Fernando Pastor Director de La Información
OPINIÓN

La gran aventura de hacer previsiones económicas en tiempos de Covid

La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
Bruno Pérez | Europa Press
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.

Hacer previsiones económicas y planes presupuestarios con una pandemia en pleno repunte que nadie sabe cómo parar en toda Europa se ha convertido en un ejercicio muy complicado y, tal vez, peligroso. Los técnicos económicos del Ejecutivo no tienen más remedio que estimar sus ratios sobre empleo, consumo, producción e ingresos fiscales a partir de una premisa que nadie conoce y que puede ser falsa antes de nacer: que la Covid dejará de ser una tragedia el año que viene para dejar que la gente salga a la calle y las actividad funcione. Y eso, hoy, no lo sabe nadie. Resulta curioso que mientras Nadia Calviño le manda a Bruselas un proyecto que se fundamenta en el menor gasto que vamos a tener en la lucha contra el virus en material, ERTEs, avales, bajas laborales y contrataciones de urgencia, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ya nos vaya advirtiendo que las navidades van a ser con restricciones porque vienen (nada menos) seis meses muy complicados y difíciles. Se agradece el aviso, pero fue lo mismo que él mismo y Sánchez dijeron en Semana Santa, antes de parar la economía y llenar los hospitales y las morgues. 

No hay que ser un experto para saber que en el seno del Gobierno o el equipo científico que analiza la evolución del virus ya saben que el primer trimestre que viene, con o sin Presupuestos, va a ser de confinamientos parciales arriba y abajo entre las comunidades autónomas, razón por la que en la letra pequeña de las cuentas del Estado se están viendo las opciones de estirar el dinero para mantener el escudo social al menos hasta abril. Ese cuarto mes del año va a ser, además, un mes divertido. Se cumplirá un año desde las primeras medidas de urgencia para aguantar la liquidez de las empresas afectadas por el virus, precisamente el año de carencia que la banca ha aplicado a los más de 140.000 millones de avales del ICO concedidos, con lo que marcará también el momento en el que, mes a mes, se deberá empezar a devolver el dinero. Si para entonces no hay vacuna o no se ha logrado aplacar la tercera o cuarta ola del coronavirus, ese dinero empezará a convertirse en morosidad, y eso añade una vertiente financiera a una crisis que, hasta ahora, no la tenía tan marcada.

El dinero es vil y cobarde, huye de cualquier situación en la que no se sabe lo que va a pasar. Todo el mundo lo sabe. A pesar de que en algunas capitales de España ya se estén poniendo las luces de Navidad, ese periodo de bonhomía y alto consumo familiar, lo único que por el momento se sabe a ciencia cierta es que en la sociedad hay miedo. Llevamos muchos meses dando demasiados palos de ciego, con los políticos enzarzados en peleas absurdas y sin parar el aumento de contagiados y muertos. Ya no valen los rastreadores si el contagio se hace comunitario a la mínima y la cadena de control que se originó tras el confinamiento duro de marzo a junio se rompe sin cesar. ¿Quién nos iba a decir que los más cumplidores con los protocolos iban a ser los niños en los colegios, en lugar de sus mayores supuestamente más maduros pero adictos al botellón y el ocio nocturno? Ahora resulta que el problema sanitario no ha sido empezar el curso en los colegios, sino la apertura de la Universidad. Hay tanto miedo en la calle, que la costumbre hace que ya incluso se nos olvide quitarnos la mascarilla, en lugar de olvidarla en casa, como al principio.

Pero en el país del sol y las tapas, el azote que esta situación supone para una de las bases de su consumo, como el turismo y la hostelería, nos va a hacer pagar muy cara la crisis económica derivada de la Covid. Eso es lo que han empezado a ver en el Ministerio de Economía antes incluso de terminar de redactar un plan presupuestario para mandar a la UE donde se presume de los brotes verdes cosechados entre agosto y septiembre. Ahora, en los pasillos del ministerio de Calviño ya se están haciendo cávalas sobre si la recuperación será en una V asimétrica, pero con la segunda parte muy larga y estirada que se asemejará más al logotipo de Nike que a otra cosa; o será una o varias doble uves (WWWW), de subidas y bajadas descontroladas según vaya o venga el virus.

En la actual situación de desorientación social, desazón e incertidumbre, pensar que el año que viene el consumo interno va a crecer un 10%, aunque se parta de una tremenda caída en este ejercicio, se acerca mucho al voluntarismo. Y los economistas más acreditados (la propia ministra entre ellos) saben que un crecimiento del 9,8% para la economía en 2021, es algo que solo ocurrirá en el mejor de los mundos, con todo perfecto, pero no con los brotes verdes de este verano negros por los primeros hielos de octubre. Lo peor es que de esos dos ratios dependen también los cálculos sobre ingresos fiscales, inversión, empleo y el resto de las partidas del que una vez se llamo círculo virtuoso de la economía.

Lo que antes eran parámetros del cuadro macroeconómico, ahora solo pueden ser “referencias”, porque no hay nada seguro para nadie. Nos queda el consuelo de que quienes van a mirar ese plan presupuestario están igual o peor que los españoles, incluido algo tan doloroso de oir por sus tintes bélicos como lo del toque de queda en París. Aunque el mal de muchos siempre sea consuelo de tontos, a la hora de hacer previsiones económicas sobre una realidad social como la que vivimos, es lo único que nos queda. Es decir, que diga lo que diga el cuadro macro, la economía sigue dependiendo de ponernos la mascarilla (al entrar a los bares también), lavarnos las manos, guardar metro y medio con los demás, no salir con los amigos y andar mucho por el monte. 

Fernando Pastor
Director de La Información

Periodista especializado en temas económicos y jurídicos con más de tres décadas de experiencia. Actualmente es director del diario económico digital Lainformación.com (Grupo Henneo). Trabajó más de trece años en los medios del grupo Vocento (El Diario Vasco, Colpisa, Inversión) y fue fundador de El Economista. Ha sido tertuliano habitual en radio y televisión, en programas como Protagonistas, con Luis del Olmo durante tres años. Además de su experiencia en los medios, también ha trabajado como asesor de comunicación corporativa en el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) y la agencia Shackleton. Antes de volver a los medios para lanzar Lainformación.com ocupó el puesto de director de Comunicación del despacho de abogados Garrigues. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y licenciado en Derecho por la UNED, y tiene experiencia docente en escuelas de negocios como Next IBS, EAE Busines School o CECO.

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