OPINIÓN

La recuperación 'en diferido' de Calviño

Nadia Calviño
La recuperación 'en diferido' de Calviño.
Europa Press
Nadia Calviño

Semana de pasión en el Ministerio de Economía. Corría el mes de diciembre y la vicepresidenta segunda, Nadia Calviño, hacía gala de optimismo. La actividad había resistido el envite de la Covid en el tercer trimestre de 2020 y la recta final del ejercicio se presumía positiva. “Los indicadores más recientes reflejan que el impacto económico de esta segunda ola no es comparable con la primera que vivimos en primavera”, decía. Y remachaba: “Ha habido una evolución positiva del mercado de trabajo en octubre y noviembre y por eso nuestro escenario central, con toda la cautela, es que la economía española esté manteniendo un crecimiento positivo en esta parte final del año, y contemos con una buena base para impulsar una senda de crecimiento fuerte para 2021”. El cuento de hadas, empero, se rompía esta semana, en la que el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Banco de España hacían sonar las campanadas de las doce para fulminar el hechizo y devolver a la ministra a la realidad. La carroza se convertía en calabaza y los buenos presagios se esfumaban en el aire para dibujar una sombra de incertidumbre sobre los próximos meses. La recuperación económica en forma de ‘V’ hace tiempo que pasó a mejor vida. Mejor empezar a pensar en formas geométricas más achatadas.

Para empezar, el INE revisaba las cifras de Contabilidad Nacional para 2020 hechas públicas de forma provisional a principios de enero. Los medios de comunicación, siempre tan dados al titular grandilocuente, repetíamos sin rubor los encabezamientos ya utilizados hace dos meses. Véase, la economía española se contrajo el año pasado a niveles no vistos desde la Guerra Civil. Todo pese a que el organismo estadístico, en realidad, aminoró la caída en relación con la anterior estimación, pasando de un desplome del 11% a uno de ‘solo’ el 10,8%. Las bondades del verano, cuando la pandemia dio algo de tregua, habrían permitido un repunte de la actividad superior al inicialmente contemplado. Hasta ahí, todo sabido. El drama, sin embargo, se produce al contemplar aislado el cuarto trimestre, en el que la economía no creció, a pesar de que las previsiones hablaban de una velocidad de crucero positiva del 0,4%. En roman paladino, el final del año y probablemente las restricciones impuestas por el virus en plena campaña navideña habrían cortado de raíz la recuperación económica, en paralelo al frenazo del consumo de los hogares. El discurso de la ministra sobre un resurgir “intenso” de la actividad quedaba dinamitado de un plumazo. Todo un jarro de agua fría en el Paseo de la Castellana.

De hecho, la cosa no acababa ahí. Para rematar la semana, el Banco de España adelantaba un escenario central con una caída del Producto Interior Bruto del 0,4% para el primer trimestre de 2021, lo que ahondaría en la senda bajista tras el punto de inflexión marcado en el ocaso de 2020. El pesimismo permeaba también la revisión de las proyecciones para el conjunto del año: de un crecimiento estimado del 6,8% en diciembre se pasaba a apenas un 6% en marzo. “El PIB español podría haber retrocedido ligeramente en el periodo enero-marzo de 2021 -exponía el servicio de estudios del organismo supervisor-. El perfil de la evolución de las infecciones, de las consiguientes restricciones para mitigarlas y, por tanto, de la actividad económica a lo largo del primer trimestre de este año habría sido similar al trimestre anterior. En concreto, la actividad habría sufrido un debilitamiento en enero, que se habría acentuado en febrero y habría tendido a revertir en marzo, siguiendo el patrón del grado de intensidad de las restricciones”. ¿Conclusión? Pese a los mensajes que quieran lanzarse desde el Gobierno de cara a la galería, la mejoría cierta de la actividad deberá esperar a la segunda parte del ejercicio. Si todo va bien…

España, tras un desplome del PIB cercano al 11% y en pleno estancamiento económico, se apresta a acometer una crisis de Gobierno tras la salida del vicepresidente segundo rumbo a disputar la presidencia de una autonomía

La enseñanza de fondo que ofrecen los últimos meses es que, en el actual escenario sanitario, cualquier previsión es susceptible de empeorar y debe atenderse con prevención. Basta con repasar el amplio abanico de riesgos que desglosa el Banco de España para abonarse a la prudencia. Por ejemplo, en su último informe y con una cuarta ola a las puertas, subraya la amenaza que suponen los “eventuales rebrotes de la pandemia, que llevarían aparejadas medidas de contención con un impacto en las ‘industrias sociales’”. Asimismo, deja claro que “la implementación de una solución médica condicionará la senda de recuperación del medio plazo”… y mejor no pensar demasiado en plazos a la vista de la lentitud con que evoluciona el proceso de vacunación con la campaña de verano y su impacto en la economía en el horizonte más cercano. Los datos de paro de los dos primeros meses del año o la vulnerabilidad a las quiebras que empiezan a mostrar unas empresas demasiado tiempo hibernadas en procesos de ERTE solo abonan los motivos para tentarse la ropa.

En este contexto debe entenderse que Calviño, en su intervención de este sábado en La Sexta, endureciera el discurso. No solo alertó la vicepresidenta de que nos esperan semanas duras desde el punto de vista económico, sino que salió al paso del “ruido” que incorpora el debate entre economía y salud y, en resumidas cuentas, de un parón total de la actividad. No en vano y como publicaba Bruno Pérez en este diario, si todo se diera mal, podría ser que España no alcanzara el nivel de PIB previo a la pandemia hasta el año 2024. Una grieta de un lustro con un impacto brutal en el mercado laboral. Por si fuera poco, sabe además la política gallega que el maná de los fondos europeos -atascado en los tribunales alemanes- tardará en llegar más de lo previsto. El propio Banco de España dejaba claro en la presentación de su memoria que, si en diciembre se había estimado una ejecución del 70% de los 27.000 millones comprometidos en los Presupuestos de 2021, tres meses después apenas cabe esperar un cumplimiento del 55%, rebaja que afectará en tres décimas al crecimiento. En suma, la recuperación que planteó la ministra hace apenas un trimestre será ‘en diferido’. Falta saber los plazos.

España, tras un desplome del PIB cercano al 11% y en pleno estancamiento económico, se apresta a acometer una crisis de Gobierno tras la salida del vicepresidente segundo rumbo a disputar la presidencia de una comunidad autónoma; se enzarza en sucesivas mociones de censura que zarandean la estabilidad de regiones clave; celebra un debate ideológico entre comunismo y libertad en pleno siglo XXI, o incluso se apresta a abrir en canal una reforma laboral que ha dado buenos frutos. Y suma y sigue. En la época de mayor incertidumbre que se recuerda resulta difícil plantear mayores mudanzas. El único objetivo que debería guiar hoy el desempeño de Pedro Sánchez y su gabinete es cumplir con lo prometido y que el 70% de la población estuviera vacunado antes de verano. Tal y como ha evolucionado la pandemia y en la medida en que los países occidentales decidieron convivir con el virus y no erradicarlo, solo desde ese hito podrían mejorar las perspectivas económicas. Del mismo modo, cada vacuna perdida o cada retraso en administrarla será una gota más en las cicatrices económicas que deje la Covid. Falta gestión por arrobas. Pero mejor hablar del tiempo.

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