![Tamara Falcó e Iñigo Onieva.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/files/fp/uploads/imagenes/2023/07/01/tamara-falco-e-inigo-onieva.r_d.203-178.jpeg)
El doctor en psicología John Gottman ideó hace años un experimento llamado "Laboratorio del Amor" donde las parejas consentían ser observadas a modo de Gran Hermano. Quienes se prestaban a ser examinados convivían durante un fin de semana en un pequeño apartamento sembrado de cámaras y espejos, tras los que se situaban los investigadores.
Los conejillos de indias podían llevar su comida, enseres personales e incluso mascotas, y el único requisito pasaba por mostrarse con absoluta naturalidad y, a ser posible, propiciar en sus charlas esos temas en los que existiera cierta confrontación entre ellos. Además de registrar minuciosamente sus conversaciones y comportamientos, las personas eran monitorizadas para acceder a los más ligeros cambios fisiólogos o emocionales que se produjesen durante su convivencia. Cualquier incomodidad, decepción o juicio se traduce en un malestar físico. Cuando el otro nos critica, por ejemplo, o bien esquivamos el ataque o lo devolvemos, lo que significa que las neuronas de nuestro cerebro e intestino se revuelven secretando cortisol o noradrenalina. Ninguna palabra es inocente. Ningún gesto pasa inadvertido en la pareja, todo deja huella.
Cuando el otro nos critica, por ejemplo, o bien esquivamos el ataque o lo devolvemos, lo que significa que las neuronas de nuestro cerebro e intestino se revuelven secretando cortisol o noradrenalina
De aquellas observaciones nació un libro clásico, "Siete reglas de otro para vivir en pareja" que Gottman escribió junto a su segunda mujer, quien le acompañaba en los experimentos lo que quiere decir que ni el sabio acierta a la primera, donde apunta cuatro señales de derrumbe en una relación: la 1ª es una comunicación agresiva; la 2,ª la crítica y el desprecio; la 3ª, sentir negatividad hacia el otro y la 4ª, sostener malos recuerdos respecto de algo que hayan vivido los dos. Si se detectan estas cuatro señales, que el psicólogo califica como los "cuatro jinetes del apocalipsis", existe un 85 % de probabilidades de terminar en divorcio; si se dan una o dos se reducen las papeletas, pero la cosa no pinta muy bien. ¿Cómo le iría a la pareja de moda, Íñigo y Tamara, en el test de Gottman?
¿Pelillos a la mar?
He leído que, durante la celebración, en un momento de euforia del novio –"la noche me confunde" diría un personajillo del siglo pasado-, toma el micrófono para disculparse por aquella infidelidad y prometer que no volverá a repetirse. Ahí cabalga uno de los jinetes. Que un recuerdo negativo eche raíces en una relación; que uno de los dos, para pedir perdón o sentirse perdonado, por culpa o remordimientos, porque de esa manera cree validar un comportamiento mejor, porque se siente víctima o verdugo, vuelva una y otra vez al mal recuerdo, no es una señal saludable, según el modelo de Gottman, quien tiene en su haber, como terapeuta, un índice de predicción que ya quisiera la bruja Lola.
Si el resto de los jinetes relinchan solo lo saben ellos; en cualquier caso, a este nuevo matrimonio y a cualquiera que anhele cuidar de su relación, le sugiero diseñar el mapa del amor: un recorrido que recoja todo lo que sabemos del otro, sus gustos, sus dones, sus puntos fuertes, los sucesos que han marcado su vida, lo que le inquieta y motiva… una hoja de ruta nacida de la curiosidad genuina por conocer en profundidad a la otra persona que permite encarar las dificultades con un conocimiento más allá de la superficie en la que suelen moverse las relaciones líquidas.
Una mirada apreciativa busca identificar todo lo que funciona bien, en lugar de centrarnos en la crítica de lo negativo.
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