OPINIÓN

Planes reciclados para reconstruir la economía ¿qué puede salir mal?

El gran reto para las Administraciones y para las empresas es encontrar proyectos que encajen en los objetivos marcados por la UE.

El presidente de CEOE quiere que el camino a la reconstrucción también reconozca la tarea de las empresas frenta a la Covid-19.
Pedro Sánchez y Antonio Garamendi (CEOE), dos de los protagonistas de la reconstrucción postCovid. EP
El presidente de CEOE quiere que el camino a la reconstrucción también reconozca la tarea de las empresas frenta a la Covid-19.

Un plan con título de cómic y 750.000 millones de euros, Next Generation EU, tiene ocupados desde hace meses a los círculos más poderosos de la política y de la empresa en toda Europa. En España, que es el país más afectado por la pandemia en lo económico, el fondo destinado a tapar los desgarrones provocados por la crisis sanitaria, ha desatado una carrera para tomar posiciones en el futuro reparto del dinero.

Aunque están por concretar tanto la cuantía final de las ayudas en forma de préstamos y subvenciones como su reparto, todas las grandes empresas -energéticas, automovilísticas o relacionadas con las tecnologías de la información y de la comunicación- se han apresurado a poner sobre la mesa más o menos discretamente sus aspiraciones. Sobre el papel los 140.000 millones de euros que en principio le corresponden a España, están ya adjudicados.

El gran reto para las Administraciones y para las empresas es encontrar proyectos que encajen en los objetivos marcados por la Comisión Europea para acceder a la caja: planes relacionados con la transición energética hacia la economía descarbonizada, con la innovación y con la digitalización. No es un reto fácil. Aunque alguna empresas se ha lanzado en tromba a anunciar proyectos, la mayoría está reciclando planes elaborados antes de la pandemia para intentar encajarlos en la matriz que exige la Comisión Europea. Esos planes fueron elaborados, en muchos casos, por las mismas consultoras - Deloitte, PwC, KPMG y EY- que aspiran a dirigir el proceso de adjudicación con el sello favorable de las Administraciones implicadas.

En buena parte se trata de estrategias encargadas y diseñadas por grandes grupos de presión europeos.

En buena parte se trata de estrategias encargadas y diseñadas por los grandes grupos de presión europeos antes del estallido de la pandemia. Hay algunos ejemplos. En España, las petroleras han vuelto a colocar sobre el tablero la iniciativa de Fuels Europe, el grupo de presión refinero creado en 1984 y conocido hasta 2014 como EUROPI- para ajustar los grandes centros de refino a las exigencias medioambientales de la Unión Europea. La Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) presentó los planes de Fuels Europe, mucho antes de que explotara la crisis de la Covid, en otoño de 2019. Los planes de reconstrucción han desempolvado los proyectos para producir combustibles “ecológicos” y para desarrollar el nuevo milagro: el hidrógeno en todas sus variantes.

Más. En julio pasado, apenas una semana después de que la Comisión Europea presentara sus estrategias para incentivar la producción de hidrógeno como fuente de energía no contaminante, once compañías europeas de infraestructuras de gas, entre ellas la española Enagás, presentaron el plan para desarrollar la ‘Red Troncal de Hidrógeno en Europa’ (European Hydrogen Backbone). El principal proyecto de ese plan es el Green Spider Project de Enagás, presentado en Bruselas como un proyecto de interés común europeo, para desarrollar una red de hidrógeno verde a gran escala y exportar hidrógeno producido desde centros industriales en España hasta el norte de Europa.

La gran red para el gas más de moda, el hidrógeno, retoma los planes para sostener los proyectos gasistas, tubos incluidos, de las compañías integradas en la Red Europea de Gestores de Transporte de Gas (ENTSO-G) - Enagás , Fluxys, GRTgaz y Snam-, que elaboran las previsiones de demanda de gas para la UE pese a ser parte interesada. La consultora Guidehouse (Veritas Capital) pilota el intento de adaptar las infraestructuras de gas ya existentes para transportar hidrógeno a buen coste. Un reciclaje con sentido. Y consentido.

Se quita el polvo de forma apresurada a los informes elaborados antes del estallido de la pandemia.

En el sector eléctrico también se quita el polvo de forma apresurada a los informes elaborados antes de la pandemia para asegurar el negocio. Especialmente el relacionado con las inversiones en redes. El más seguro. En 2018, Deloitte presentó por encargo de las grandes compañías el documento titulado La contribución de las redes eléctricas a la transición energética para convencer al Gobierno de la necesidad de invertir en la red entre 38.000 y 46.000 millones de euros hasta 2030. La apuesta por la digitalización de las redes de la Comisión Europea ha sacado brillo a la propuesta. No se desperdicia nada.

Cada uno de los grandes planes guarda espacio para la colaboración público-privada. En 2018, el Tribunal de Cuentas Europeo analizó una docena de proyectos (APP) cofinanciados por la UE en diferentes ámbitos y concluyó que la distribución de riesgos entre los socios públicos y privados fue por lo general "inadecuada, incoherente e ineficaz". El principal 'lobby' empresarial europeo, la European Round Table of Industrialists (ERT) en el que se integran los grandes de la empresa de España ha apoyado públicamente los planes europeos para la recuperación. Es una garantía. Pero aún así hay que tener cuidado con el reciclaje.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento