Un banquero de negocios nunca perdona un pago extraordinario, ya sea un bonus por rendimiento o una indemnización. En el caso de Andrea Orcel, menos todavía. Con su salida de UBS en 2018 para fichar por Banco Santander abandonó una prima y pagos diferidos por valor de 55 millones de euros que asumió en parte el banco español como parte de su fichaje como consejero delegado. La ruptura posterior en 2019 le dejó sin puesto, sin extraordinario y con ganas de resarcir el agravio: "No soy alguien que deje pasar las cosas", señaló entonces tras romper un silencio de meses.
Tres años después ha conseguido en los tribunales una victoria momentánea -pendiente de recurso- en la que se le reconoce una reparación de 68 millones de euros por aquel episodio. Para Orcel será el primer pago directo por su relación de décadas con Banco Santander como banquero de confianza de la familia Botín. Desde 2000 a 2019, el banquero italiano se hizo verdaderamente rico con los bonus cobrados de Merrill Lynch y UBS gracias a las operaciones en las que asesoró al grupo español.
Porque Orcel es mucho más que un fichaje frustrado. Fue un actor clave en el proceso de internacionalización de Banco Santander que le llevó a multiplicar su perímetro de negocio y balance hasta los 1,5 billones de euros actuales a golpe de adquisición, fusión y ampliación de capital. Cuando el italiano Unicredit se lo presentó a sus accionistas en la Junta General de abril de este año de cara a votar su nombramiento como consejero delegado, el 'currículum vitae' oficial incorporaba hasta 27 menciones al banco español. Todas ellas ligadas a los hitos corporativos más relevantes del Santander a lo largo de las dos últimas décadas.
Pero antes de convertirse en el asesor de confianza de Emilio Botín, el italiano trabajó desde Merrill Lynch para su gran rival en España con un papel destacado como banquero de inversión en la fusión de BBV y Argentaria (1999), así como en la compra del mexicano Bancomer. A partir de ahí comienza una relación de años con el cántabro. La subasta del brasileño Banespa (3.600 millones) supuso el primer trofeo que se adjudicó Santander con Orcel como intermediario y consultor. Después llegó la reorganización y fusión de la actividad del banco en Chile (Osorno, Santiago, Banefe) en 2003 para dar el gran salto al año siguiente con la operación transformacional del Santander: Abbey National.
La adquisición de un gran banco en Reino Unido a través de un canje de acciones valorado en más de 12.800 millones euros cambió el rumbo del banco español para siempre hasta convertirlo en una entidad global. Al mismo tiempo despertó la voracidad corporativa tanto de Santander como de Botín, con Orcel como cocinero estrella de la fusión desde los fogones de Merrill Lynch, uno de los bancos asesores contratados desde el lado español. El éxito de aquel 'deal' estrechó la relación entre ambos. El primero encontró un bróker al que llamar en las grandes ocasiones, y el segundo vio a un cliente preferente con el que iba a generar mucho negocio y comisiones. En 2005, Orcel aparece de nuevo como asesor del Santander en la doble desinversión de Amena (France Telecom) y Auna (Ono) por 12.800 millones, además de repetir con BBVA en la retirada de Italia con la venta del BNL.
El mago de la operación ABN Amro
Hay cientos de banqueros de negocios con un historial jalonado por fusiones, adquisiciones y ampliaciones de capital como las mencionadas, aunque pocos tienen en su haber batallas tan complejas y especiales como la opa de 71.000 millones de euros sobre el holandés ABN Amro en 2007, en la que tres bancos de primer nivel (Royal Bank of Scotland-RBS, Fortis y Santander) se aliaron para comprar y trocear a un competidor. Por múltiples motivos fue la consagración de Orcel frente a su sector, pero sobre todo ante un Botín que ya casi nunca dudaría de los consejos y propuesta del banquero romano.
Su papel de asesor fue crucial para Banco Santander no solo a la hora de incorporarse a la mayor operación bancaria de la historia en Europa, sino especialmente para sobrevivir a la misma. El banco rojo fue el único de todos los compradores que se sentaron a la mesa de ABN que se pudo levantar a tiempo de no sufrir una indigestión 'mortal' con los activos bancarios adquiridos. Tras aquel banquete, el británico Royal (RBS) como el belga Fortis acabaron siendo rescatados y nacionalizados durante la crisis financiera de 2008. Santander, que movilizó cerca de 20.000 millones de euros para quedarse los negocios en Brasil (Banco Real) e Italia (Antonveneta, Interbanca), se libró del desastre de ABN, entre otras cosas, por la mágica jugada orquestada por Orcel en su país de origen.
Un mes después del reparto de los activos, Santander vendió Antonveneta a Monte dei Paschi (hoy nacionalizado) y, a principios de 2008, Interbanca a General Electric. Las dos desinversiones sumaron más de 10.000 millones de euros, la mitad del dinero que había puesto sobre la mesa en el asalto al ABN, pero el banco español logró dar un 'pelotazo' de 3.400 millones en forma de plusvalías con su entrada y salida exprés de Italia. A partir de ahí, la participación de Orcel se sucede en todos y cada uno de los movimientos que da el banco español en la oscuridad de la era post-Lehman.
Desde la compra del estadounidense Sovereign a los británicos Alliance & Leicester y Bradford & Bingley, el polaco Zachodni o el porcentaje que no tenía del antiguo Serfin mexicano. El cúmulo de transacciones se sucedía entre 2008 y 2010 a gran velocidad y precios de derribo por la crisis. El grupo cántabro movilizó más de 9.000 millones de euros entre aquellas nuevas compras. Santander no tenía una máquina de fabricar dinero, pero sí de sus propias acciones. Orcel incorpora también a su perfil oficial el haber captado decenas de miles de millones de euros para el grupo de Boadilla del Monte con las colocaciones en bolsa de las filiales de Brasil, México y Polonia.
El recaudador de capitales
Y destacó también el haber estado al frente, siempre como asesor, en dos de las tres mayores ampliaciones de capital del banco por 7.200 millones de euros (2008) y 7.500 millones (2015). Esta última ya desde UBS, y con Ana Botín recién llegada a la presidencia tras el fallecimiento de su padre, se convirtió en la mayor ampliación bancaria en Europa sin suscripción preferente y no ligada a ninguna operación corporativa, según la descripción que hace el ejecutivo de Unicredit. Se resolvió además por un procedimiento acelerado que transmitió un contundente mensaje de la nueva presidenta. Orcel, de nuevo, estuvo ahí como banquero de la casa.
Muchos señalan este momento como clave para su fichaje como primer ejecutivo (CEO) tres años después y la raíz del problema que acabó en ruptura: el exceso de confianza. Esto quedó plasmado en el malentendido sobre la cuantía del bonus al que iba a renunciar el banquero italiano o quién se iba a hacer cargo. Fuentes cercanas a ambos destacan cómo Orcel conoce a la perfección los entresijos del Santander, a sus grandes accionistas y directivos clave. Sin embargo, su fama de 'tiburón', red de contactos y ambición pronto amenazaron con hacer sombra al mismo poder de Botín, convirtiendo el pulso del bonus en una enmienda a su fichaje.
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