La adolescencia y el bótox

En un desayuno informativo sobre medicina estética, la CEO de Merz Aesthetics para España y Portugal, Gema Mancha, dio un dato que a mí me resulta estremecedor: "la media de edad de las chicas que se someten a tratamientos de medicina estética (rinomodelación, aumento de labios, inyección de toxina botulínica etc…) es de 20 años". ¡La media! Lo que implica que hay muchas menores de 20 que acuden con regularidad a lo que ellas consideran que es ‘mejorar’ su imagen.

¿Qué piden? Parecerse a ciertas influencers que muestran en redes sus retoques estéticos. Van, como quien va a la peluquería con la foto del corte de pelo de esta o aquella actriz, con el modelo de nariz o boca elegido previamente. Me ha gustado mucho que la responsable de un laboratorio que se dedica precisamente a esto hable de responsabilidad, de poner freno a ciertas conductas y de actuar con cabeza y sentido común.

Hace ya tiempo que venimos escuchando que en Latinoamérica es habitual que el regalo de cumpleaños de muchas chicas al cumplir los 18 sea un aumento de pecho… Ya no hace falta irse tan lejos. Poco a poco se ha ido haciendo de lo excepcional la norma y conceptos como 'babybotox' o una mal entendida "medicina estética preventiva" ayudan poco a que las adolescentes dejen de pedir 'retoquitos' como regalo de cumpleaños.

La cantidad de mensajes externos que reciben los adolescentes son ingobernables. Están madurando inmersos en un proceso lleno de inseguridades, rabias, ídolos de quita y pon, incomprensiones, insensatez… y con la peor de las sensaciones por bandera: la de creer que saben, que entienden, que pueden… cuando no.

Maravillosa juventud, ya hemos hablado de esto en alguna ocasión, quién pudiera volver a ella, sabiendo lo que sé.

Médicos, padres, profesores, medios de comunicación (los primeros y me incluyo en el prólogo si hace falta)… dejemos a los adolescentes que recorran su camino y encuentren la mejor forma de hacerlo sin demasiados estímulos innecesarios, que bastante tienen con lo suyo.