¿Qué tal su verano sr. Rubiales?

Para una vez que decido callarme, desconectar en vacaciones y no aparecer por aquí en un mes ("si total es agosto, tampoco creo que pase gran cosa") asistimos, emocionadas, al mayor logro deportivo de nuestra selección española de fútbol femenino y, ojipláticas, al inmediatamente posterior ‘caso Rubiales’. Ciertamente, ya se ha dicho de todo, hombres y mujeres con mucha mejor pluma que yo y probablemente más instruidos han escrito sobre los hechos que conocemos. 

Pero pensé: "si llevo mordiéndome la lengua casi un mes, tengo cosas que decir y aquí (en este espacio en blanco, ahora lleno de palabras) mando yo, con el permiso de mi director editorial ¿por qué no voy a opinar?". Sobre todo cuando la jugadora Jenni Hermoso ha denunciado los hechos ante la fiscalía, la selección masculina de fútbol ha emitido un comunicado sobre este tema hace apenas 48 horas y hace las mismas horas que han destituido a Jorge Vilda, ex entrenador de la selección femenina. Ya tengo la excusa que no necesitaba.

Ha sido un verano apasionante, informativamente hablando: periodismo político, de sucesos, deportivo y, bueno, el ‘caso Rubiales’ que, sinceramente, no sé cómo catalogar. Pero a lo que vamos. No voy a entrar en describir lo que hemos oído y visto hasta la saciedad, desde el domingo 20 de agosto, cuando ganamos la final ante Inglaterra, hasta el viernes de la rueda de prensa donde Luis Rubiales sentó cátedra tirando de ‘huevos’, pasando por aquellas disculpas (“no queda otra”) y llegando al día de hoy con la sanción de FIFA, la decisión del TAD (tribunal administrativo del deporte), la huelga de hambre en la iglesia de Motril, la aparición de diferentes comunicados, la cuenta de twitter de Rubiales, la denuncia, los ceses y los opinadores profesionales.

Orden. Primero pensé que al presidente de la federación le había pasado un poco como a Al Capone, el criminal que acabó en la cárcel por evasión de impuestos. Pero no, hice lo mismo que cierto periodista deportivo ("hay más tontos que ventanas", dijo) pero muchísimo menos grave, reculé y llegué a la conclusión de que Al Capone la fastidió, se descuidó, después de haber cometido cientos de asesinatos y fue a la cárcel por 'una tontería'. Rubiales no se ha descuidado, ha hecho lo de siempre porque no tiene ni idea de hacer otra cosa. Ha sido machista, soez, impresentable, condescendiente, indecente… Él se creía uno más, cobrando casi 1 millón euros al año sí, pero uno más. Él creía que había contribuido a meter todos los goles conseguidos por la selección (femenina y masculina) que no marcó cuando era futbolista, estaba convencido de haber dado las asistencias que ni olió en sus años como jugador en el Levante, el Alicante o el Lleida. ·"Soy un presidente campechano", debía pensar ¿por qué no?.

Dicho todo esto, no comparo ese beso no consentido con una agresión sexual de otra índole, aunque con la ley en la mano lo sea: "agresión sexual consiste en realizar cualquier acto que atente contra la libertad sexual de una persona sin su consentimiento. Existirá consentimiento cuando se manifieste libremente a través de actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona". No quiero quemarlo en la hoguera, no quiero meterlo en la cárcel (al menos no por esto), pero sí quiero que no vuelva a tener jamás un cargo de representación institucional, pública o deportiva. Y sobre todo quiero que siente precedente y que los del "si no es para tanto” enmudezcan y entiendan que el beso a Jenni Hermoso fue la gota que colmó el vaso y que en el fondo de este mar está el concepto mismo de  igualdad y cómo se entiende, se manifiesta y se trasmite. 

Quiero que siente precedente y que los del "si no es para tanto” enmudezcan y entiendan que el beso a Jenni Hermoso fue la gota que colmó el vaso y que en el fondo de este mar está el concepto mismo de igualdad y cómo se entiende, se manifiesta y se trasmite

Me hubiera gustado que el TAD lo hubiera considerado falta muy grave, pero no lo hizo, sus razones tendrá. Sin embargo, tuve que oír en la radio, en medio de un carrusel deportivo, que lo que había ocurrido (la resolución del TAD) era un atentado gravísimo contra el Estado de Derecho porque no se había escuchado el clamor popular. No, a ver, no. Ya no estamos, aunque a veces lo parezca, en el siglo XV cuando se quemaba a las brujas por media Europa. La justicia no puede decidir en función de lo que manifieste el pueblo. Afortunadamente, para eso hay un Estado de Derecho y las resoluciones que se ajustan a tal se recurren (si cabe recurso) o se acatan, aunque no se compartan.

Termino ya con ese comunicado que mal leyó el capitán de la selección Álvaro Morata, dos semanas después, sin mencionar a la jugadora y con un último párrafo que viene a decir: y ahora no nos preguntéis más por esto que tenemos que jugar al fútbol. Como si hubieran hecho otra cosa en algún momento. Pues mira sí hacen falta las preguntas para que se respondan de forma contundente y clara y que estos hombres, con unos sueldos astronómicos y por cuya firma, camiseta o foto suspiran millones de adolescentes, sean ejemplo de algo más que de destreza con el balón.