Descarbonización de la economía

El gran cambio en la agricultura provoca 'efectos secundarios' en los mercados

La sostenibilidad se ha convertido en un pilar de las economías, representado en su máximo exponente en el Plan Biden, y las empresas del sector pueden dar un vuelco a los principales índices de referencia. 

Los fondos de inversión se lanzan a ser los nuevos señores del campo en España.
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EP
Los fondos de inversión se lanzan a ser los nuevos señores del campo en España.

El ansia por la descarbonización se ha convertido en una de las prioridades para las administraciones que puede arrastrar rentabilidades en el plano de la inversión. El mundo necesita descarbonizar sustancialmente la actividad económica para lograr las reducciones de gases de efecto invernadero (GEI) establecidas en el Acuerdo de París de 2015.

En el año transcurrido los líderes mundiales han tomado una serie de medidas para alcanzar sus ambiciosos objetivos. Además, la pandemia de la Covid-19 ha dado lugar a un estímulo financiero sin precedentes para apoyar el crecimiento económico y muchos proyectos globales de infraestructura se han vinculado a la sostenibilidad.

La Unión Europea ha publicado más detalles sobre su “Green Deal” en 2020, mientras que China se ha fijado como objetivo las emisiones neto cero de carbono para 2060. Y en 2021, Estados Unidos se ha reincorporado al Acuerdo de París.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el sistema alimentario mundial es responsable de entre el 25% y el 30% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero a través de una combinación de uso de la tierra y alimentación del ganado.

En este sentido, en el futuro, la demanda de alimentos no hará más que aumentar, ya que se prevé que la población mundial alcance los 9.800 millones en 2050 y los 11.200 millones en 2100, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por ello, la industria agrícola necesita ser más eficiente a través de la innovación tecnológica, como la agricultura inteligente, la agricultura vertical o la agricultura de precisión.

“Vemos oportunidades en el ámbito de las empresas de fertilizantes que pueden mejorar su huella de CO2 en términos de producción y seguir desarrollando sus cultivos y semillas para adaptarse mejor al cambio climático”, comenta Daniel Rupli Head of Single Security Research de Credit Suisse. “Por ejemplo, las tecnologías de edición genética pueden ayudar a aumentar el tamaño de las plantas y hacerlas más resistentes a las enfermedades y a la sequía”, agrega.

“Las compañías que proporcionan tecnologías para mejorar la producción sostenible de alimentos (por ejemplo, la agricultura de precisión, tecnología de agricultura vertical, edición de genes, tecnología de agricultura en ambiente controlado) serán importantes oportunidades en las que invertir, asegura Rupli.

No obstante, hay más expertos que creen que esta tendencia puede tener un importante peso en los índices. “Al igual que la industria sanitaria se ha convertido en la segunda que más peso ha tenido en el S&P 500 otros segmentos como el avance a hacia la sostenibilidad (por áreas como la agricultura) pueden ganar una mayor ponderación en los índices de Wall Street”, apuntan los expertos de Goldman Sachs en un informe.

Se trata de un avance hacia un futuro más verde que tendrá un impacto tanto en la composición de los índices como de los ETF. “La temática de la agricultura más sostenible indudablemente puede cambiar el esquema actual de los mercados, tanto de los índices como de los fondos cotizados”, concretan en una nota desde JPMorgan.

El cambio en la dieta también influye

Pero la producción sostenible de alimentos va más allá de la tecnología y empieza por el consumidor final. Un cambio en la dieta hacia una menor cantidad de productos animales o de otro tipo puede mejorar sustancialmente la huella ecológica.

El desperdicio de alimentos es otro tema que no debe subestimarse desde la perspectiva del cambio climático. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha calculado que un tercio de los alimentos en el mundo acaban como residuos. Hay muchas razones por las que los alimentos se desperdician, como las cadenas de suministro ineficientes y la falta de infraestructuras en los países en desarrollo, y los hábitos y preferencias de los consumidores en los países desarrollados.

Según la FAO, la pérdida y el desperdicio de alimentos asciende a 4,4 gigatoneladas, o el 8% de todas las emisiones de GEI. Si el desperdicio de alimentos fuera una nación, sería el tercer mayor emisor de GEI, después de China y EE.UU., según la FAO.

“Un punto de partida para abordar este problema son los minoristas de alimentos, que sólo son responsables directos del 2% del desperdicio de alimentos, pero que impulsan gran parte del desperdicio en su cadena de suministro a través de su poder de mercado concentrado y sus prácticas comerciales”, resalta Rupli. Tienen una amplia gama de opciones para reducir el desperdicio de alimentos.

“Las empresas de gestión de residuos también tienen un papel que jugar, ya que pueden utilizar los residuos alimentarios como recurso para otros fines comerciales”, opina el analista de la entidad financiera suiza.

“Esto les permite reciclar los recursos y la energía procedentes de los insumos para el cultivo de alimentos, y sus acciones garantizan que los residuos alimentarios no se descompongan y emitan GEI en los vertederos”, concluye.

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