Gilles Möec Economista jefe de AXA IM
OPINIÓN

Repartiendo culpas a cuenta de la inflación: ¿tú también, BCE?

Sede del BCE
Repartiendo culpas a cuenta de la inflación: ¿tú también, BCE?
EUROPA PRESS
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A pesar de la caída reiterada de la inflación general en el mes de marzo, las malas noticias no parecen disiparse: la inflación subyacente sigue subiendo y, sobre una base anualizada de tres meses, no se aprecia ninguna tendencia a la baja. En este contexto, se está haciendo muy popular la noción de que la inflación está actualmente impulsada por unos beneficios empresariales que se niegan a caer, o que incluso aumentan. 

De hecho, el BCE trató este asunto en su última publicación, pero nos preocupa que los beneficios empresariales sean considerados el principal factor de la persistencia de la inflación. La frustración del banco central es comprensible, pero no nos parece prudente que se enzarce en este “juego de culpas” sobre las raíces de la inflación. La institución monetaria no gana nada metiéndose en un debate sobre el comportamiento de las empresas porque su capacidad para alterarlo es casi nula. 

Es cierto que no es infrecuente que los bancos centrales opinen sobre el proceso de negociación salarial, por lo que puede parecer obvio que esto también debería aplicarse a la "política de beneficios" de las empresas, pero hay una diferencia clave entre ambos: en Europa, el proceso de negociación salarial suele estar "institucionalizado", con un protocolo preciso en la mayoría de los países para las negociaciones a nivel sectorial entre sindicatos y federaciones de empresarios, que permite desviaciones a nivel de empresa; mientras que el enfoque de las empresas en materia de fijación de precios, con algunas excepciones sectoriales, sigue estando –afortunadamente– descentralizado.

El peligro de la intervención de precios

Por un lado, tiene sentido que el BCE advierta a los sindicatos de las consecuencias últimas de un crecimiento excesivo de los salarios, ya que pueden interiorizar estas indicaciones y empujar a sus miembros a la moderación. Sin embargo, por otro lado, el comportamiento de las empresas en materia de precios está totalmente descentralizado por razones muy sólidas: cualquier otra opción ahogaría gravemente la competencia y los intentos de “coordinación de precios" chocarían con la normativa de la UE

El banco central puede, por supuesto, optar por advertir a las empresas que no inflen sus márgenes, pero no habría ningún mecanismo colectivo para responder a ello y alterar el comportamiento de los precios. El hecho de que los márgenes sigan siendo demasiado elevados podría reflejar una falta de competencia en algunos sectores que exige cierta atención por parte de las autoridades de la UE, pero cuando no hay pruebas de un comportamiento anticompetitivo, nos preocupa que el debate sobre los "márgenes excesivos" allane el camino para una intervención más directa de los gobiernos en la fijación de precios.

En algunos casos concretos, la intervención directa en los precios tiene sentido si corrige un defecto institucional. Sin embargo, nos preocupa que se haya arraigado la costumbre de que los gobiernos se inmiscuyan en la fijación de precios de forma generalizada, en respuesta a la presión de la opinión pública, en la misma línea que la reciente multiplicación de los "impuestos extraordinarios”; es una pendiente resbaladiza.

El aumento de los márgenes en medio de una fuerte inflación no es un fenómeno muy sorprendente. Cuando la inflación general alcanza los dos dígitos, a algunos proveedores les resulta más fácil "colar" un 1 o un 2% más de margen sin perder demasiado volumen. La pregunta que debería surgir es la siguiente: ¿cómo es que el volumen agregado no cae? 

De hecho, se convierte en un juego de suma negativa si el comportamiento agregado de los proveedores desencadena una disminución del poder adquisitivo que reduce el volumen global que se vende. Ya vemos algunos ejemplos en algunos gastos recurrentes para los que la elasticidad de los precios es normalmente baja. Por ejemplo, el consumo de alimentos ha disminuido en términos reales tanto en Francia como en Alemania.

Por el contrario, en algunos servicios clave, los márgenes han mejorado significativamente debido en cierta medida a la recuperación en curso del gasto desde la reapertura pospandémica. En otras palabras, había tanta demanda reprimida que las empresas podían permitirse aumentar sus beneficios. Por ejemplo, el volumen de consumo en hoteles y restaurantes se mantiene por encima de su nivel prepandémico en Francia.

Esto nos lleva de nuevo a un punto muy simple: los bancos centrales afectan a la inflación a través de su acción sobre la demanda agregada. A menos que pueda demostrarse un comportamiento anticompetitivo flagrante, el aumento de los márgenes en algunos sectores apunta a la persistencia de bolsas de exceso de demanda. 

Como siempre, el BCE tiene dos opciones: o bien considera que su endurecimiento monetario ha ido lo suficientemente lejos y que ahora es sólo cuestión de tiempo que la desaceleración de la demanda obligue a las empresas a revisar a la baja sus márgenes, o bien considera que la rigidez de los márgenes, reflejo de un exceso de demanda persistente, exige un endurecimiento monetario aún mayor. 

Pero el BCE no puede desviar sus responsabilidades sobre el comportamiento de los agentes privados, o peor aún, ser visto como un llamamiento a una intervención más directa del gobierno en la fijación de precios. El banco central no está ahí para decir quién hace lo "correcto" o lo "incorrecto", sino para reaccionar con las herramientas de que dispone ante cualquier comportamiento que se observe.

Gilles Möec
Economista jefe de AXA IM

Economista Jefe del Grupo AXA y director de investigación económica de AXA IM desde junio de 2019. También supervisa las actividades de Inversión Responsable relacionadas con la investigación, el liderazgo intelectual, el compromiso y la propiedad activa desde septiembre de 2020. Entre 1994 y 2006, ocupó varios cargos en la función pública francesa, en el instituto nacional de estadística (INSEE) y en el banco central, en particular como jefe de la División de Economía Internacional de la Banque de France. En 2006, fue nombrado Economista Senior para Europa en Bank of America y luego se convirtió, en 2009, en Economista Jefe para Europa de Deutsche Bank. Luego, de 2014 a 2019, ha sido Economista Jefe para Europa en Bank of America Merrill Lynch.

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