¿Sabes lo que es la parentalización? Cómo sanar las heridas del pasado

En ocasiones, hay niñas que asumen roles de adulto que no les corresponden forzadas por la situación familiar, lo que desemboca en consecuencias negativas para su desarrollo emocional y psicológico.
Las niñas, a veces, asumen roles de adulto que no les corresponden, convirtiéndose en el paño de lágrimas de sus padres.
Las niñas, a veces, asumen roles de adulto que no les corresponden, convirtiéndose en el paño de lágrimas de sus padres.
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Las niñas, a veces, asumen roles de adulto que no les corresponden, convirtiéndose en el paño de lágrimas de sus padres.

La parentalización es el proceso en el que un niño se ve obligado, bien por las circunstancias, apoyo emocional de los padres de manera 'natural' o bien por imposición, a asumir responsabilidades del padre o de la madre que no le corresponden. Este fenómeno indeseable sucede más en las niñas que en los niños.

Las tareas de las que hablamos en la parentalziación van desde cuidar a sus mayores, hasta hacerse cargo de las tareas de la casa o proporcionar apoyo emocional a sus progenitores, en vez de recibirlo de ellos como correspondería. En la mayoría de los casos, el hijo o la hija parentalizados, también cuidan de sus hermanos.

Así pues, los denominados 'hijos sostén' acabarán sufriendo síntomas de ansiedad, culpa o estrés, afectando a sus capacidades futuras para relacionarse y confiar en los demás, así como saber poner límites. Con la ayuda de cuatro psicólogos, vamos a analizar este fenómeno tan dañino, y obtener las claves para empezar a reparar las heridas de la infancia relacionadas con la parentalización.

¿Cuándo sucede la parentalización?

Los 'hijos sostén' nacen de los conflictos serios en casa, de padres ausentes y de la instrumentalización de las emociones.
Los 'hijos sostén' nacen de los conflictos serios en casa, de padres ausentes y de la instrumentalización de las emociones.
Getty Images

El psicólogo clínico y divulgador Buenaventura Del Charco Olea (autor de dos libros, Te estás jodiendo la vida y Hasta los cojones del pensamiento positivo), nos explica que este fenómeno de la parentalización, en el que las niñas y los niños se convierten en 'el paño de lágrimas' de sus padres, o en mediadores de conflictos familiares, o en los ejecutores de trabajo físico extra, "suele ocurrir cuando hay situaciones problemáticas en casa".

"La precariedad económica, los padres ausentes, los problemas de alcoholismo en la familia, las enfermedades largas, los padres negligentes o explotadores o la presencia de dinámicas disfuncionales diversas dan como resultado hijos parentales", comenta Del Charco.

"En estos casos no importa tanto el motivo que lo ha causado (y que generará traumas sí o sí), como el hecho de tener que asumir funciones como consecuencia de la situación 'irregular'. Estas situaciones de parentalización crean potentes aprendizajes que harán que esos niños sigan proyectando sus heridas emocionales cuando se convierten en adultos".

Cuando el hijo se convierten en el apoyo emocional de los padres

Una niña triste y pensativa.
Muchas niñas y niños asumen roles de apoyo emocional de sus padres que no les corresponden, y que tienen secuelas.
Camille Wesser/ Getty

La psicóloga Lara Ferreiro (autora del libro Adicta a un gilipollas) habla del momento en el que el hijo hace de terapeuta de sus padres como el 'síndrome del terapeuta infantil'. "Hablamos del caso de padres que acaban de pasar por una depresión, duelo o divorcio, y tienen graves problemas psicológicos. Entonces, es el hijo o la hija (sobre todo) quien se encarga de llevar todo el peso emocional de la situación".

Según la experta, podemos diferenciar entre dos tipos de parentalización, "la emocional, cuando los hijos se convierten en los responsables del bienestar emocional de los padres; y la física, cuando los hijos se encargan de tareas, ya sean domésticas o económicas, que no son adecuadas para la edad que tienen".

"Cuando un niño se siente obligado o encargado de satisfacer las necesidades de sus padres, anula las suyas propias. Las consecuencias para los niños son atroces, ya que pueden tener esos mismos problemas de mayores, y desarrollar adicciones graves".

Cómo sanar esas heridas que vienen de la infancia

Una mujer escribe con pluma sobre una libreta, en una imagen de archivo.
El primer paso para sanar es describir con palabras lo que sentimos.
Pexels / PIXABAY

Rodrigo Durán Sanz, psicólogo sanitario de Estar Contigo Terapia, habla de que "las heridas del pasado suelen estar marcadas por la sensación de tener algún asunto pendiente por resolver con alguien o un dolor hacia cómo nos quisieron nuestros padres en nuestra infancia". 

Para sanarlas, "primero es necesario parar y escuchar esas heridas, pues aún hay mucho por expresar que todavía no hemos tenido el espacio para hacerlo. Una vez identificadas, intentaremos ponerlas en palabras (por ejemplo: “me enfada esto que me hicieron porque me parece injusto”, “me pone triste pensar en este cariño que me faltó”) para darle un sentido a lo que nos pasó".

A continuación, "es importante tomar conciencia de lo que hubiéramos necesitado en ese momento que no se nos fue dado, y que se ha convertido en una carencia en la actualidad. Por ello, hay que valorar cómo puedo cubrir esas necesidades insatisfechas, aprender a pedir a los demás de una manera precisa y accesible, así como poner límites que nos protejan y en los que nos podamos sentir cómodos en las relaciones con otras personas".

El experto concluye que "quizá necesitemos una conversación con nuestros seres queridos para expresarles el dolor que sentimos, aunque esto no es siempre posible; bien porque esas personas ya no están presentes en nuestras vidas o bien porque el vínculo está muy deteriorado. Entonces, nos toca elegir de qué manera nos podemos resignar ante esta situación y plantar semillas en vínculos que resulten más fértiles para nosotros en el futuro".

La importancia de los límites

Hay que aprender a poner límites y saber decir 'no'.
Hay que aprender a poner límites y saber decir 'no'.
Getty Images

Como nos explica Lara Ferreiro, "el perfil de este tipo de personas es el que "hace referencia al rol de salvador o salvadora, algo que repetirán en la mayoría de los casos en otras relaciones que tengan en un futuro, como por ejemplo en sus relaciones de pareja".

Es difícil cerrar estas heridas del pasado cuando somos adultos, y el proceso de curación puede llevar tiempo y esfuerzo, "pero mis consejos generales son los que expongo a continuación, para poder empezar el proceso de sanación", comenta Ferreiro. 

En primer lugar, "aconsejo reconocer y validar los sentimientos que tenemos, así como buscar apoyo psicológico con un profesional especializado en traumas. En mi opinión, la técnica de EMDR es muy potente".

El siguiente paso importante a tener en cuenta según la psicóloga es perdonar: "es importante recalcar que perdonar no es olvidar, simplemente intentar no vivir desde el rencor y la culpa. Por supuesto, establecer límites es imprescindible, sobre todo para con los padres que crearon esa dinámica y de las relaciones tóxicas".

Para finalizar, el autocuidado es la mejor herramienta para encontrar el bienestar físico y emocional perdido. "Las heridas causadas por la parentalización requieren un trabajo emocional y de aceptación. Es esencial aprender a exteriorizar los sentimientos y buscar apoyo si lo necesitas, ya que hay personas con un gran trauma que, sin ayuda, no van a conseguir superar".

La 'falsa madurez' de los niños parentalizados

Por su parte, Inmaculada Martínez Sanchís, psicóloga y miembro de Doctoralia, además de corroborar lo anteriormente dicho, añade un tema muy interesante, a la vez que preocupante. "Los observadores externos consideran a un niño parentalizado como alguien muy maduro en comparación con sus iguales. Pero esa 'falsa madurez' se debe a las situaciones que está viviendo".

Aunque a priori esa falsa madurez puede parecer algo positivo, lo cierto es que sucede a costa de su propia infancia y desarrollo natural. "No es madurez, es renuncia", explica Martínez Sanchís.

Las consecuencias que tiene la parentalización en el desarrollo de los niños "no sólo afectan a su infancia, sino también a su edad adulta. En la infancia se están construyendo, y lo que están recibiendo no es un apego seguro. Los niños se ven sobrecargados física y emocionalmente, pierden oportunidades de juego y socialización, esenciales para su desarrollo. La constante preocupación por responsabilidades adultas puede desembocar en altos niveles de ansiedad y estrés".

El niño se va a convertir en un adulto con dificultades para establecer límites personales, problemas para decir 'no'. Va a tener tendencia a las relaciones desequilibradas, en las que reproduzcan el rol de cuidador que aprendieron en la infancia. El estrés crónico y la falta de una infancia típica y despreocupada pueden dejar huellas duraderas en la salud mental de una persona.

Para sanar, lo primero es ser conscientes de lo que pasó. "El principal problema es que la persona que ha sufrido la parentalización en muchos casos ha normalizado lo vivido. Trabajar con un psicólogo puede ser muy útil para identificar lo vivido, y poder tener un espacio seguro para explorar sentimientos reprimidos, desarrollar habilidades de afrontamiento y trabajar en la reconstrucción de la autoestima".

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