Acogimos a una familia ucraniana y esta es nuestra historia

Blanca, con camisa vaquera, su marido y las tres hijas de la famila que han acogido.
Blanca, con camisa vaquera, su marido y las tres hijas de la famila que han acogido.
Cortesía
Blanca, con camisa vaquera, su marido y las tres hijas de la famila que han acogido.

"En nuestro entorno había mucha gente involucrada en el apoyo a los ciudadanos ucranianos de diferentes formas. Un día, hablándolo en casa nos plateamos seriamente la posibilidad de ofrecer un espacio a una familia. Lo empezamos a compartir en conversaciones con amigos y un día recibí una llamada: una madre y 3 hijas buscaban alojamiento". Así empieza Blanca Aguirre a relatar su historia.

Blanca es de Madrid. Estudió Ciencias Políticas, pero también cursó un master en periodismo y ha ejercido siempre como periodista, dedicándose desde hace años a la comunicación. En sus planes no entraba acoger en su casa a una familia de otro país, pero las circunstancias la llevaron a dar el paso. Como ella misma dice, fue un pensamiento que se cruzó por muchas mentes y, en su caso, se convirtió en realidad.

¿Habías colaborado previamente con alguna ONG?

Con el mundo ONG no he sido de relaciones largas, pero sí he tenido contacto desde muy joven… Por ejemplo, con Entre Culturas que a cambio de mi colaboración me daban clases de árabe; también con un clásico como la Cruz Roja y, por mencionar otra, con la Fundación El Valle, después de mi primer viaje a África.

¿Cómo decides acoger a una familia de Ucrania en tu casa?

Creo que fue un pensamiento que se cruzó por muchas mentes con gran facilidad… Ucrania estaba presente en todas las conversaciones, desde el tremendo impacto de que a estas alturas se declarase una guerra, y tan cerca, hasta el qué podemos hacer. En nuestro entorno había mucha gente involucrada de diferentes formas pero, hablándolo en casa, nos planteamos seriamente la posibilidad de ofrecer un espacio a una familia que ya estuviera en España y provocar un impacto concreto y tangible.

Aleksandra, la madre, con su hija de 4 años.
Aleksandra, la madre, con su hija Masah, de 4 años.
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Una vez tomada la decisión: ¿Qué pasos das para conseguirlo?

Lo empezamos a compartir con amigos y un día recibí una llamada: una madre, Aleksandra, y 3 hijas (Natasha, de 15 años, Marina, de 13 años, y Masah, de 4 años) buscaban alojamiento. A partir de ahí, hemos ido dando pasos a medida que han surgido las situaciones porque en nuestro caso la acogida no es muy, diría, oficial… aunque tenemos el apoyo de un grupo de familias de acogida de diferentes partes de España (han creado una ONG: Unimos Fronteras, precisamente para las familias de acogida). Y nos vamos ayudando, tanto en los trámites oficiales y obligatorios como en las posibilidades/proyectos/acciones que van surgiendo desde ONGs (por ejemplo, Sasha y sus hijas se han ido con otras familias a Galicia gracias a Naturgy y Cáritas) o a nivel institucional (ayudas aprobadas por el Gobierno, las comunidades y los ayuntamientos…).

Quizá, torpemente, nunca hicimos el ejercicio de pensar en las dificultades que podrían surgir, pero sin la inestimable ayuda del entorno no estaríamos donde estamos.

¿Cuándo llegaron?

A casa, el 1 de abril. Pero a España, semanas antes porque la ex suegra vive aquí desde hace varios años.

Háblanos de ellos

Tengo que reconocer que no nos conocemos tanto como podría esperarse porque la comunicación no es muy fluida y pasa inevitablemente por aplicaciones de traducción, especialmente con Aleksandra, la madre. Sabemos poco, sobre todo, de la parte más emocional. Pero toda mi gratitud a esas aplicaciones... algunas son alucinantes…

Una vez en España, imagino que habréis tenido que ayudarlos con muchos trámites...

De nuevo, el tema del idioma hace imposible que, teniendo acceso a la información, puedan hacer algo por ellas mismas. Y esa sensación de dependencia obligada es algo que la madre compartió con nosotros desde el principio. Luego está la suerte que hemos tenido de toparnos con un colegio, el equipo docente y los padres y madres de los alumnos, que lo haya hecho muy fácil, incluso la empresa que organiza las extraescolares y el campamento de verano, que las ha acogido como nunca imaginé. Por ejemplo, la hija mediana, de 12 años, se dejó las gafas en su casa en Ucrania y la fundación del colegio y una óptica corrieron con los gastos.

Quizá, torpemente, nunca hicimos el ejercicio de pensar en las dificultades que podrían surgir, pero sin la inestimable ayuda del entorno no estaríamos desde luego donde estamos.

Blanca Aguirre.
Blanca Aguirre.
Maria Villanueva

¿Cómo se han adaptado?

Es una pregunta que deberían contestar ellas… nosotros aspiramos a ofrecerles un lugar para que tomen la mejor decisión.

¿Cómo os organizáis?

Tenemos un pequeño, pero completo apartamento dentro de la casa que les permite mantener sus rutinas en la medida de lo posible, aunque luego está la adaptación a los horarios (al menos durante el periodo escolar). Nos vemos todos los días para comentar el día, pero cada vez hablamos menos sobre gestiones y trámites y más sobre cómo se encuentran… y confiando mucho en que las traducciones se ajusten a la realidad.

¿La acogida tiene algún límite de tiempo? ¿El objetivo es que la familia se asiente, se organice, los adultos consigan trabajo y posteriormente que inicien su vida de forma independiente?

En nuestro caso, no. Nuestro compromiso es hasta que lo necesiten, pero apoyándolas para que puedan vivir por su cuenta o volver a una vida en Ucrania, cuando sea posible. Hay otros tipos de acogimiento en los que todo está más estructurado y las familias (ambas partes) saben a lo que se enfrentan, al menos en cuanto al tiempo de vida en común.

¿Qué ha sido lo más positivo de la experiencia?

Lo más evidente es que hemos conocido a una madre y a sus tres hijas estupendas, aunque haya sido como consecuencia de una tragedia. Pero lo que más nos gustaría que sucediera es que consigan volver, que es lo que hoy en día quieren, o que puedan quedarse, si es algo que en algún momento puedan querer. Todo esto también nos ha permitido profundizar en los diferentes aspectos relacionados con la figura del refugiado: legislación, derechos, etc, que fue algo que yo llegué a estudiar con ejemplos lejanos en el tiempo y el espacio…

¿Cuáles han sido los momentos más complicados? Imagino que los derivados del problema de comunicación...

No diría que hemos tenido momentos complicados. Ha habido situaciones que hubiera sido mejor no haber pasado como que les robaran la cuenta (pudimos recuperarlo). Creo que la inexistencia de esos momentos tiene mucho que ver con que no tenemos una convivencia al uso como sí es el caso de otras familias, y no hemos tenido que adaptar horarios, costumbres, comida o incluso temas como la limpieza… Lo más cercano que hemos vivido tuvo lugar en verano, cuando vinieron una semana con nosotros a un pueblito del interior… Sin embargo, lo más difícil tiene que ver con el desbordamiento que tiene la madre, su relación con las hijas y sobre qué decisión tomar sin equivocarse.

Se ha dejado de oír hablar de la necesidad de dar acogida a familias en las últimas fechas... pero... ¿Tal necesidad ha desaparecido? 

Desconozco la situación actual. Es cierto que ya no sale en las conversaciones y los medios tampoco parece que se hagan eco, si es que existe esa necesidad. También creo que todo está más encauzado; antes era muy rápido y para ya mismo. Lo que sí me consta es que muchas familias ucranianas están volviendo. Dependerá mucho de en qué zona de Ucrania vivan

¿A dónde debería llamar cualquier familia interesada en acoger?

Quien esté interesado en acoger no creo que tenga problema en acceder a la información. Por nuestra parte, estamos encantados de compartir la experiencia.

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