Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

El síndrome Chenoa

El revelador mote por el que la familia de Chenoa llama a Miguel Sánchez Encinas
Chenoa y Miguel Sánchez Encinas
El revelador mote por el que la familia de Chenoa llama a Miguel Sánchez Encinas

Giacomo Casanova decía que el amor son tres cuartas partes de curiosidad y una cuarta parte de apego. Alguna vez he comentado esta fórmula pues al valorar la curiosidad como el componente fundamental en una relación se anticipa lo que la psicología denomina mantener un "alto el grado de incertidumbre" en la pareja o de otro modo, no conocer del todo al otro/a nos vacuna contra el tedio. Ahora bien, guardar secretos que salpimientan el amor está bien, pero descubrir una doble vida no tanto.

He leído que Chenoa se separa de un marido al que no ha debido darle tiempo a convertirse en hastío. Llevan casados un suspiro y les queda mucha curiosidad y apego por trabar. En realidad, no sé por qué se separan, ni siquiera si lo han hecho o es solo una tentativa, pero sí leo entre líneas lo que suele traslucirse cuando ella, mujer firme y de metas claras, tiene que encajar una ruptura de pareja. "En lo profesional le va muy bien, pero en el amor…", "Debe ser de armas tomar, los hombres las prefieren sumisas", "Es que tiene un carácter". Prejuicios, comentarios anclados en un viejo tópico que presupone a una mujer decidida y de genio, dificultad para mantener una pareja estable. 

El síndrome Chenoa vuelve a las mujeres culpables del abandono sin importar quien deja a quien, porque la arrogancia de mostrarse autosuficientes les penaliza. Un día, hace muchos años, Laura me dijo que había leído uno de mis ensayos sobre las relaciones hombre-mujer, lo que me hizo pensar que aquella artista fraguada en un programa de televisión tenía una cabecita efervescente donde bullía la necesidad de comprender esa cosa loca llamada amor. Aquella chica era lista. La mujer de ahora dirige su vida con orgullo y eso no siempre se aprueba socialmente.

El síndrome Chenoa vuelve a las mujeres culpables del abandono sin importar quien deja a quien, porque la arrogancia de mostrarse autosuficientes les penaliza

Existen mujeres que se defienden bien y atacan con inteligencia, con un pensamiento elaborado y un físico imponente, que resultan incómodas a algunos hombres. Mujeres a las que se perdona poco y condena mucho.

Aunque nuestra sociedad parezca cambiar de piel, permanecen percepciones que necesitan décadas para ser erradicadas del imaginario colectivo. Chenoa representa a la buscadora que no termina de sentirse satisfecha, y puesto que buscar manifiesta una viva curiosidad, veo aquí un reproche a la misma, y eso no porque se trata de una grandísima fortaleza humana. 

En psicología de las organizaciones se diferencia entre ese tipo de trabajador insatisfecho, que se vuelve un tocapelotas, y el insatisfecho constructivo anhelado por todas las empresas. El primero no disfruta de lo que hace, todo le parece mal, su insatisfacción le impide saborear lo que tiene, como un alpinista que visualiza una cima y, cuando llega a ella, se da cuenta de que hay otras más altas y, por tanto, el suyo le parece un logro insignificante. El segundo, cree que siempre se puede mejorar lo logrado y, sin despreciarlo, busca la manera de aprender y perfeccionarse para dar lo mejor de sí mismo y su trabajo. Una pena que, trasladadas a la vida, estas categorías no sean tan nítidas y quien busca algo mejor puede resultar, al final, un insatisfecho 'porculero'.

Sigo recomendando la curiosidad en el amor. La sensación de que el otro nos sorprende con algo de él que ignorábamos y que nos agrada -descubrir mensajes en el móvil a otra no cuenta- eleva la energía de la atracción como un impulsor que nos empuja averiguar más de él o de ella. Y siendo verdad que el apego es una amalgama formidable, verás que en ella no cabe la costumbre ni la rutina; de hecho, hay cosas que repetimos a diario y por las que tenemos cero apego. Ojalá Chenoa y su marido encuentren la curiosidad suficiente para seguir apegados en el tiempo.

Teresa Viejo
Periodista y escritora

Mi nombre es Teresa Viejo y soy una contadora de historias, que estudia los efectos de la curiosidad en el comportamiento humano. Gracias al periodismo he observado la vida desde ángulos muy variados, pero tras muchos años entre focos sé que la mejor luz la emitimos las personas, por eso te descubriré a mujeres inspiradoras a quienes les ha “salvado” su curiosidad. ¿Cómo? Ya lo verás. También dirijo programas y escribo libros, la mayoría novelas de misterio, menos el último que se lo he dedicado a nuestra principal competencia –“La niña que todo lo quería saber. La curiosidad: claves para una vida más inteligente y feliz”-. También conduzco “La Observadora” en RNE y practico la Comunicación No Violenta y la Indagación Apreciativa. ¡Ah! Ser Embajadora de UNICEF me llena de orgullo. Como vivo en modo aprendizaje, casi nunca miro hacia atrás. Bueno, un día sí… un día me puse a contar las entrevistas que había realizado y al llegar a las diez mil, paré abrumada. Preguntar es más revolucionario que afirmar y ahora enseño a las personas a hacerlo. Y a liderar activando su curiosidad. Tú también puedes, créeme. ¿Te he contado que mi bebida favorita es el té?

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