OPINIÓN

Sánchez ‘non plus ultra’: ¡Dejadme solo!... con el botín de los fondos europeos

El presidente del Gobierno quiere administrar en primera persona el reparto de las multimillonarias ayudas de la Unión Europea, con las que pretende atraer para su causa a los grandes poderes económicos del país.

Pedro Sánchez quiere extender su sombra gigante como presidente del Gobierno con la colaboración de todos los que aspiran a beneficiarse de los fondos europeos
Pedro Sánchez quiere proyectar su sombra gigante con la colaboración solidaria de todos los que aspiran a beneficiarse de los fondos europeos.
EFE
Pedro Sánchez quiere extender su sombra gigante como presidente del Gobierno con la colaboración de todos los que aspiran a beneficiarse de los fondos europeos

Ni las presiones crecientes y continuas de las bases socialistas, ni siquiera el ‘síndrome Blancanieves’ que contagia a todos aquellos que se creen los más guapos del Reino. Lo que realmente tenía atacado de los nervios a Pedro Sánchez en sus dominios palaciegos era comprobar la rebotica que Iván Redondo se estaba montando con los grandes empresarios en sus amplias alcobas de La Moncloa. El antiguo spin doctor había concitado un especial magnetismo con lo más granado del mundo de los negocios aprovechando el protagonismo conferido, eso se creía él, como director gerente de los multimillonarios fondos europeos. Una misión que el presidente del Gobierno quiere gestionar ahora con esa vergüenza torera, ¡dejadme solo!, que impone el matador a toda su cuadrilla cuando ve llegado el momento de rematar una faena que espera sea reconocida con aplauso de crítica y público.

El maná comunitario es la más apetecible zanahoria que Sánchez se dispone a ofrecer a todos los conmilitones de fortuna que le concedan, en el peor de los casos, su más leal neutralidad ante la falta de contención institucional, casi sería mejor hablar de desenfreno, con que el líder socialista se maneja frente a sus adversarios parlamentarios. El Gobierno de coalición no desdeña la oportunidad de provocar a la oposición con propuestas legislativas que, aunque resulten ajustadas a derecho, adolecen del más elemental principio de tolerancia mutua que se exige a las distintas formaciones políticas en una democracia supuestamente madura. Para contrarrestar esa imagen adusta de confrontación nada mejor que lucir la billetera ante todo tipo inversores deseosos de poner a buen recaudo su exceso de liquidez en negocios de alta rentabilidad y escaso riesgo.

El implacable revisionismo histórico de la mal llamada Memoria Democrática o la futura Ley de Seguridad Nacional destinada a controlar hasta el aire que se respira, mascarillas aparte, tiene su contrapunto en esa mano tendida a los agentes económicos del mundo mundial para que participen en el exquisito banquete de la recuperación económica en España. Los dorados PERTES, aliñados con las ricas subvenciones de la Unión Europea y ensalzados como quintaesencia de la modernización industrial que requiere el país, constituyen la principal baza de una estrategia económica preparada para entronizar al jefe del Ejecutivo en una especie de Rey Midas redivivo después de la pandemia. Todo ello con permiso de la quinta ola desatada a partir de la variante Delta, cuyos estragos amenazan con echar por tierra las más optimistas previsiones de crecimiento al cierre de este tercer trimestre del año.

La electrificación de la economía se antoja una quimera con los actuales precios de la energía. Lo más que se puede conseguir es 'electrocutar' a los consumidores con el recibo de la luz

Una vez que los presos independentistas catalanes están en la calle y después de mandar a la rue a todos los colaboradores de gabinete que podían manchar su soberana e inmarcesible reputación, la prioridad de Sánchez no es otra que invocar la colaboración de la iniciativa privada para que cierre filas con el sector público como gregaria de lujo en la nueva era económica. El mundo feliz que propone el presidente del Gobierno pasa por incrementar de manera decisiva el peso y el control del Estado a través de la decena de proyectos estratégicos que seguirán el camino emprendido por el coche eléctrico. El primer PERTE ha sido celebrado como un acontecimiento histórico y hasta planetario, pero su nacimiento deberá superar un importante bautismo de fuego mientras la vicepresidenta Teresa Ribera no encuentre algún lenitivo para mitigar la temperatura del escandaloso y febril recibo de la luz.

La insufrible evolución de los precios energéticos, derivada entre otros motivos de un deficiente marco regulatorio, constituye un freno en ese proceso imparable de transición ecológica promulgado con el sublime objetivo de electrificar el país. A este paso lo único que puede conseguir la ministra del ramo es ‘electrocutar’ a los consumidores con una tarifa que ella misma ha calificado como desproporcionada. Lástima que ese arranque autocompasivo no se traduzca en ninguna medida efectiva más allá de trasladar la patata caliente a la Comisión Europea. El Gobierno ha decidido hacer honor a los Juegos de Tokio y se ha lavado olímpicamente las manos, a ver si los burócratas de Bruselas tienen a bien modificar un sistema de formación de precios desarrollado con todas las garantías preceptivas para que las compañías eléctricas mantengan a buen recaudo sus multimillonarias cuentas de resultados.

Sánchez trata de evitar ahora enfrentamientos directos con el mundo empresarial que podrían socavar la credibilidad política en escenarios ajenos a su margen de actuación presidencial. Al contrario, la estrategia oficial consiste en habilitar el panal de miel que proporciona Europa para atraer a las principales corporaciones del Ibex como cabezas tractoras de esos programas de inversión con que el jefe del Ejecutivo pretende capitalizar, él solito, una lluvia de miles de millones destinados a modernizar el país. El líder socialista ha hecho suyos y solo suyos los fondos comunitarios, que incluso ha presentado como tarjeta de visita en su reciente excursión por Estados Unidos. Con el talonario rebosante y asomando por el bolsillo de la chaqueta el inquilino de La Moncloa quiere convertirse en un majestuoso brazo de mar capaz de irradiar su omnímodo poder con la complicidad de todos aquellos que aspiran a participar en el reparto del botín.

El Gobierno pretende que los futuros proyectos industriales que sean  financiados con las ayudas europeas aseguren un 25% de participación mínima en poder del Estado

La generosidad bien entendida del nuevo Gobierno empezará por uno mismo porque, lógicamente y como suele ser habitual, el que parte y reparte siempre tiende a llevarse la mejor parte. En el caso que ocupa, la sugerencia oficial que está siendo trasladada a los diferentes interesados consiste en asegurar al Estado una participación nunca inferior al 25% en los proyectos estratégicos que resulten agraciados en la lotería del supremo Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Los PERTES que aspiren a cortar el bacalao tendrán también que configurarse mediante plataformas suficientemente anchas de gobierno corporativo que posibiliten la participación de representantes ministeriales, comunidades autónomas, asociaciones empresariales y centrales sindicales.

Más allá de la imponderable merienda de negros o del eventual Plan E en versión 2.0, la administración de los fondos Next Generation induce a crear en España un totum revolutum de intereses cruzados como no se recuerda desde los tiempos de la reconversión industrial, allá por los años 80 del pasado siglo. Una acumulación de compromisos que serán lidiados de manera preferente desde instancias gubernamentales, lo que favorece las expectativas de la SEPI para volver a su lugar de origen como pretendido hospital de empresas y mecanismo de política industrial. El holding público que controla Hacienda ha emprendido una travesía por el túnel del tiempo hasta alcanzar la misma posición ‘non plus ultra’ que disfrutaron sus ancestros del viejo INI franquista. Eso es lo que pretende el dadivoso Sánchez. A ver quién es el valiente que se atreve ahora a mentar la soga en la casa del ahorcado.

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