OPINIÓN

Un padrenuestro para Illa y otro para Sánchez, por si acaso

El líder del PSC y candidato del partido a la Presidencia de la Generalitat, Salvador Illa
El líder del PSC y candidato del partido a la Presidencia de la Generalitat, Salvador Illa
Europa Press
El líder del PSC y candidato del partido a la Presidencia de la Generalitat, Salvador Illa

No bajen la persiana que todavía nos quedan las europeas del próximo 9 de junio. Ahora toca repartir el botín de las elecciones del 12-M y analizar quién se queda a vivir en el Palau de la Generalitat. De entrada, la sociedad catalana ha dejado claro que no se fía de los actuales políticos que encabezan el independentismo y que ya se ha cansado de tragarse el timo del 'procés', que no ha servido para nada bueno, sólo para dividir un poco más a la sociedad. Como escribe Victor Lapuente en 'El País', “la ruptura de una comunidad no se cura con una amnistía o un cambio de Gobierno”, hace falta un cambio de mentalidad más profundo para afrontar nuevas miras. Las remontadas no son fáciles cuando no hay un camino firme por el que transitar y una dirección clara en la que ir.

La fórmula de Pedro Sánchez de lanzar la amnistía ha funcionado como un cartucho de fogueo. El hartazgo catalán ya estaba servido desde hace tiempo, y vino precedido de la reacción del Estado y de la Justicia que actuaron en consecuencia para frenar la deriva secesionista. El remate de la claudicación, como demuestran los resultados electorales, lo ha puesto una injusta pero útil amnistía que pretende “salvar al soldado” Puigdemont y a otros procesados a cambio de unos votos interesados. Es decir, el perdón podía ser necesario, pero estuvo mal resuelto y mal explicado, porque parecía lo que realmente fue: un apaño entre políticos para beneficio mutuo. Y todo eso después de que el mismo Gobierno dijera a la sociedad que la amnistía nunca iba a suceder.

Volvamos a las elecciones del 12-M. Los votantes soberanistas no han pasado por el aro ni por las urnas, y han castigado a sus representantes que según ellos se han bajado los pantalones ante el Estado español y ante un político madrileño y presidente del Gobierno que ha sabido engañarles finamente hasta llevarles a la nada: la nada para ERC, la amnistía para Puigdemont y la Moncloa para Pedro Sánchez. Aunque Esquerra Republicana se ha quedado tocada y hundida, han perdido 13 diputados, Pere Aragonés -el ‘nen barbut’ como llaman al ex presidente- ha tenido que dimitir debido a su gran fracaso; sin embargo, no hay que echar las campanas al vuelo y creer que el soberanismo está liquidado. Todo lo contrario, el rearme vendrá con más fuerza para remontar el vuelo y recuperar el espacio perdido. Están condenados a persistir en su error o en su quimera.

Este paréntesis estratégico que vamos a vivir hasta el 9 de junio, servirá para engrasar o “engañar” acuerdos de unos partidos con otros. Puigdemont ya le ha dicho a Sánchez que él gobierna en Madrid pero que no ganó las elecciones, que el ganador fue Feijóo y el PP; y que por esa misma regla de tres Junts y él -Carles Puigdemont- podrían gobernar si el PSC se abstiene, basta que le “pida” a Salvador Illa que se dedique a vestir santos, entre otros a su famoso San Pancracio al que reza según él reza todos los día un padrenuestro, y que permita un gobierno “menos” socialista en la Generalitat. No es fácil que Sánchez se trague el anzuelo, pero tampoco es imposible que se lo plantee conociendo a los dos personajes.

El atrevimiento y el cinismo de ambos está garantizado y contrastado, y ninguno escatima esfuerzos para lograr sus propósitos. Ante la duda, ¿a quién cree usted que cortará primero la cabeza Pedro Sánchez: a Salvador Illa o a sí mismo? La respuesta es indubitable. Si el ex presidente en Waterloo o en Francia o dónde esté ahora amenaza con retirar su apoyo al Gobierno central, el presidente puede reconsiderar su postura acerca del futuro de Illa. Y como hemos visto en otras ocasiones, al líder socialista le importa más bien poco el futuro de los “otros”, mientras esté en juego el suyo.

Posiblemente, el presidente del Gobierno intentará primero convencer al prófugo catalán de que lo mejor para ambos es un acuerdo y añadir algunos pactos más a los muchos que ya tienen firmados, pero lo malo es que a Puigdemont no le quedan muchas balas que disparar para obtener su objetivo principal: la Generalitat de Cataluña. De qué le sirve al líder de Junts que le prometan el oro y el moro si no logra su bien más preciado. No alcanzo a ver ningún otro “capricho” político que le pueda apetecer tanto como volver a presidir su tierra. Sí, de acuerdo, está el ayuntamiento de Barcelona y las Diputaciones que manejan miles de millones, pero no tienen el mismo valor ni el mismo glamour para escenificar el ‘gran regreso del hijo exiliado’.

De algún modo hoy empieza una nueva etapa. Una etapa complicada que exigirá que todos estén a la altura de las circunstancias; y permítanme que lo diga, dudo de que estos políticos tengan la talla humana e intelectual para resolver los muchos problemas de Cataluña, que son todos los que uno puede imaginar, incluido el independentismo; que sigue muy vivo y que sólo se ha tomado cinco días de reflexión como hizo Pedro Sánchez para luego volver con el ánimo renovado y las manos en el fango. No olvidemos que La Moncloa sigue requiriendo del apoyo y de los servicios de sus aliados independentistas -Junts y ERC- para poder sobrevivir en esta legislatura que algunos ven peligrar en un futuro no lejano. Yo de ustedes, haría lo mismo que Salvador Illa, rezaría un padrenuestro por lo que pudiera ser.  

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