Frente a sus principales pares

Un dólar alicaído encara la llegada de 2021: ¿Qué efectos tiene su debilidad?

El dólar ha registrado su mayor caída semanal desde marzo.
Un dólar alicaído encara la llegada de 2021: ¿qué efectos tiene su debilidad.
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El dólar ha registrado su mayor caída semanal desde marzo.

Todo se conjura en el horizonte económico para que el dólar siga mostrándose débil los próximos meses. Al avance en las vacunas contra el coronavirus y el inicio del proceso de inmunización a nivel global, se han sumado desde principios de noviembre la rotación sectorial en las carteras hacia activos más cíclicos y la aprobación, esta misma semana, del nuevo estímulo fiscal en Estados Unidos de 900.000 millones de dólares. La victoria electoral de Joe Biden, los tipos de interés reales, los diferenciales de crecimiento o la respuesta fiscal y monetaria que la primera economía del mundo está dando a la crisis actual apuntan a que la tendencia a la depreciación de la divisa se mantendrá por un tiempo. Esta perspectiva tiene importantes implicaciones para la economía global

El dólar ha perdido cerca de un 9% de su valor frente al euro en lo que llevamos de año, una caída que se amplía a 14% al tomar como referencia el 'crash' que se produjo en los mercados financieros el pasado mes de marzo, coincidiendo con el cerrojazo a la actividad para hacer frente a la expansión de la primera ola de coronavirus. En el año, el 'billete verde' se deja un 4% en relación a la libra, más de un 6,5% con respecto al yuan y desciende un 20% frente al rublo ruso. Por el contrario, se aprecia más del 4,5% en su cruce contra el yen japonés, otra de las divisas consideradas tradicionalmente como refugio en tiempos de incertidumbre.

Este movimiento bajista cobra fuerza en los dos últimos meses y muy especialmente en lo que respecta a las divisas emergentes. Así, el índice MSCI International Emerging Market Currency, que mide el desempeño de 26 monedas de mercados emergentes en comparación con el dólar estadounidense (real brasileño, pesos mexicano y colombiano, lira turca...) ha subido más de un 3% hasta superar los 1.710 puntos. Acumula, además, una revalorización de más del 10% desde los mínimos de marzo.

Un impulso para los emergentes... pero no para la zona euro

Alrededor del 80% de la financiación del comercio internacional está denominada en dólares estadounidenses por lo que cuando el 'billete verde' cotiza a la baja los préstamos aumentan más rápidamente, lo que facilita el comercio, algo que puede ser especialmente beneficioso para una economía global que se enfrenta a su peor ejercicio en siete décadas a causa de la pandemia de Covid-19. Un dólar debilitado podría engrasar las ruedas del comercio mundial y, de este modo, dar un importante impulso al crecimiento global a lo largo de los próximos meses, algo vital para el proceso de recuperación, aún tímida, de la crisis.

Ese agotamiento de la divisa reserva apoya el buen desempeño de los activos emergentes, atrayendo flujos de capital y contribuyendo a la recuperación cíclica de la actividad global. Además, impulsa el precio de las materias primas, lo que beneficia a los países productores y exportadores, con los emergentes a la cabeza. Unas 'commodities' más caras implican más ingresos, más entradas de capital y contribuyen a fortalecer aún más las divisas locales. Esa apreciación abarata las importaciones, reduce el riesgo de una mayor inflación y permite a sus bancos centrales poner en marcha políticas más expansivas y apoyar el avance de los salarios reales.

Además y dado que muchos mercados emergentes emiten cantidades considerables de deuda denominada en dólares estadounidenses, la debilidad de la moneda refugio reduce el coste de esa deuda. En sentido contrario, una divisa estadounidense fuerte supone que a los países emergentes les cuesta más comprar los dólares estadounidenses que necesitan para afrontar los pagos de los bonos. Sin embargo, hace falta un cierto punto de equilibrio, puesto que las economías en desarrollo necesitan también monedas débiles que hagan más competitivas sus exportaciones.

"La depreciación de su moneda abarata las ventas al exterior en términos relativos, generando un efecto ingreso positivo al convertir el pago en dólares a moneda local", apuntan desde el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). El efecto es especialmente positivo para los ingresos en divisa nacional de las grandes empresas exportadoras de este grupo de países -el precio de las exportaciones en divisa nacional aumenta- y esa mejora de beneficios puede derivar en una mejora de la inversión y el empleo nacional.

La debilidad del dólar también tiene efectos en términos de flujos de inversión y condiciones financieras. Así, puede suponer una oportunidad para los países emergentes, que no se ven obligados a entrar en una guerra de divisas a través de devaluaciones competitivas. De hecho, esa coyuntura permite a sus bancos centrales llevar a cabo una política monetaria más laxa en aquellos países cuya inflación está por debajo del objetivo, para minimizar el impacto de otros 'shocks' externos como la guerra comercial, que seguirá muy estando presente.

Sin embargo, la historia es bien distinta en el caso de la zona euro, con unas características muy distintas a las de los emergentes. Dado que su comercio exterior está mayoritariamente denominado en euros, cualquier apreciación de su divisa frente a la estadounidense sí podría tener efectos negativos sobre el crecimiento del conjunto del área, muy especialmente en un momento en que Europa batalla con la segunda ola del virus y se está viendo obligada a elevar las restricciones a la movilidad y en la actividad para poder contener su expansión, con medidas especialmente duras en Alemania, Francia, Bélgica, Italia u Holanda.

El futuro político en EEUU, otra de las claves

El panorama político en Estados Unidos a raíz de la victoria electoral de Biden también arroja algunas claves sobre cómo puede comportarse la divisa el próximo ejercicio. "Damos un 70% de posibilidades de que los republicanos obtengan la mayoría en el Senado, lo que crearía desafíos para la formulación de políticas fiscales expeditivas y significaría que Biden podría tener dificultades para impulsar su importante agenda de gasto así como otros programas legislativos", apunta Irene Goh, responsable de Multi-Asset Solutions, para Asia Pacífico de la gestora Aberdeen Standard Investments. Los gestores coinciden en que el modesto estímulo, de menos de 1 billón de dólares, al que las dos cámaras del Congreso han dado luz verde hace unos días podría ser insuficiente para sustentar el crecimiento del país. 

La política de la Fed deberá ser aún acomodaticia, elevando las diferencias en crecimiento e inflación con Asia y Europa

La implicación más directa de ello es que la política monetaria tendrá que seguir siendo muy acomodaticia, lo que probablemente creará diferencias cada vez mayores en el crecimiento y la inflación entre Estados Unidos y las naciones de Asia y Europa, ejerciendo así una presión a la baja sobre el dólar. Los mercados están descontando que la Reserva Federal de Estados Unidos no subirá los tipos hasta 2025, lo que sugiere que la parte corta de la curva permanecerá plana y los diferenciales de crédito se reducirán. "Esto hará que los inversores que buscan rentabilidad bajen más en el espectro de riesgo crediticio", añade Goh. 

"El euro está bien posicionado para beneficiarse de una recuperación de la demanda global de exportaciones, a medida que la pandemia se disipa y el estímulo estadounidense impulsa el crecimiento", argumentan desde el banco suizo UBS, que prevé que el euro/dólar sitúe su cambio en una horquilla entre los 1,20–1,25 'billetes verdes' para finales de 2021. Es una perspectiva muy en línea con la que ha ofrecido en sus previsiones para el próximo ejercicio Bank of America. Sus analistas sostienen que la presión alcista del euro se retomará en el segundo trimestre, hasta el entorno de los 1,22 dólares, para alcanzar los 1,24 dólares durante el tercer trimestre.

Redactora de Macro

Periodista económica desde 2006, me incorporé a 'La Información' en 2017 como redactora de Macro, una labor que desarrollé antes en elEconomista (2013-2017). Durante más de una década disfruté de mi pasión por la radio como redactora de Informativos (Punto Radio y Cope). Fui colaboradora en Informativos Telecinco y actualmente participo en 'La Brújula de la Economía' de Onda Cero.

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