OPINIÓN

Sánchez o el culto a un líder que compite con el mito de Narciso

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez tras finalizar el acto de la clausura de la Convención Municipal de Andalucía.
Sánchez o el culto a un líder que compite con el mito de Narciso. 
Joaquin Corchero / CONTACTO vía Europa Press
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez tras finalizar el acto de la clausura de la Convención Municipal de Andalucía.

Mira que ha hecho cosas interesantes Jamie Lee Curtis, actriz polifacética e hija inteligente de dos grandes actores como Toni Curtis y Janet Leigh -“Papá, mamá, acabo de ganar un Oscar”- algo que ellos no lograron nunca a pesar de sus enormes talentos interpretativos. Pero van los de Hollywood y le dan el susodicho trofeo con cara de “tío Oscar” a la mejor actriz de reparto por un auténtico bodrio infumable e inclasificable llamado… (esperen que busco el título porque es bastante largo y desatinado): “Todo a la vez en todas partes”. Pues eso, un revoltijo de celuloide sin sentido.

Jamie Lee es un ser dramático capaz de hacerte una gran comedia, “Un pez llamado wanda”, del mismo modo que se apunta a una película de terror, “Halloween”, o se embarca en este proyecto premiado y confuso en el que no desentona porque ‘todo a la vez y en todas partes’ es tan absurdo que cualquier cosa puede valer. Véanla y luego me cuentan que tal esas manos con los dedos como salchichas hervidas o las patéticas señoras que tocan el piano con los pies.

Me he acordado de estos premios de cine “kafkiano” porque algunos malpensados creían que Pedro Sánchez recibiría también alguna estatuilla como protagonista principal de su serie de vídeos en escabeche con trampa y cartón en los que juega a la petanca con ancianos afiliados al PSOE, al basket con deportistas en silla de ruedas, o tomando café en un apartamento de otro afiliado socialista, etc. … Esas cosas que un gurú de comunicación bien pagado te obliga a hacer para que tu mala imagen parezca que se humaniza y, en cambio, no mejora porque te comportas como lo que eres, un tipo estirado dando besos y manos a gente que acaba de conocer y que no tiene ganas de volver a ver; pero la cosa no sólo no mejora con estos montajes audiovisuales sino que empeora ya que el papel político del presidente de Gobierno le está estallando desde hace tiempo por todas las costuras, haga lo que haga y se arrime a quien se arrime.

Las alarmas han saltado en Moncloa porque las encuestas y el boca a oreja confirman lo que todos se huelen: la era Sánchez está tocando a su fin porque el líder está quemado y no cae bien a nadie. Sobre todo, hay un hartazgo hacia su persona, que es capaz de todo, incluso de romper las reglas del juego democrático y la independencia en las instituciones del propio Estado.

Por ejemplo, el PSOE se entera con anterioridad de lo que legalmente no debiera -por obra de un chivatazo indebido- que su último corrupto de moda -“Tito Berni”- será citado por la jueza, y el fiscal del caso en un alarde de generosidad y ante una situación fuera de toda lógica se opone a que el presunto corrupto ingrese en prisión. Igualito que con Rodrigo Rato. Lo mismo en Cantabria, donde la delegada del Gobierno socialista avisa unas horas antes a Revilla de que la policía va a registrar una de sus consejerías.

Estas faltas de consideración y honestidad deterioran el funcionamiento no sólo del Ejecutivo sino de la sociedad en general, y empuja a los ciudadanos a votar en contra de un presidente que no actúa con limpieza y es capaz de todo para seguir en el poder. Todos los partidos quieren gobernar, es cierto, y ese es su fin último, pero no todo vale ni a cualquier precio se puede permanecer. Se están erosionado todos los días los pilares de la democracia y eso siempre entraña graves riesgos.

El Gobierno de la nación no sólo debe ser ejemplar y honesto, sino que necesita parecerlo en cada momento y toda sombra de duda y sospecha es un perjuicio y una mancha que contamina a la sociedad en general y a su funcionamiento. Vivimos una época muy politizada y cualquier comportamiento de los gobernantes llega de manera rápida a los modelos sociales. Siento decirlo de manera tan descarnada y celebraría que fuera distinto, pero el mayor enemigo de Sánchez es el propio Pedro Sánchez y su irrecuperable pérdida de credibilidad, que no cambia con unos cuantos vídeos, ni con unos mítines con simpatizantes, o golpeando y echándole la culpa a la oposición en todo momento.

La credibilidad, la dureza contra la corrupción y la transparencia fueron el trampolín político que utilizó Sánchez para encaramarse al poder, pero esas buenas intenciones han caído en desuso. Sin embargo, y con mucha probabilidad, millones de españoles de derechas, de izquierdas o de centro se lo reclamarán al PSOE y a su presidente. La “traición” política que se inició el día que Sánchez rompió su compromiso uniéndose a Pablo Iglesias, Bildu o ERC ha sido una constante en toda la legislatura, y de esos lodos los votantes han tomado buena nota.

En qué mundo vive este presidente que piensa que pueden asaltarse las instituciones del Estado, incluido menospreciar la Monarquía y, sin embargo, esperar que los ciudadanos no le pasen factura en las urnas por sus errores y su mala economía con una inflación que desborda completamente cualquier bolsillo de clase media. El día menos pensado repetirá con su propio ego, en un estanque de La Moncloa, el mito de Narciso, ese que se enamoró de su imagen reflejada en el agua e intentó seducir al hermoso joven sin darse cuenta de que se trataba de él mismo, hasta que quiso besarlo y descubrió su propio engaño. Al final, Narciso, enfurecido de dolor, se suicida con su espada. Esperemos que en este caso la sangre no llegue al río, bastaría con que las elecciones pusieran las cosas en su sitio y a Sánchez en su casa.

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