OPINIÓN

Pedro Sánchez ‘insulta’ a la derecha y luego se ‘confiesa’ con el Papa

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso.
Pedro Sánchez ‘insulta’ a la derecha y luego se ‘confiesa’ con el Papa.
EP
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso.

En ocasiones puntuales, las mociones de censura las ‘carga el diablo’: o sea, pretenden una cosa y acaban consiguiendo la contraria. La que empieza este miércoles contra Pedro Sánchez viene cargada de buenas razones, al menos para Vox, pero trae un defecto de fabrica, que la pólvora está mojada, muy mojada, es decir, que las batallas dialécticas que oiremos entre sus señorías sólo servirán para calentar un poco más el ambiente y polarizar un grado más las posturas de unos y otros, y convertir a Sánchez en un héroe accidental, sin demasiados rasguños. Los que estén hartos del presidente Sánchez que no pongan el champán a enfriar ni se hagan ilusiones, esta vez no ocurrirá lo de 2018 con Mariano Rajoy, que le metieron un gol político e institucional por toda la escuadra.

Que desfilaran por la tribuna de oradores del Congreso lo mejor de cada casa, es un decir. Desde el aspirante, Santiago Abascal, hasta el propio presidente del Gobierno que ve en esta fallida moción de censura una ocasión pintiparada para insultar y machacar al PP, y de paso atizar -pero sin romperlo- a su ‘imprescindible’ Vox. Si algo tiene claro Sánchez es que su antagonista necesario es el partido que lidera Abascal, que a su vez se convierte en el rival preferido para que la estrategia de mantener el poder polarizando España siga siendo un éxito. Cuanta más alargada sea la sombra de la extrema derecha, más fácil será -por ahora- obtener apoyos de la extrema izquierda, separatistas, nacionalistas, bilduetarras, etc.

Vox, por su parte, intentará meterle el dedo en el ojo al PSOE, pero con el objetivo de robarle la cartera al PP. Los verdes creen que pueden recuperar el fuelle perdido con esta moción, a pesar de su inutilidad política. Mientras, Pablo Casado, que odia seguir la estela de Vox porque le quita protagonismo y le obliga a retratarse, acabará optando por votar la abstención, ya que el SÍ sería demasiado apoyo, y el NO se vería como una postura extrema demasiado coincidente con los postulados de la izquierda y le aleja del caladero de la derecha dura, tan necesaria, a pesar de todo, para formar Gobierno… en un futuro.

Oír un día a los políticos faltarse al respeto puede ser una experiencia interesante, oírlos siempre insultándose es un asco. Hoy y mañana asistiremos a unos debates cuyo lenguaje y contenido no será apto para menores, ni para seres con un mínimo de inteligencia y sensibilidad. Es normal que los políticos no piensen lo mismo, y que discrepen duramente incluso; lo que no es tan racional es que exista tal nivel de desprecio y enfrentamiento que abochorne a los votantes.

Pero tampoco es normal pensar que cualquier crítica es desaforada. Un amplio sector de la izquierda mediática ha conseguido construir un relato que muchos ciudadanos desprevenidos compran sin analizar: “Hay que ver lo mal que está gobernando España la oposición”. Se intenta responsabilizar a la derecha -principalmente al PP- de todos los males que ocurren en España como si Sánchez, Iglesias y su numeroso Ejecutivo sólo estuvieran de visita, y no fueran responsables de las decisiones que toman (o no toman) y de las medidas que aplican (o no aplican). Algún día el tiempo de gracia de Sánchez pasará, y la izquierda inteligente abrirá los ojos y verá la realidad: no es la oposición la que gobierna España sino Sánchez, Iglesias e Iván Redondo.

Sin embargo, la semana grande de Sánchez no acaba con su salida a hombros del Congreso, viendo toda España como la derecha se estrella en un quiero y no puedo, dada su desunión y debilidad. La semana culmina, por esas casualidades de la vida (un argentino diría ‘causalidades’), con el presidente del Gobierno viajando a Roma el sábado 24 para entrevistarse con el Papa Francisco. Más allá de que sea argentino y crea en las causalidades, Francisco es un papa con una gran sensibilidad social, al que le gusta conectar con sectores de izquierdas, no olvidemos sus múltiples escritos, y su entrevista concedida a Jordi Évole.

Esta es la primera vez que ambos dirigentes se entrevistan, y aunque las relaciones Iglesia-Estado pasan por un momento delicado debido a cuestiones sensibles como la ley del aborto, el proyecto de ley de eutanasia, la reforma educativa y otras más, la conversación entre Francisco y Sánchez será sin duda un éxito y seguro que se acaban confesando mutuamente algunas intimidades. Ambos están dispuestos a que el ‘buen rollo’ fluya, dejando para sus colaboradores los temas más espinosos. Además, les une un interés particular de mostrarse cercanos y así plasmar su pretendida capacidad de tolerancia, comprensión y fraternidad, aunque en el caso de Sánchez suena más a un descarnado ejercicio de cinismo.

Por su parte, el líder católico acaba de publicar una carta-encíclica -“Fratelli Tutti”- que ha sido muy valorada y bien recibida por sectores de la izquierda, ya que entre otras muchas cosas fomenta el diálogo y la amistad social -“Hermanos todos”- como una nueva cultura universal. Más allá del interés humanista y cristiano de Francisco, que sin duda es su razón de ser, esta entrevista se enmarca también en el interés -en este caso algo más avieso- de Sánchez de mostrarse amigable con Francisco justo dos días después de que la muy católica Vox intentará derribarle políticamente. No es un corte de mangas al uso, pero se le parece bastante.

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