Y el público votó a Yola Berrocal y Leticia Sabater como ganadoras del reality 'La casa fuerte', la última invención de Telecinco para estirar la fórmula del éxito de 'Gran Hermano' y 'Supervivientes' hasta verano. Eso sí, un programa a menor coste, más caótico y con concursantes tan curtidos en telerealidad que no suelen fallar. Aunque la dinámica del programa sea desastrosa y no se entienda, como ha sido el caso.
Por eso mismo, han destacado Berrocal y Sabater dentro de un casting de personajes resabiados de televisión. La audiencia de Mediaset premia a las personas con las que es más fácil identificarse. Más aún si son despreciadas como freaks y viejas por la superficialidad de una de sus compañeras y finalista, Oriana. Resultado: triunfo asegurado.
En 'La casa fuerte', relevante ha sido la personalidad de Yola Berrocal, que casi siempre termina congeniando con el grueso de espectadores. Un personaje salido de las cloacas del corazón más oscuro -se hizo popular hace dos largas décadas como supuesto ligue-montaje del Padre Apeles-, pero que con el paso de los años ha alcanzado la empatía del público gracias a su coherente ingenuidad, que se ve venir de lejos.
Y de ingenuidades coherentes no anda muy sobrado este género televisivo que sigue funcionando de manera imparable en Telecinco, maestros en crear tensión emocional en su público fiel con su elenco de anti-estrellas. En este cometido, Yola ha participado en una larga lista de realities en los que la audiencia le ha dado la victoria. Ya triunfó en 'El Reencuentro' (un reality que pocos recuerdan y que unió en 2011 a viejos conocidos de la tele-realidad). También ganó en la gloriosa primera y única edición de 'Hotel Glam'. En ese hotel de polígono (con mobiliario bañado en dorado), la ex bailarina de programas de José Luis Moreno protagonizó un antes y un después en la historia de la televisión. Los realities se dejaban de tomar demasiado en serio y empezaban a reírse de sí mismos.
De eso ha ido también 'La casa fuerte', de evadir. Pero ya sin disimular que las cámaras ni siquiera están detrás de un espejo, directamente los operadores están pegados a los concursantes. Imposible que nadie se olvide de que está siendo grabado. Da lo mismo, pues este programa ya ha sido como una especie de sainete interpretado por una hornada de vedettes del reality show, criadas con Telecinco desde pequeñitas, que creen saber lo que deben decir para no decepcionar y renovar en el próximo choque que produzca la cadena..
Y, claro, al final, esta estirpe de personajes sin escrúpulos terminan siendo adelantados por la veteranía de Yola y Leticia. Las dos aprendieron de una televisión anterior que era más naif hasta en lo pícaro. Como consecuencia, son queridas porque hasta cuando sueltan una mentira, sobreactuan para llamar la atención o hacen una trampa se les nota en la cara. Son unos juguetes rotos de la tele, pero no lo son para una audiencia que aplaude su capacidad de supervivencia en la fama de usar y tirar con ese punto de inocencia de travesura infantil. Se merecen, pues, participar en un reality mejor y menos improvisado que esta 'Casa fuerte' sin ton ni son.
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