Punto de inflexión en Reino Unido. El Comité de Política Monetaria (MPC) del Banco de Inglaterra ha decidido reducir la tasa de interés oficial en un cuartillo o 0,25 puntos porcentuales, situándola en el 5%. La decisión primer recorte de tasas desde marzo de 2020, en plena pandemia, pero no ha contado con un respaldo unánime, sino que evidencia la división entre los gobernadores que tienen voto en su consejo. La bajada de tipos fue aprobada por una estrecha mayoría de 5 votos contra 4.
La medida llega en un momento en que la inflación anual del IPC alcanzó el objetivo del 2% en mayo y junio. Sin embargo, se espera que aumente a alrededor del 2,75% en la segunda mitad de este año debido a factores comparativos relacionados con los precios de la energía. El MPC ha considerado que, a pesar de un repunte en el PIB a principios de año, el impulso subyacente de la economía parece más débil.
"El Comité espera que la caída de la inflación general y la normalización de muchos indicadores de las expectativas de inflación sigan repercutiendo en una dinámica más débil de los salarios y la fijación de precios", ha explicado la entidad, que confía en que la persistencia inflacionaria interna "se desvanezca en los próximos años", debido a la postura restrictiva de la política monetaria.
Además, el crecimiento de los salarios regulares del sector privado ha disminuido al 5,6% en los tres meses hasta mayo, y la inflación de los precios al consumidor de servicios ha bajado al 5,7% en junio. El Comité espera que la caída de la inflación general y la normalización de las expectativas inflacionarias continúen influyendo en una dinámica más débil de fijación de salarios y precios.
Sin embargo, advierte sobre el riesgo de que las presiones inflacionarias resulten más persistentes a medio plazo, aunque a corto plazo destaca eel progreso en la moderación de los riesgos. El Banco de Inglaterra subraya que la política monetaria deberá seguir siendo restrictiva durante el tiempo suficiente hasta que los riesgos de que la inflación vuelva de forma sostenible al objetivo del 2% a medio plazo se hayan disipado.
Esta medida marca un giro en la política monetaria del Reino Unido, señalando una posible relajación gradual tras un largo período de endurecimiento para combatir la alta inflación.
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