Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

Renacer para vivir del todo

Grupo de amigas descansando
Grupo de amigas descansando
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Grupo de amigas descansando

La noche de Reyes nos solemos reunir un grupo de amigas para volver a ser niñas, lo que en el día a día se nos olvida. Se trata de una 'fiesta de pijamas' donde compartimos regalos y confidencias. En esta ocasión, abrió el melón una amiga confirmando que se separaba porque su matrimonio estaba roto. Sí bien lo intuíamos, no sospechamos la confesión que llegó a continuación y que clarificó varias cosas; en esencia, que renovarse al comenzar el año significa más que una lista de propósitos saludables, y que cualquier cambio de esos que dan la vuelta al calcetín de la vida, empieza siendo muy sutil, casi imperceptible, pero dentro de una se mueven cosas que nunca regresan al mismo lugar.

Las cosas que nos perturban, las que nos roen por dentro como la carcoma, no desaparecen por no pensar en ellas. En realidad, solo difuminan sus colores, como en las fotos antiguas, pero las formas están ahí y, por poco que nos esforcemos, reconocemos los rostros, los cuerpos, los paisajes… Todo permanece, tan solo se apolilla. Volver a contemplar las fotos y hacerlo con curiosidad para tratar de entenderlas, es un desafío que salda las cuentas con el pasado.

Mi amiga no solo empieza una nueva existencia en este nuevo año, sino que está renaciendo, como dice ella, para abrazar a su verdadero yo.

Por partes. Primero aclarar que el verbo reinventarse, y no digamos renacer, se suele manosear hasta perder su auténtica misión. Igual que reinventarse no es cambiarse de traje, renacer está muy lejos de reducir un par de tallas en el pantalón. Para renacer hay que morir antes. Hay que quitarse las máscaras, destruirlas, y dejar paso a una 'nueva identidad', lo que no debería de inquietarnos puesto que el cambio es consustancial a vivir, por mucho que el pensamiento occidental se resista. Para entender el movimiento constante del espíritu, incluso en una aparente inacción, sirve el símil del pez: tú observas a un pez dentro del río y aunque pienses que permanece inmóvil unos segundos, no es cierto, es su vibración la que evita que sea desplazado por la corriente. El cambio siempre comienza siendo una agitación interna que no se ve, pero se siente.

Dos amigas en una bañera
Dos amigas en una bañera
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El renacimiento que está transformando a mi amiga supera a su ruptura de pareja pues su propósito era entenderse en profundidad, aceptando lo que llevaba tiempo en el fondo de un cajón, escondido, pero no invisible. Y aquí viene el descubrimiento. Nos contó que durante su etapa universitaria había tenido varios encuentros sexuales con una compañera de clase. Ni siquiera era una de sus amigas de entonces, tan solo una alumna brillante por la que sentía tanto rechazo como atracción. Al terminar la carrera se perdieron la pista hasta el pasado verano, donde coincidieron en un congreso. Lo demás resulta previsible.

Para renacer hay que morir antes. Hay que quitarse las máscaras, destruirlas, y dejar paso a una 'nueva identidad'.

¿Acaso ha recuperado mi amiga a su primer amor? Eso es lo de menos, pues cada vez que regresamos a un lugar que nos marcó, sea físico o emocional, la sensación que nos inspira cambia, por eso no se trata de rescatar ningún viejo amor sino a ella misma. En la vuelta al pasado los paisajes se ven más áridos, las casas más pequeñas, las personas más ariscas, pero los ojos que los miraron siguen ahí. Mi amiga se ha recuperado ya que, aunque dentro hayan nacido y muerto células, se hayan repuesto neuronas, hayan llovido lágrimas y sonrisas, la niña renace a cada minuto, aunque no la prestemos atención.

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Teresa Viejo
Periodista y escritora

Mi nombre es Teresa Viejo y soy una contadora de historias, que estudia los efectos de la curiosidad en el comportamiento humano. Gracias al periodismo he observado la vida desde ángulos muy variados, pero tras muchos años entre focos sé que la mejor luz la emitimos las personas, por eso te descubriré a mujeres inspiradoras a quienes les ha “salvado” su curiosidad. ¿Cómo? Ya lo verás. También dirijo programas y escribo libros, la mayoría novelas de misterio, menos el último que se lo he dedicado a nuestra principal competencia –“La niña que todo lo quería saber. La curiosidad: claves para una vida más inteligente y feliz”-. También conduzco “La Observadora” en RNE y practico la Comunicación No Violenta y la Indagación Apreciativa. ¡Ah! Ser Embajadora de UNICEF me llena de orgullo. Como vivo en modo aprendizaje, casi nunca miro hacia atrás. Bueno, un día sí… un día me puse a contar las entrevistas que había realizado y al llegar a las diez mil, paré abrumada. Preguntar es más revolucionario que afirmar y ahora enseño a las personas a hacerlo. Y a liderar activando su curiosidad. Tú también puedes, créeme. ¿Te he contado que mi bebida favorita es el té?

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