencia de la industria musical. Solo algunos técnicos de sonido en televisión o músicos lo utilizaban para grabar sus canciones y que ocupasen menos espacio en el Atari o el Macintosh de turno (bastante escasos de memoria por entonces). Hasta que Fadell tuvo la brillante idea de convertir el formato en una forma de reproducción portátil, al estilo del Walkman o el Discman, pero sin tener que gastarse una fortuna en CD o casettes. "Me dolió pasar una década con este desgarrador fracaso y la gente repitiéndome 'No, estás equivocado; no, estás equivocado'".

Por eso, cuando finalmente Apple compró su idea y le encargó llevarla a término, ya habían llegado algo tarde: al margen de que Napster, Kazaa y otras plataformas P2P llevasen ya años siendo el principal lugar de intercambio de música, cuando la compañía lanzó iTunes (de pago), en 2003, tuvo un éxito moderado precisamente porque otro dispositivo como el teléfono móvil empezaba a ganar terreno en la reproducción musical. Por entonces, la mayoría de la gente utilizaba un sistema sencillo y gratuito para disponer de su música en MP3 en cualquier lugar, que consistía en descargarse la música en el ordenador y transferirla después a su teléfono.

El debate entonces se centraba en la moralidad de escuchar música gratuitamente, perjudicando a las discográficas, pero sobre todo, a los creadores. Sin embargo, el modelo de la gratuidad terminaría por asentarse con la llegada al mercado de Spotify, en 2008. A partir de ese momento, el streaming se convirtió en la evolución natural de la descarga de canciones y, por mucho que Apple intentara adaptar su iPod a la nueva (como, por ejemplo, la reproducción de vídeo en el citado formato MPEG), la tecnología seguía su curso sin los reproductores MP3, por mucho que la compañía de la manzana tratase de seducir con un diseño de modelos cada vez más sofisticado.

A todo esto hay que sumar el nacimiento del iPhone aquel mismo 2008; un móvil que precisamente se centraba en cubrir todas las demandas de los usuarios, que en pocos años pasarían de utilizar el teléfono para llamar a usarlo como centro portátil de ocio: música, vídeos, redes sociales, Netflix... De la noche a la mañana, los móviles se habían convertido en 'smartphones' y la evolución del mercado había enterrado definitivamente al iPod. Sin embargo, para Apple el invento de Fadell sigue siendo un hito de especial relevancia en el resurgir de la compañía en el nuevo siglo. Por eso, y a falta de lo que anuncie la compañía en el Apple Event de este martes, a día de hoy iTunes sigue ofreciendo servicio e, incluso, sigue vendiendo un modelo de iPod, el Touch, con un precio desde los 239 euros en el que se pueden ver vídeos, sirve como consola portátil de videojuegos y ofrece aplicaciones en realidad aumentada. Además, por supuesto, de reproducir música.

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