Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

Tu mejor yo posible

Mujer escribiendo
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Mujer escribiendo

¿Cuál es la mejor versión de ti que puedes imaginar? ¿Estarías dispuesta a emplear en ella quince minutos al día durante dos semanas?

La curiosidad no solo no mató al gato, como a veces suelo escuchar con bastante desidia, sino que salvó su vida y puede hacer la tuya más plena si la utilizas bien.

En una entrevista, el profesor de Harvard Robert Ballinger, último director del estudio científico sobre la felicidad más longevo de la historia -empezó en 1938, por tanto, han pasado varios por él-, explica que la felicidad necesita tan solo dos ingredientes, cuyo nombre me reservo ya que debes practicar tu curiosidad antes. ¿Por qué? Porque una curiosidad bien entrenada y dirigida hacia aquello que te roba bienestar provocándote estrés, inquietud o temor, te permitirá obtener información para saber gestionarlo. Cuando sintamos una emoción negativa, en lugar de reaccionar de forma inmediata o huir de ella, prestemos atención plena a esa emoción. Imagina que sobre dicha emoción colocáramos la lupa de la curiosidad, entonces sabríamos de qué nos alerta, qué está en juego y qué pensamos que podemos perder. ¿Por qué nos afecta tanto? Si ofrecemos escucha a otras personas, ¿por qué no nos escuchamos a nosotras mismas?

La práctica del mejor yo posible es una de las más poderosas que conozco y solo necesita la curiosidad suficiente para preguntarte qué deseas de ti en el futuro, así como de constancia diaria para escribirlo.

Escribir como terapia

Hace unos años, la psicóloga Laura King quiso demostrar los efectos positivos de la escritura en las personas, tanto para ordenar los sentimientos negativos y así liberarnos de ellos, como para invocar lo mejor de cada uno de nosotros. Durante dos semanas invitó a sus estudiantes de la Universidad de Missouri a escribir cómo se imaginaban en el futuro, cuál sería su versión más deseable. Dedicarían a la actividad quince minutos diarios en los que la imaginación no tenía límites. Es más, cuanto más detallada fuera esa versión en todos los ámbitos de su vida -trabajo, universidad, relaciones sociales, la pareja ideal, recursos económicos, esa casa en la que desearían vivir, sueños cumplidos…-, mejor. La conclusión del experimento fue formidable: todas las personas que participaron incrementaron sus emociones positivas, reforzaban su visión de ellos y ellas en el futuro y les parecía mucho más cercano y posible aquello que habían imaginado.

La intervención se denomina BPS (Best Possible Self) y se ha replicado en universidades de todo el mundo con el mismo éxito, comprobando, además, que quienes continuaban realizándola pasado el tiempo seguían reforzando dichas emociones positivas. Esta práctica se ha convertido en un clásico del desarrollo personal, por eso te recomiendo que la uses en especial si percibes cierta insatisfacción en tu vida sin que, en apariencia, exista un motivo para ella. Muchas personas confiesan desazón, inquietud, tristeza sin razones específicas… y cuando dan forma al propósito, esas emociones negativas se transforman en positivas casi por influjo mágico.

Primero piensa detenidamente cómo te imaginarías y luego dedicas quince minutos diarios a describir por escrito ese retrato, concienzudamente, cuantos más detalles mejor, sin detenerte a dilucidar cómo vas a lograrlo. Simplemente actúa como si ya lo tuvieras.

Este ejercicio de curiosidad enfocada es formidable, como lo son los dos ingredientes en los que coinciden las personas que se declaran felices en la investigación de Harvard: la salud y las relaciones sociales que han sabido tejer a lo largo de su vida. En ambas también juega la curiosidad.

Teresa Viejo
Periodista y escritora

Mi nombre es Teresa Viejo y soy una contadora de historias, que estudia los efectos de la curiosidad en el comportamiento humano. Gracias al periodismo he observado la vida desde ángulos muy variados, pero tras muchos años entre focos sé que la mejor luz la emitimos las personas, por eso te descubriré a mujeres inspiradoras a quienes les ha “salvado” su curiosidad. ¿Cómo? Ya lo verás. También dirijo programas y escribo libros, la mayoría novelas de misterio, menos el último que se lo he dedicado a nuestra principal competencia –“La niña que todo lo quería saber. La curiosidad: claves para una vida más inteligente y feliz”-. También conduzco “La Observadora” en RNE y practico la Comunicación No Violenta y la Indagación Apreciativa. ¡Ah! Ser Embajadora de UNICEF me llena de orgullo. Como vivo en modo aprendizaje, casi nunca miro hacia atrás. Bueno, un día sí… un día me puse a contar las entrevistas que había realizado y al llegar a las diez mil, paré abrumada. Preguntar es más revolucionario que afirmar y ahora enseño a las personas a hacerlo. Y a liderar activando su curiosidad. Tú también puedes, créeme. ¿Te he contado que mi bebida favorita es el té?

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