El Reino Unido apuesta por la recarga rápida de coches eléctricos

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Uno de los factores que más está influyendo en la implantación de una movilidad sostenible, es la presencia y/o despliegue de una red de recarga rápida que garantice una amplia movilidad en el territorio y un tiempo de carga razonables. En el Reino Unido, esta necesidad se consideró prioritaria en el plan de expansión del coche eléctrico, un  servicio  que está dando sus frutos en el sector privado.

Una de las principales empresas gestoras (Ecotricity) ya ha instalado más de 170 puntos de recarga rápida (50 kw) repartidos por toda Inglaterra, lo que representa el 90% de cobertura del territorio. Esta expansión se ha traducido en un considerable aumento de ventas de coches eléctricos, que se refleja en las operaciones de recarga (venta de energía) realizadas por Ecotricity, que han pasando de los 4.000 vehículos recargados en el año 2013, a más de 15.000 vehículos en el primer trimestre de 2014.

En resumen, la venta de vehículos eléctricos tiene una gran relación con la presencia (oferta) o no de una buena red de recarga. Otro ejemplo claro, seria la estrategia de Tesla y la red de supercargadores implantada en EE.UU, que además son de uso totalmente gratuito.

Por otro lado, el elevado precio de los EV, sería otro de los factores principales a tener en cuenta. Para ello, se han aprobado diferentes planes en forma de subvenciones en muchos países del mundo, que tienen como objetivo compensar en parte la diferencia entre el precio de compra de un EV y su equivalente en combustión interna. En nuestro país, estas ayudas llegan hasta los 6.500€ (ver plan Movele).

El tercer factor, depende del consumidor, el cual debe realizar un balance entre pagar un precio mayor de compra , que amortizará en un plazo medio de 2 a 4 años, en función del kilometraje que realice, o pagar un precio de compra menor y seguir con la misma tecnología de combustión, pagando mayor precio en combustible, mantenimiento e impuestos.

Un coche eléctrico gasta de promedio en energía eléctrica, hasta 7 o 8 veces menos que un vehículo de combustión interna.  A esto tendremos que restar un menor coste de mantenimiento y otros incentivos como descuentos en peajes, gratuidad en zonas azules, excepción en el  pago de impuestos de circulación.

Por último, la necesidad de mejorar la calidad del aire de nuestras ciudades y la reducción de la dependencia energética en combustibles fósiles (que no tenemos y no podemos generar), son factores que nos afectan de manera colectiva y económica, que bien justifican plantearse un cambio por aquellas tecnologías más eficientes.

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