Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

En el cerebro de un presidente

GRANADA, 05/10/23.- El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y su esposa Begoña Gómez, a su llegada al Patio de los Leones de la Alhambra, donde los Reyes de España, Felipe y Letizia, reciben a los mandatarios europeos, dentro de la III Cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), este jueves en Granada. EFE/Pool PEUE/Javier Etxezarreta -SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)-
GRANADA, 05/10/23.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su esposa Begoña Gómez, a su llegada al Patio de los Leones de la Alhambra
POOL PEUE/EFE
GRANADA, 05/10/23.- El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y su esposa Begoña Gómez, a su llegada al Patio de los Leones de la Alhambra, donde los Reyes de España, Felipe y Letizia, reciben a los mandatarios europeos, dentro de la III Cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), este jueves en Granada. EFE/Pool PEUE/Javier Etxezarreta -SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)-

Nuestras neuronas se comunican mediante sinapsis, unos latigazos eléctricos que generan ondas cerebrales. Podríamos decir que las neuronas hablan entre sí con distintos lenguajes. Los científicos los resumen en cinco y van desde las ondas Delta, las más lentas presentes en los periodos de sueño o meditación, a las Gamma, muy rápidas y relacionadas con el proceso de ordenar una información profusa. 

Es decir, utilizamos las ondas Gamma en esos momentos que demandan de nosotras solvencia, tanto en nuestra comunicación como en la resolución de problemas, por eso, cuando el presidente del gobierno ha comparecido hoy a las 11:00 de la mañana y ha dicho ''buenas tardes'', he pensado ''Vaya, o no le funcionan las ondas Gamma o a lo mejor sigue en fase Delta. Es decir, con resaca meditativa''.

Me pregunto si las neuronas que emplean un lenguaje inadecuado entran en cortocircuito, en cuyo caso tendríamos un problema. Por volver al presidente Sánchez, me temo que tiene unos cuantos, pero no voy a escribir sobre ellos. En cambio, sí sobre lo mucho que ignoramos de nuestro cerebro. 

Nuestras neuronas se comunican mediante sinapsis, unos latigazos eléctricos que generan ondas cerebrales

¿O cuando tarda un ser querido tras un viaje y empiezas a rumiar lo peor? ¿No te gustaría saber por qué te sobresaltas si suena el timbre y no esperas una visita? ¿O por qué te gusta adivinar el final de cada capítulo de una serie? ¿Sabías que los recuerdos de experiencias positivas son capaces de provocarnos las emociones que vivimos en aquel momento?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia institucional en La Moncloa, en la que ha comunicado este lunes que ha decidido seguir al frente del Ejecutivo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia institucional en La Moncloa, en la que ha comunicado este lunes que ha decidido seguir al frente del Ejecutivo.
Moncloa/EFE

El premio Nobel de Medicina Susumu Tonegawa lleva años investigando el poder de los recuerdos positivos y ha demostrado que cuando los recreamos, nuestro organismo segrega los neurotransmisores de bienestar -serotonina, dopamina y oxitocina- que experimentamos la primera vez. Esto significa que, si por ejemplo entras en el bucle de la rutina con tu pareja y, en plan presidente de gobierno, te preguntas si merece la pena seguir, puedes cerrar los ojos y recordar vuestros primeros besos y lo que va después. 

Siempre que funcionase, claro. John y Julie Gottman son una curiosa pareja de investigadores cuyos experimentos me chiflan. En uno reunieron a 130 parejas de recién casados en un laboratorio que recreaba un nidito de amor. Allí estuvieron un fin de semana, grabados todo el tiempo, y, al terminar, los Gottman pronosticaron quienes seguirían juntos transcurrido el tiempo y quienes no. A los seis años les visitaron y comprobaron que habían acertado en un alto porcentaje porque el secreto de las parejas que continuaban unidas es que mantuvieron, durante aquel encierro, muchas más interacciones entre sí, es decir, compartían palabras de cariño, de refuerzo y confianza. 

En suma, se prestaban atención. Pero lo más interesante es que cuando una pareja con problemas acude a su consulta, ellos se interesan por la primera vez que sintieron algo el uno por el otro y los anima a recrear esos momentos. ''¿Qué es lo que hizo que te enamoraras de él o de ella?'', repiten, mucho antes de que el Premio Nobel pusiera en valor los recuerdos.

Cuando somos capaces de recuperar ese instante, cuando nuestro cerebro lo rescata del hipocampo, sentimos físicamente el mismo bienestar de entonces. Esto significa que, si te sientes mal sin motivo aparente, tu cerebro posee un antídoto eficaz ante ese malestar: un cajón de sastre donde guarda experiencias que te harían sentir mejor con solo recordarlas. 

Pensándolo bien, a lo mejor Pedro Sánchez a las 11:00 de la mañana andaba en aquellos primeros flirteos con la mujer de la que asegura estar tan enamorado, de ahí la falta de agilidad de sus ondas Gamma. Cualquiera sabe lo que hay en la cabeza de un presidente.

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Teresa Viejo
Periodista y escritora

Mi nombre es Teresa Viejo y soy una contadora de historias, que estudia los efectos de la curiosidad en el comportamiento humano. Gracias al periodismo he observado la vida desde ángulos muy variados, pero tras muchos años entre focos sé que la mejor luz la emitimos las personas, por eso te descubriré a mujeres inspiradoras a quienes les ha “salvado” su curiosidad. ¿Cómo? Ya lo verás. También dirijo programas y escribo libros, la mayoría novelas de misterio, menos el último que se lo he dedicado a nuestra principal competencia –“La niña que todo lo quería saber. La curiosidad: claves para una vida más inteligente y feliz”-. También conduzco “La Observadora” en RNE y practico la Comunicación No Violenta y la Indagación Apreciativa. ¡Ah! Ser Embajadora de UNICEF me llena de orgullo. Como vivo en modo aprendizaje, casi nunca miro hacia atrás. Bueno, un día sí… un día me puse a contar las entrevistas que había realizado y al llegar a las diez mil, paré abrumada. Preguntar es más revolucionario que afirmar y ahora enseño a las personas a hacerlo. Y a liderar activando su curiosidad. Tú también puedes, créeme. ¿Te he contado que mi bebida favorita es el té?

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