Dejar de hacer para hacer mejor

Esta es mi última columna de opinión hasta septiembre, mañana me voy de vacaciones. Aunque otras veces la he escrito estando en las mismas circunstancias (de vacaciones) he decidido que esta vez no va a ser así.

Me propongo desconectar de verdad (no se rían). Este texto de cada jueves debe ser un placer y así es habitualmente. Pero cuando se convierte en una idea obsesiva que me lleva a buscar un rato entre el ocio para escribir, buscar foto, volcar al gestor y dejarla programada, ya no lo es. Y eso es lo que he hecho en los períodos de vacaciones que he tenido desde que empezó esta cosa tan bonita llamada Mujer.es. 

Pero ¿de qué voy? ¿Acaso pienso que si un jueves no se opina el mundo se para? ¿el tráfico de la web se cae? ¿o las personas importantes que dirigen mi empresa van a pensar: "anda Sonia nos ha fallado hoy"?

Claro que no

Cogerse vacaciones en medio de una vorágine (que no es mi caso) es sanísimo y quienes lo critican también lo saben. No hay nada más saludable que descansar cuando el cerebro te va a explotar, para que baje la temperatura y todo se aclimate. Nunca pasa nada, todo puede esperar, sobre todo cuando hay una vuelta prevista. No hay nada mejor que parar tras una época de trabajo incesante, de estrés, de movimiento… Hay que coger distancia, mirar desde ahí, relajarse y acercarse de nuevo pasados unos días.

A eso me voy: a coger distancia, a buscar la calma, a no pensar cuándo llega el jueves y a no decirle a mi hijo, a mis amigos o a mi pareja: "un momentito, id yendo vosotros que acabo esto y os busco".

Ya llegará septiembre, o finales de agosto, con sus prisas, sus plazos, sus límites, sus opiniones y sus conversaciones aplazadas. Todo llega y con salitre en el recuerdo salen mejor las cosas.

Claro que sí.

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