Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

He dicho búho…

Grupo de amigas en la playa
Grupo de amigas en la playa
Getty Images/iStockphoto
Grupo de amigas en la playa

Hoy he comido frente a un solemne culo. Era mi primer día de playa. No soy de nevera y picnic, pero me he tomado un sándwich mientras mi vecina de toalla ha permanecido quince minutos de pie anclada en la arena a solo dos metros de mí. No se trataba de morbo sino pura física: desde una toalla o una hamaca la mirada se eleva más o menos a un metro del suelo, a la altura de la cadera de los vecinos, y no hay manera de esquivar su trasero de nuestro campo de visión. 

El suyo era un culo no normativo enmarcado por un tanga minúsculo a juego con un sujetador ortopédico hecho de mucha tela, lo que resultaba una asincronía. A mis veinte años la liberación hubiera sido quitármelo. Hacer toples es placentero. Sentir el sol en el pecho se asemeja a una caricia suave, de la que me costó prescindir cuando comprendí que podía ser carne de paparazzi. Ahora casi nadie hace toples y casi nadie se cubre el culo, lo que no deja de extrañarme porque soltar la teta libera tanto como la nalga.

Reventar el estigma de una belleza de veinteañeras que nos exige cuerpos perfectos, tersos, sin celulitis, manchas ni estrías, es un mensaje recurrente en verano. Y si bien no le había prestado demasiada atención, ahora, como presidenta de la Fundación Diversidad, pongo el foco también en la necesidad de aceptarnos diversas en nuestra belleza, de ahí que me pregunte si exhibir el culo y no el pecho tiene más que ver con una moda que con un acto reivindicativo. ¿O será cuestión de perspectiva? 

El excelente dermatólogo Ricardo Ruiz me explicó que la mayor parte de los melanomas diagnosticados en estado avanzado se sitúan en la espalda; la explicación es simple: las personas no se miran por detrás, más que de soslayo. Nadie se contempla el culo como lo ven los demás y, de hacerlo, se daría cuenta de que ningún trasero aguanta un primer plano. Por lógica es más fácil exhibir algo que no juzgamos con la mirada crítica del detalle, que un pecho que se refleja frontalmente en un espejo y al que ponemos todos los peros del mundo. 

Es más fácil exhibir algo que no juzgamos con la mirada crítica del detalle, que un pecho que se refleja frontalmente en un espejo y al que ponemos todos los peros del mundo.
Mujer de espaldas en bikini
Mujer de espaldas en bikini
Pexels

La belleza normativa impone formas redondas que desafían a la gravedad, pero todas sabemos que la contundencia de esta fuerza modela el cuerpo con más terquedad que el pilates. Y si giramos la cadera a su favor, el trasero nos engaña, provocando una hiperlordosis que destroza la espalda, aunque disimule la caída de los glúteos. ¿Alguna vez aceptaremos con orgullo una belleza diversa por nosotras y no por la aceptación de los demás?

¿Alguna vez aceptaremos con orgullo una belleza diversa por nosotras y no por la aceptación de los demás?.

A finales del siglo XIX recorría las ferias europeas Miriam Kates Roberts, conocida como la Vulcana, que alardeaba de una musculatura y una fuerza inusual en la mujer victoriana de la época. El arquetipo de fragilidad femenina chocaba con sus contundentes bíceps a los que se negaba cualquier atisbo de seducción, quizá por ello el hombre que la acompañaba en su gira se hacía pasar por hermano, cuando en verdad era su marido. Los tópicos en el imaginario de belleza femenina son así de absurdos. Ahora exhibimos culos no normativos. ¿En verdad son culos o los búhos de Eugenio?

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Teresa Viejo
Periodista y escritora

Mi nombre es Teresa Viejo y soy una contadora de historias, que estudia los efectos de la curiosidad en el comportamiento humano. Gracias al periodismo he observado la vida desde ángulos muy variados, pero tras muchos años entre focos sé que la mejor luz la emitimos las personas, por eso te descubriré a mujeres inspiradoras a quienes les ha “salvado” su curiosidad. ¿Cómo? Ya lo verás. También dirijo programas y escribo libros, la mayoría novelas de misterio, menos el último que se lo he dedicado a nuestra principal competencia –“La niña que todo lo quería saber. La curiosidad: claves para una vida más inteligente y feliz”-. También conduzco “La Observadora” en RNE y practico la Comunicación No Violenta y la Indagación Apreciativa. ¡Ah! Ser Embajadora de UNICEF me llena de orgullo. Como vivo en modo aprendizaje, casi nunca miro hacia atrás. Bueno, un día sí… un día me puse a contar las entrevistas que había realizado y al llegar a las diez mil, paré abrumada. Preguntar es más revolucionario que afirmar y ahora enseño a las personas a hacerlo. Y a liderar activando su curiosidad. Tú también puedes, créeme. ¿Te he contado que mi bebida favorita es el té?

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