Gonzalo Gimeno Fundador de la agencia de viajes de lujo a medida, Elefant Travel
OPINIÓN

El fin de la democratización del turismo: ponerle vallas al campo

Turismo, comer sobre el agua
El fin de la democratización del turismo: ponerle vallas al campo
Elefant Travel
Turismo, comer sobre el agua

El turismo mundial ha crecido exponencialmente, llevando a situaciones críticas a diversas zonas en todo el planeta. En España, Palma de Mallorca está siendo testigo de manifestaciones vecinales contra los pisos turísticos, que han encarecido el costo de la vivienda y alterado la dinámica social de los barrios. Estas protestas no son aisladas; en ciudades como Barcelona y Valencia, asociaciones vecinales también han levantado la voz contra la saturación turística.

A nivel global, la situación es igual de preocupante. El Monte Everest se ha convertido en un símbolo de la masificación turística, con aglomeraciones peligrosas de escaladores cada temporada. Más de 1.000 personas intentan el ascenso cada año, y casi todos en el mismo mes. El famoso parque nacional de Kruger en Sudáfrica ya atrae a más de 1,8 Millones de turistas al año al borde de convertirse, si no lo ha hecho ya, en un gran zoológico. En Perú, Machu Picchu ha tenido que limitar su aforo diario a 2.500 visitantes, y en Grecia, el Partenón impone cupos diarios que obligan a reservar con anticipación. En Estados Unidos, parques nacionales como Yosemite y Zion han implementado sistemas de sorteo para asignar días de visita, buscando proteger estos frágiles ecosistemas. Estas regulaciones son solo el inicio de una nueva tendencia. Ponerle vallas al campo.

Al analizar más en detalle estos números, vemos que el volumen de visitantes se concentra en más de un 80% en los mismos meses del año, que coinciden con los calendarios escolares y festivos de los grandes destinos emisores, Europa, Estados Unidos y, cada vez más, China. Es decir, todo el mundo viaja en verano, Semana Santa y Navidad.

Esto crea un un mercado turístico que se tensiona cada vez más en temporadas cortas e intensas, haciendo casi imposible la tarea de regular las temporadas de “inundaciones” turísticas y gestionar unas estructuras sobredimensionadas en las épocas de “sequía” turística. 

Por otro lado, desde la pandemia, el costo de viajar ha aumentado considerablemente. Los precios de hoteles y aerolíneas han subido, limitando el acceso al turismo para un segmento amplio de la población. Este fenómeno ha hecho que viajar se haya vuelto menos accesible para muchos. Y aun así, todos los indicadores turísticos no hacen más que batir sus propias marcas temporada tras temporada.

Para enfrentar estos desafíos, es crucial desarrollar medidas de regulación y diversificación del turismo. Una opción es la implementación de cupos diarios de visitantes, como se hace en Machu Picchu. Esto tiene un beneficio inmediato en la protección de lugares frágiles por su patrimonio medioambiental o cultural pero al limitar la oferta, se genera rápidamente una subida de precios y una merma en muchas ocasiones de competitividad, perjudicando en la mayoría de los casos al turista local.

Otra medida efectiva es la introducción de una tasa turística nacional, similar a la de Bután, que cobra 100 dólares por persona y día. En el caso de Bután, este dinero recaudado por el estado, se reinvierte en proyectos de conservación forestal y del medio ambiente, y en desarrollo de beneficios sociales. Es un país donde la sanidad de la seguridad social incluye también a los animales.

En Alemania y Francia, los calendarios escolares y vacacionales están diversificados para distribuir el flujo de turistas a lo largo del año. Por ejemplo, en Alemania, las vacaciones de verano escolares varían entre provincias, evitando la saturación en un solo periodo, y no es siempre el mismo periodo en cada provincia. Por ejemplo, en una provincia un año las vacaciones pueden ser de mediados de junio a finales de julio y al año siguiente ser de principios de agosto a mediados de septiembre.

En Francia, existen zonas geográficas A, B y C con calendarios escolares diferentes que varían año tras año. Estos modelos regulan el flujo turístico de la población repartiendo el turismo doméstico de una forma más organizada y también mantienen constante la productividad del país.

En España, donde tradicionalmente el país "cierra" en agosto, implementar estas estrategias podría aliviar la presión sobre los destinos más populares y distribuir mejor el impacto turístico.

La clave puede estar en el control del flujo de la demanda, y la regulación de la oferta, junto con la creación de nuevas reglas que gestionen sosteniblemente este fenómeno. Si conseguimos desconcentrar las temporadas de vacaciones teniendo por ejemplo un periodo de verano de cuatro meses desde junio hasta finales de septiembre, conseguiremos gestionar los flujos turísticos reduciendo la presión en los destinos principales, alargando también los periodos de contratación laboral, y reduciendo la presión económica en los meses de menor afluencia. De esta manera, podremos proteger nuestros destinos y asegurar que el turismo siga siendo una actividad accesible y beneficiosa para todos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento