La incógnita europea tras las elecciones del 9-J

El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, en un acto de campaña.
La incógnita europea tras las elecciones del 9-J
EFE/Mariscal
El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, en un acto de campaña.

Entre nosotros, al menos entre la gente leída, se solía decir de la mano de Ortega y Gasset, que Europa era nuestra solución y no nuestro problema. Sin embargo a raíz de los resultados del 9-J en algunos países de la Unión Europea (UE), parece que las elecciones europeas han sido un verdadero quebradero de cabeza, seguramente como síntoma de problemas internos o también de que el demos europeo (es un decir), es más propenso a manifestar su malestar castigando a los gobernantes incompetentes en elecciones que aparentemente tiene menos trascendencia.

No ha sido así ni en los países motores de la UE, Francia ni Alemania, tampoco Austria ni en ese estado en descomposición que es Bélgica, cuyo primer ministro Alexander De Croo, ha tenido que dimitir por los malos resultados (por cierto fue el gobernante europeo que acompañó a Sánchez a Israel para su filípica frente a Netanyahu). Podíamos seguir...

Sin embargo estas elecciones europeas, no pueden desligarse de algunos problemas internos como ocurre en España con las pasadas elecciones catalanas del 12 de de mayo, que parece no haber despejado la gran incógnita de quien será el primus inter pares en España y en Cataluña.

Incluso en algunos casos que parecen menos problemáticos como el de la presidencia de la Comisión Europea (CE), su elección está en el aire pese a la puesta en escena de la spitzencandidaten de la CDU (democracia cristiana alemana), Ursula Von der Layen.

Debe recordarse que la presidencia de la Comisión no se decidirá hasta al próximo otoño y tres o cuatro meses pueden ser una eternidad en política, si median elecciones en Francia para la Asamblea nacional (30 de junio y 7 de julio, la segunda vuelta) que pueden resultar el resurgir como el ave fénix de Macron o la tumba de su segundo mandato, al tener que cohabitar con Marine le Pen como primera ministra, si esta última se impone en las elecciones citadas; o si en Alemania cae el Gobierno por sus malos resultados en las europeas (socialistas (14%) y verdes), articulada sobre la llamada coalición semáforo (rojos, amarillos y verdes) liderada por un 'antilíder' como el canciller Scholz.

En España la moderada victoria del PP sobre el PSOE en escaños (dos), que no en porcentaje de votos (4%), ha lanzado la trompetería de la familia socialista, que para tapar su derrota esgrimen que Sánchez ha superado, pese al caso Begoña, su plebiscito particular.

Cosa harto dudosa si tenemos en cuenta que al día siguiente, es decir el 10 de junio, Puigdemont ya le ha metido un gol, colocando en la presidencia del parlamento catalán a Josep Rull (Junts), un indultado de Sánchez y beneficiado además de las rebajas del delito de malversación, que seguramente se la jugará o le complicará la vida.

En nuestro país se conocen bien las dos caras de Sánchez, aunque sea un buen tahúr, marcando los naipes electorales. En Europa defenderá la unión del PPE con los socialistas y liberales, para mantener la estabilidad de la UE y en nuestro suelo pacta con quien nadie pactaría en la UE.

Es una lástima que en estas elecciones no se hayan debatido ninguno de los temas europeos del futuro: incorporación de Ucrania a la UE, gasto militar, relaciones con Rusia post-Ucrania, la revisión de la política verde que tantos problemas está ocasionando al hombre de la calle, ya sea agricultor o consumidor, la energía, el problema del control de fronteras de la emigración ilegal y el desarrollo de las directivas de IA, medios de pagos y tantas otras.

Si revisamos el nomen de los candidatos incluidos por los lideres de los diferentes partidos en las listas, la verdad es para no tirar cohetes.... Dejémoslo ahí.

No hace mucho le preguntaron en una entrevista a un antiguo ministro de Justicia, europarlamentario, que cuál había sido su momento mas relevante-emocionante de la legislatura pasada (2019-2024) y la respuesta fue el de dar la mano a un ex beatle, muy reconocido, Paul MacCartney...

Con todo, Sánchez lo tiene complicado para gobernar; no para presidir un gobierno sin presupuesto ni leyes y aguantará lo que quiera Puigdemont, aunque la coalición de gobierno con la dimisión de Yolanda Diaz, empieza a desmoronarse.

Cataluña es la tercera incógnita sobre quien desempeñará la presidencia. Josep Rull (Junts) ha sido investido en segunda vuelta con el voto delegado de Puigdemont y adláteres, que aunque prohibido por el Tribunal Constitucional (TC), les trae al pairo a los independentistas catalanes, pues piensan y seguramente con razón, que ni el Gobierno ni los socialistas de Illa lo impugnarán ante el TC. Vox lo ha anunciado, pero ya se sabe que dicha formación no suele tener éxito ante el TC y un recurso de amparo resuelto dentro de dos o cuatro años años puede ser la solución.

¿Propondrá Rull a Puigdemont como candidato a presidente? Los socialista han jurado y perjurado que no investirán a Puigdemont. Ver para creer, como Santo Tomás. Pero el precio será la presidencia de Sánchez, do ut des. Cataluña será de nuevo un problema para Sánchez o para el que le sustituya. En definitiva para la convivencia en Cataluña y en España.

Las elecciones, pese a lo que se suele decir, no siempre resuelven los problemas. En ocasiones los agravan, como hemos visto en las europeas en algunos estados miembros.

Los resultados en España, pese al estrambote de Alvise Pérez (al que le han votado, probablemente sus seguidores, más de un millón de blogueros de noticias falsas), no han alterado la imperturbable serenidad de nuestro Presidente. Pero agárrense que vienen curvas.

La democracia en Europa y en el mundo padece algo más que un resfriado y los políticos y a veces los votantes y los sistemas electorales, más que curarlo la convierten en neumonía. Esperar y ver.        

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