Reza el dicho que todo lo que sube, a menudo, baja. El colapso de los precios del gas natural en Europa es un buen ejemplo de cómo se puede pasar de subidas históricas a bajadas que también baten todos los récords. La cotización del TTF holandés con entrega en febrero de 2022, la actual referencia del hub gasista de Rotérdam, se desploma este viernes 31 de diciembre un 24%, hasta 65 euros por MWh.
De este modo, el precio dibuja un abaratamiento del 65% (o 116 euros) diez días después de que marcase máximos históricos por encima de los 18o euros. En la subasta del Mibgas en España, el precio del gas bajó el jueves a 76 euros y este viernes se ha desplomado otro 18%, hasta 62 euros / MWh.
El sentimiento de los mercados ha girado bruscamente de alcista a bajista después de que se hayan enfriado las tensiones sobre el suministro. Europa ha podido zafarse de la presión de Rusia y sus gasoductos terrestres con la llegada masiva de combustible a través de metaneros con GNL desde distintas partes del mundo pero, sobre todo, desde EEUU y Canadá.
España, a salvo con Argelia
Por ejemplo, España ha llegado a contratar barcos a Australia, otra de las potencias recién llegadas al mercado del gas natural, el combustible que se está usando en la industria eléctrica para suplir al carbón y a la nuclear como respaldo del sistema a las renovables, cuya producción es inestable y no se puede almacenar todavía con la tecnología actual. De hecho, por primera vez en varias semanas, el precio de la electricidad bajó a comienzos de semana por debajo de los 100 euros por MW/h por la ausencia del gas en la subasta.
Según los últimos datos de suministro de Cores, la agencia estatal del Gobierno, Argelia se mantuvo en octubre como el principal proveedor de gas para España con el 34%, aunque se produjo un descenso del 15 puntos por el cierre del gasoducto Magreb que pasa por Marruecos. El recambio llegó desde EEUU, que escaló hasta el 25% del gas servido, Nigeria y Qatar. En cambio, Rusia tiene un peso poco significativo para España tanto en gas como en petróleo a diferencia otros países europeos como Alemania.
Precisamente, la gran partida de ajedrez energética se ha disputado en estas dos semanas con la presión de Moscú para conseguir que Berlín aprobase el gasoducto Nord Stream 2, que atraviesa el Mar Báltico y une por primera vez de forma directa los gasoductos rusos con los alemanes. Hasta ahora, el combustible tenía que atravesar Polonia, Ucrania o Turquía antes de llegar a los grandes consumidores europeos.
Rusia se queda con gas sin vender
Sin embargo, el giro del mercado se ha producido después de que Alemania haya comenzado a devolver gas hacia Polonia de forma repetida durante días a través de la infraestructura Yamal-Europa debido a su alto precio. Adicionalmente, el regulador alemán del gas aseguró que no está previsto que se apruebe Nord Stream 2 hasta el segundo semestre de 2022.
Esta doble demostración de fuerza alemana con el respaldo de sus socios europeos y las importaciones desde otros países han provocado varias declaraciones conciliadoras desde el Kremlim. "El Nord Stream 2 está listo para funcionar", dijo este miércoles el presidente ruso, Vladimir Putin, durante una reunión telemática en la que anunció que el gasoducto ya estaba lleno desde la parte rusa y listo para operar.
"Tan pronto como ellos tomen la decisión sobre el comienzo de las obras, grandes volúmenes comenzarán a bombearse hacia Europa, volúmenes adicionales de gas ruso. Recuerdo que se trata de 55.000 millones de metros cúbicos al año", señaló el mandatario ruso en una muestra de debilidad, según los analistas, por su dependencia del comercio energético con Europa.
Rusia envía alrededor del 95% de sus exportaciones totales de gas a Europa, casi el 95% a través de gasoductos, lo que representa alrededor del 30%-35% del suministro de Europa en general y se sitúa a la par con Noruega, el otro gran proveedor gasista. En cuanto al sector del petróleo, el 50% de las exportaciones de crudo del país también van hacia la Europa occidental y el 65% lo hace a través de oleoductos. Representa alrededor del 25% al 30% de los suministros de Europa en general.
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