Grifols ofreció primero un susto y luego el trato en un martes de infarto, que obligó a intervenir la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para suspender la cotización en bolsa de la farmacéutica poco antes de la apertura de Wall Street. La SEC estadounidense, en cambio, no lo hizo, lo que abrió una venta de discriminación y trato desfavorable para los accionistas según el tipo de acciones que tuviesen en cartera.
Primero, el grupo de hemoderivados se vio atropellado por una serie de borrones contables y reformulación de cuentas que vienen a corroborar las malas prácticas que ha desplegado en los últimos años, amén de dar la razón a parte de las acusaciones del villano Gotham, la firma de inversión bajista que sacó los colores a la empresa el pasado 9 de enero. La agencia Bloomberg avanzó que el auditor Deloitte mantenía una discrepancia contable de más de 400 millones de euros con la empresa.
Solo entonces, Grifols entonó el 'mea culpa' con una declaración ante la CNMV en el que admite que ha sobrevalorado su participación en la china Shanghái Raas, la misma empresa que en la que invirtió antes de la pandemia y acaba de vender este año por 1.600 millones de euros. El ajuste a la baja, contra patrimonio y no resultados, supone un impacto de 457 millones de euros con cargo a patrimonio y no a resultados.
También contra el pasado, la farmacéutica añadió pérdidas netas por valor de -40 millones por otras cuestiones y reconoció que una empresa conjunta en EEUU llamada Biotek America también ha estado mal contabilizada hasta ahora. Grifols reformula parte de sus cuentas y da la razón a la CNMV que denunció algunas deficiencias contables, aunque consideró que no era necesario rehacer sus informes financieros.
El ajuste de cuentas de la polémica farmacéutica está liderado por el auditor Deloitte, el nuevo consejero delegado, Nacho Abia, junto a los bancos acreedores que financian a la compañía. Tiene como protagonistas indiscutibles al director financiero de Grifols desde 2007, Alfredo Arroyo, a su sucesor, Rahul Srinivasan, jefe de finanzas apalancadas en Bank of America y copartícipe de algunas de las operaciones clave de la empresa catalana desde 2018 como el traspaso de su negocio de plasma al accionista vinculado Scranton.
Pendientes del salvavidas de Brookfield
A continuación, la multinacional publicó su informe de resultados de los primeros seis meses de 2024 con buenas noticias en la superficie de la cuenta (regreso a beneficios y al flujo de caja positivo), pero con profundas dudas sobre su sostenibilidad en el interior. Su gasto financiero se ha desbocado hasta 395 millones de euros en seis meses, un 40% más que en el mismo periodo de 2023, cuando apenas ha dado los primeros pasos en la refinanciación de su deuda financiera.
La compañía gastó más de 100 millones de euros en costes asociados a la emisión de nuevos bonos por valor de 1.300 millones que ha emitido para afrontar parte de los vencimientos que tenía el año que viene. Pese a todo, solo es parte de su deuda que se acerca a los 10.000 millones todavía. Tras la escalada de los tipos de interés desde 2022, Grifols ha visto como el coste financiero de servir la deuda se ha multiplicado.
En ese contexto se enmarca la posibilidad de la entrada del gigante del capital riesgo Brookfield en alianza con la familia Grifols. La necesidad de una ampliación de capital para reducir y reestructurar el endeudamiento es ahora mismo la mejor posibilidad sobre la mesa para el futuro de la empresa, aunque será a costa de los minoritarios.
Grifols regresó a beneficios en el primer semestre con 36 millones de euros, 152 millones antes de extraordinarios, frente a las pérdidas de más de 50 millones del mismo periodo de 2023. La compañía logró además el regreso al flujo de caja libre (FCF) positivo con 57 millones de euros en el segundo trimestre, aunque en el conjunto del semestre (enero-junio) fue negativo en -196 millones. Se trata de una medida clave para que Grifols sigue su proceso de equilibrio patrimonial y gestión de la deuda.
La compañía ha realizado importantes avances en el segundo trimestre utilizando los ingresos de la desinversión en SRAAS para reducir su ratio de apalancamiento a 5,5 veces. La deuda financiera neta según los criterios del acuerdo de crédito (Credit Agreement) con los bancos acreedores se situó en 8.262 millones de euros, cifra a la que hay que sumar 1.134 millones por las obligaciones de arrendamientos (alquileres) de los centros de plasma, edificios y equipos (NIIF 16). En total, la deuda neta según balance fue de 9.396 millones de euros.
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